Tepalcatepec, Michoacán.- El arribo de “El Toro” a este Municipio era causa de miedo. Bajaba de los cerros, donde se escondía, para divertirse con música de banda, alcohol y mujeres secuestradas.
“No sabíamos a quién iba a levantar, a quién iba a robar o a qué muchacha se iba a llevar”, recordó una mujer comerciante, que fue extorsionada por ese delincuente identificado como Jesús Vázquez Macías y detenido el 19 de enero en Lázaro Cárdenas por federales.
La gente de esta localidad, de 6 mil habitantes en la zona urbana y 16 mil en la zona rural, recuerda a “El Toro” como un sujeto sanguinario, drogadicto, ambicioso y cínico.
“En realidad sabemos que se llama Gerónimo Vázquez Macías, y no Jesús”, aclara un joven que lo conoce desde que Vázquez vivía en Aguililla.
“El Toro” era descrito por los pobladores como un hombre de 1.80 de estatura, robusto, tez morena, y recuerdan que siempre decía “quiúbole compita”.
Usaba sombrero ranchero, cadenas de oro al cuello, botas de punta y se cortaba la barba de candado.
Un hombre que atiende un establecimiento de fertilizante sabe que “El Toro” nació en el municipio de Aguililla. “Ese cabrón es de la sierra, de esos indios tercos que no tienen madre, el cabrón llegó a Tepalcatepec en huaraches, con un carro viejito y sin dinero, estaba jodido”, recordó.
“El Toro” encontró una salida para ganar dinero: combatir a Los Zetas. Se unió a La Familia Michoacana en 2009 y se dedicó a replegar al cártel tamaulipeco que comenzaba ganar territorios en el centro del País.
Vázquez Macías aprendió a usar las armas contra Los Zetas y se ganó el respeto del pueblo.
“Me decían que decapitaban a Los Zetas en la Cruz Negra, ‘El Toro’; no teníamos de otra más que apoyarlo porque nos estaba limpiando de Zetas esta zona”, indicó un comerciante de ropa.
Tras la batalla con Los Zetas en 2011 “El Toro” fue parte de Los Caballeros Templarios y ganó ser jefe de plaza de la localidad de Chila, en Buenavista.
Lo que comenzó como una defensa de Tierra Caliente de Los Zetas, se convirtió en un infierno para los michoacanos, pues comenzaron ser parte de extorsiones, plagios, robos y “decomiso” de propiedades.
Ya encarrilado, “El Toro” tenía una meta.
Quería regresar a Tepalcatepec, donde “El Chicano” era el encargado y la mano derecha de “El Tena”, uno de los lugartenientes de Enrique “Kike” Plancarte.
Tras meses de insistencia, a “El Toro” le fue otorgada la plaza de Tepalcatepec pero sólo las rancherías.
Con eso tuvo “El Toro” para imponer su ley.
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“El Toro” llegaba a Tepalcatepec quemando llanta.
Tenía varias camionetas. Pero tres eran sus favoritas, una Silverado azul equipada, una Chevrolet blindada y una Avalanche arena. Todas robadas.
Le seguían siempre otras seis camionetas ocupadas por jóvenes de entre 16 y 22 años. Todos con fusiles, radios y cocaína.
Su pasión eran los “palomos”, una bebida regional a base de chocolate, alcohol y leche de vaca recién ordeñada.
Ese gusto salía caro a los ganaderos de la región, pues se robaba las vacas lecheras, y tras exprimirles el lácteo, se agasajaba con un buen corte de carne.
“Ya hasta era vacilada, porque decíamos todos, ahí va ‘El Toro’ con sus vacas, iba volado con seis o siete vacas en las bateas de las camionetas”, recuerda una ganadera.
“El Toro” en los negocios era estricto y exigía dinero a diestra y siniestra. A gente con dinero o sin él.
A los ganaderos les cobraba a 500 pesos por cada cabeza vendida, a los limoneros les cobraba 20 pesos por caja, y a quien tenía una casa de hasta 10 metros de ancho de fachada, le cobraba mil pesos mensuales. Cada metro de ancho subía 50 pesos.
“Se volvió un desgraciado y nos tuvo bajo su yugo por casi dos años, él fue el encargado de secuestrar a varia gente y de desaparecer a quien contradecía sus órdenes”, establece un empresario, que tras extorsionarlo un día, al siguiente “El Toro” lo saludaba en la calle.
Tras los negocios, “El Toro” se abocaba a la diversión.
Acudía a las escuelas Secundaria y levantaba a las adolescentes que le gustaban.
“Se las llevaba al cerro, las violaba él primero y luego se las daba a sus secuaces, las traían después al pueblo y obviamente esas niñas quedaban traumadas y embarazadas”, lamentó una trabajadora social de Tepalcatepec.
En las tocadas de banda también despojaba de sus camionetas y mujeres a los jóvenes que acudían al baile.
“Quien se oponía era golpeado y llevado a la sierra para ser ejecutado, eran noches en las que no teníamos diversión, todo el pueblo se escondía en sus casas cuando corría la voz de que había llegado ‘El Toro’.
“Las jovencitas eran escondidas en las casas y los niños que jugaban en el parque se tenían que meter para que no les tocara una bala perdida, fueron días de terror”, expresó otra habitante de Tepalcatepec.
“El Toro” también tenía sus momentos tristes. En las noches de banda, en la calle Morelia, bautizada por los templarios “La 40 de Los Ángeles”, Vázquez tomaba whisky y consumía droga.
Al paso de las horas, en la madrugada, pedía las mismas canciones y se soltaba el llanto. Una de las causas de esa depresión fue no desbancar de Tepalcatepec a “El Chicano”, coinciden los testimonios.
“Nunca pudo, se peleó siempre con sus jefes, con sus escoltas, de que lo dejaran solo, él decía que se merecía la plaza”, recordó un hombre que reconoció trabajar a su lado en la lucha contra Los Zetas.
Tras el surgimiento de los grupos de autodefensa “El Toro” escapó unos meses para Apatzingán y otros para Aguililla, donde se refugió de los operativos federales.
La falta de diversión y dinero lo llevó a brincar la sierra hasta la zona costera cercana a Lázaro Cárdenas, donde el pasado 18 de enero fue detenido en un retén federal en la carretera Tecomán-Lázaro Cárdenas, en el poblado de Caleta de Campos junto con dos de sus cómplices , armado y con aliento alcohólico.
La Procuraduría General de la República (PGR) obtuvo de un juez penal federal el auto de formal prisión en contra de Jesús Vázquez Macías, alias el “Toro”, quien fue recluido en el penal federal número 5, en Villa Aldama, Veracruz, donde enfrentará su proceso por los delitos de portación de arma de fuego y posesión de cartuchos de uso exclusivo de las Fuerzas Armadas, así como de ilícitos contra la salud.