Para el escritor italiano Roberto Saviano, la mano de Ismael El Mayo Zambada está detrás de la caída de Joaquín El Chapo Guzmán.
“O lo entregó o no lo protegió más”, afirmó contundente el autor que saltó a la fama en 2006 con Gomorra, el libro con más de 10 millones de copias vendidas en el que describe los negocios de la Camorra y que le valieron amenazas de muerte por parte de la mafia italiana.
Saviano considera a El Chapo como el Steve Jobs del mundo del narco y por ello le cuesta admitir que su persecución y captura se haya debido a un simple descuido.
Su señalamiento contra El Mayo se basa en una infidencia a la que tuvo acceso tras siete años de investigación: una conversación en la que los dos principales líderes del cártel del Pacífico se hablaron como siempre, a la cara, pero de manera inusualmente dura.
En el testimonio recogido por Saviano, El Mayo le pidió a El Chapo apartarse, lo que él mismo haría, para dar paso a las nuevas generaciones: “Si no lo hacemos, si no les cedemos el control, ellos lo tomarán por su cuenta y riesgo”, habría dicho Zambada.
Y le advirtió: “Si no te vas, habrá una guerra civil dentro de nuestra organización”.
“El Chapo, el Steve Jobs del narco" Roberto Saviano, asegura que El Mayo tiene relación con su captura
El periodista italiano asegura que “la liberación de caro quintero mandó un poderosísimo mensaje al gobierno de Obama: quien ordenó la muerte de Kiki Camarena está libre”.
Tiene la certeza, que no las pruebas en la mano, pero lo dijo convencido: Joaquín El Chapo Guzmán Loera es, así en presente, el Steve Jobs del mundo del narco. De ahí que a Roberto Saviano le cueste admitir que su persecución desde Culiacán hasta la torre Miramar, en Mazatlán, se haya debido a un simple descuido. La mano de Ismael El Mayo Zambada está ahí. “O lo entregó o no lo protegió más”, afirmó contundente.
El escritor y periodista italiano sostuvo su afirmación en una infidencia a la que tuvo acceso tras siete años de investigación. Se trataría de una conversación en la que los dos principales líderes del cártel del Pacífico se hablaron como siempre, a la cara, pero de manera inusualmente dura.
La advertencia para El Chapo no dejó lugar a dudas. Al menos no para el autor de Gomorra.
En el testimonio recogido por Saviano, El Mayo Zambada le pidió a El Chapo Guzmán Loera apartarse, lo que él mismo haría, para dejar paso a las nuevas generaciones. “Si no lo hacemos, si no les cedemos el control, ellos lo tomarán por su cuenta y riesgo”.
Y más. Le habría dicho: “Si no te vas habrá una guerra civil dentro de nuestra organización”.
La entrevista con Saviano transcurre ya entrada la noche en el sótano de uno de los hoteles del barrio de Chelsea.
¿Pero por qué en un sótano? Saviano es un hombre amenazado, cuya cabeza tiene precio. La mafia italiana lo condenó desde la aparición de su primer libro. Hoy vive escoltado las 24 horas del día.
La temperatura afuera es apenas testigo del invierno más duro que ha vivido Nueva York en 118 años. Ahí, frente a las cámaras de Cadena Tres y Excélsior TV, Saviano fue cálido, se dio tiempo para sonreír, no pareció ser nunca el “muerto que habla”, como se describe en CeroCeroCero, su más reciente obra, publicada bajo el sello de Anagrama.
Saviano presentó recién el viernes su nuevo libro-ensayo sobre los secretos del imperio de la cocaína en América Latina y sus múltiples conexiones. CeroCeroCero, el libro que lanzó al mundo “como una venganza personal”, para demostrar “que no han podido callarme, que mi música sigue sonando”, y que está llamado a convertirse en un fenómeno editorial, como lo fue Gomorra en 2006, del que vendió 10 millones de ejemplares y que se tradujo a 55 idiomas.
En CeroCeroCero, Saviano relata en detalle el acuerdo en los años 80 entre los líderes del narcotráfico de Colombia, encabezados por Pablo Escobar y Miguel Ángel Félix Gallardo, su contraparte mexicana. O, mejor dicho, la entrega de la estafeta, la capitulación de los más grandes líderes del narcotráfico colombiano a manos de los mexicanos. Nacieron así los reyes del imperio, del bajo mundo, del mundo.
“En el caso de El Chapo me impactó mucho su arresto. No he podido descifrarlo del todo. ¿Fue traicionado? ¿Se entregó?”, se preguntó Saviano a sí mismo.
Así que no tiene problema en desenredar esta complicadísima maraña: “La declaración de El Mayo, de la que estuve enterado unos meses antes, me deja grandes dudas. ¿Por qué hizo esa declaración, por qué permitió que alguien más la escuchara?
“Prácticamente le dijo: ‘O te vas o habrá una guerra civil dentro de nuestro grupo’. Para mí, El Mayo tuvo responsabilidad en la captura de El Chapo. No sé si lo vendió, pero lo que es un hecho es que no lo protegió más. Lo dejó a su suerte.
“Me resulta muy extraño que El Chapo Guzmán cometiera una imprudencia como la que cometió”.
Saviano se refiere, claro, a que después de salir indemne en Culiacán de una cacería feroz por parte de efectivos de la Marina mexicana y de los servicios de inteligencia estadunidense, que le pisaban ya los talones y estuvieron a escasos ocho minutos de atraparlo, el narco haya optado por tomarse un respiro para visitar a su esposa y sus dos gemelitas en un edificio cualquiera de departamentos, frente al mar.
“Me da la impresión que se sentía seguro. Un jefe, un capo, un boss como El Chapo, sólo se siente seguro cuando le dan garantías sobre su seguridad”.
¿Lo entregaron o se dejó atrapar?
Al principio pensé que se habría dejado atrapar, que sabía que era la única forma de mantenerse con vida, pero de verdad que me resulta extraño. Estoy seguro que vivió situaciones similares (a las de Culiacán e incluso a la de Mazatlán) y se salió siempre con la suya, salió de ellas. ¿Por qué esta vez no?
Saviano cree con firmeza que si El Chapo se hubiera entregado se arriesgaba a ser extraditado, de acabar sus días en alguna prisión de Estados Unidos. Que habría tenido, sin remedio, que capitular. Que entregar lo más valioso de su botín: la capacidad de mandar. Su poder. El poder.
Pablo Escobar, el más grande y sanguinario narcotraficante de todos los tiempos, dijo alguna vez que prefería una tumba en Colombia que vivir en una prisión en Estados Unidos.
Claro, también Salvatore Mancuso, El Triple Cero, Cero, Cero (que da nombre al más reciente libro de Saviano y es, además, el grado de mayor pureza de la cocaína). Cuando fue extraditado a Estados Unidos se convirtió en un arrepentido, en un sapo (lo que sería en México un informante del gobierno, un delator o un traidor para los narcos) porque aquí, en Estados Unidos, se interrumpió su posibilidad de mando, de poder. Ésa es la diferencia. Si eres condenado en Estados Unidos no volverás a mandar. Quedas aislado. Estás acabado. Y debes estar callado aunque, a veces, en cierto punto, tengas que colaborar, de manera necesaria, con las autoridades, así sea para salvar a los tuyos, a tu dinero.
“El golpe de Estado”
“El Chapo Guzmán, explicó Saviano, sabía perfectamente que si llegaba a una prisión en Estados Unidos tendría que hablar si quería salvar una parte de su dinero, de sus rivales, porque quien ocupa ya el puesto que dejó vacante en el cártel del Pacífico se quedará con todo. Con el dinero que de seguro Guzmán Loera tiene en muchos países, en México, en EU, en Suiza, en Andorra, en Belice, en Panamá, en todas partes. “Por eso no creo que se haya entregado”, remató.
Hace unos meses un juez de Guadalajara le abrió la puerta a Rafael Caro Quintero y quedó libre.
Pensarán que exagero, pero la liberación de Caro Quintero fue peor que si hubiera ocurrido un golpe de Estado en México. Desde mi perspectiva, sólo desde mi análisis, y quiero remarcarlo, fue algo así como si los narcos le hubieran dicho al gobierno mexicano “hazte a un lado. Esta lucha es entre nosotros y Estados Unidos”. Su liberación mandó un poderosísimo mensaje al gobierno de Obama. ¿Cuál es el mensaje? Es claro, contundente: “Vieron, Caro Quintero ordenó la tortura y muerte de Enrique Kiki Camarena (el agente de la DEA) y ahora está libre”.
El mensaje, insisto, no fue al gobierno mexicano, no fue para los cárteles, ni siquiera para el pueblo de México. El mensaje fue directo a Washington.
Saviano insiste en su hipótesis. No deja nada suelto, como hace en sus libros, como hizo en Gomorra, cuando se convirtió en película de la mano de Matteo Garrone y que la llevó a ser galardonada con más de una veintena de premios internacionales, entre ellos el gran premio del jurado del Festival de Cannes en 2008. El mensaje del mundo del narcotráfico a Estados Unidos fue, siempre según Saviano: “Nosotros aquí mandamos y hacemos lo que queremos”.
Entonces, Caro Quintero regresará a sus actividades.
No lo creo. Caro Quintero estará fuera de cualquier operación. Se hará a un lado. Él ya ganó. Tuvo su victoria personalísima con su liberación.
El gobierno de México no está convencido en entregar a El Chapo Guzmán a Estados Unidos. ¿Quiere de esta forma evitar quedar fuera de esta trama, no sentirse doblegado, retomar la iniciativa para que esta lucha no sea de dos?
Para mí sería riesgoso no hacerlo. Después del episodio de Caro Quintero el gobierno mexicano no quiere extraditar a El Chapo porque quiere demostrarle al mundo que la suya es una democracia capaz de administrar sus problemas.
Creo que se equivoca, no debería ser así. Después que El Chapo gobernó durante ocho años desde la cárcel, después que El Chapo hizo de la cárcel una más de sus propiedades, después que se escapó hace trece años, qué garantía da hoy el gobierno mexicano. ¿Cree que El Chapo contará todo lo que sabe? Puede que sí. ¿Dirá todo? Veremos.
Saviano está convencido que en los 80, una vez que los cárteles colombianos cedieron a los mexicanos la distribución de la cocaína, los grandes capos de la droga, entre ellos Miguel Ángel Félix Gallardo, Rafael Caro Quintero, Ernesto Fonseca, los Carrillo Fuentes, Juan García Ábrego, los Arellano Félix, El Chapo Guzmán e Ismael El Mayo Zambada, entendieron que con reglas, con las reglas que hicieron los mafiosos italianos, incluso antes de la unidad de ese país, serían los amos. Se distribuyeron las rutas, las plazas, pero siempre bajo códigos de “honor”.
En el capítulo Big Bang, Saviano cuenta que “Los colombianos (los productores de la cocaína) tenían la costumbre de pagar cada cargamento en efectivo. Medellín pagaba y los mexicanos hacían el transporte a Estados Unidos a cambio de pesos. Luego de dólares. Sin embargo, al cabo de un tiempo Félix Gallardo intuyó que el dinero podía devaluarse y que la cocaína resultaba más conveniente: Distribuirla directamente en el mercado norteamericano sería un gran golpe.
“Cuando los colombianos empezaron a encargar más cargamentos, Félix Gallardo quiso que le pagaran en mercancía. Los colombianos no tenían alternativa y aceptaron, así que, de golpe, los mexicanos pasaron de ser transportistas a distribuidores”.
Funciona, dijo Saviano, hasta en las grandes empresas. “A menudo el distribuidor se convierte en el mayor competidor del productor, y los ingresos de la actividad superan a los de la casa madre”.
Revolución judicial
Saviano encuentra en la detención de Joaquín Guzmán Loera, el narcotraficante más importante del mundo, una ocasión inmejorable para dar un vuelco a la historia.
“Si en verdad El Chapo Guzmán se arrepiente y está dispuesto a hablar, el gobierno de México tendrá que ir a fondo y desentrañar las relaciones del narcotráfico con los políticos; investigar el dinero que llega a los grandes partidos políticos por parte del narcotráfico. De todo esto se sabe hoy poquísimo.”
Para ello, dice, es necesario tejer toda una estructura nueva, porque jueces con ganas de ir a fondo hay pocos, policías con coraje y valor hay pocos, están solos.
“Si México quiere quedarse con El Chapo debe entonces emprender una revolución judicial que le permita a la ley indagar en la política. Si esto no ocurre en México no habrá un renacimiento”.
Pintas un panorama negro.
Se vislumbra un futuro negro, pero hay que tener el valor de decirlo. México es un país joven que cuenta mucho en la manija del desarrollo del país más poderoso del mundo: Estados Unidos. Ésta es una buena oportunidad para cambiar la historia.