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"El Diablo"... “Mamá, muévete. Ya dieron dinero por mi cabeza”, dice capo en prisión

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La noche del 17 marzo de 2013, Héctor Cacique Fernández fue presentado bajo el apodo de El Diablo y capo del Cártel del Golfo (CDG), así como uno de los responsables de la masacre de siete personas en el bar La Sirenita.

Pero su principal delito no está relacionado al CDG ni a la matanza en La Sirenita en donde, entre otros, murió el subsecretario de Conflictos del Sindicato de Taxistas Andrés Quintana Roo, Francisco Achach Castro, sobrino de la exalcaldesa de Cancún, Magali Achach.

Meses atrás, el entonces director de la Policía Judicial (PJ) y ahora titular de la Secretaría Municipal de Seguridad Pública y Tránsito (DMSPT), Arturo Olivares Mendiola, le ofreció en venta una plaza en aquella corporación.

Y es que Cacique había participado en el entrenamiento de elementos de la PJ, y ahí conoció a Olivares Mendiola, capitán retirado del Ejército y excolaborador de inteligencia militar.

En la Procuraduría General de Justicia del estado (PGJ) estableció relaciones con diversos mandos, incluido el entonces subprocurador general Juan Ignacio Hernández Mora, hoy director general de Vinculación y Seguimiento del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP).

Héctor Cacique es experto en artes marciales y tenía una escuela de taekwondo en Isla Mujeres. Además impartía cursos de defensa personal y ofrecía sus servicios de guardaespaldas.

Incluso formó parte de la escolta del expresidente municipal interino, Jaime Hernández Zaragoza, y apoyó al Estado Mayor Presidencial (EMP) y a la Policía Federal (PF) en el resguardo de diplomáticos de otros países y visitantes extranjeros.

La familia de Cacique muestra fotografías del supuesto capo con Hernández Mora y Hernández Zaragoza, así como en la sede del PRI, y en operativos con la PF y el EMP.

Pero la vida de El Diablo cambió drásticamente cuando Olivares Mendiola le ofreció una plaza en la corporación, sostienen familiares de Cacique, quien el pasado lunes fue liberado del Centro de Readaptación Social (Cereso) de Chetumal, por el caso de la masacre de La Sirenita, pero fue recapturado ese día por el mismo delito y enviado a la cárcel estatal de Cancún.

La madre y hermana del presunto capo sostienen que Héctor Cacique es víctima del exdirector de la Policía Judicial, y advierten que su vida corre peligro luego de que retornó a la cárcel estatal de Cancún, en donde ya sufrió un atentado en la primera etapa de su encierro.

Durante los cursos a elementos de la PJ, Olivares Mendiola se acercó a El Diablo para ofrecerle una plaza en la corporación.

Cacique se mostró interesado y días después respondió que sí le entraba. Sin embargo, no sería gratis, pues Olivares Mendiola le pidió a cambio 150 mil pesos, pero le dio facilidades.

Le tendría que entregar la mitad y, en dos meses, el resto del dinero.

Cacique poco a poco reunió la cantidad con familiares, mediante préstamos, y se lo dio al director de la PJ.

Pero pasaron las semanas y Olivares Mendiola no lo llamaba, hasta que un día lo encaró y le pidió la plaza o que le devolviera el dinero.

“No te voy a dar nada y hazle como quieras”, respondió el exjefe de la PJ.

Cacique le advirtió que denunciaría los hechos ante el procurador (Gaspar Armando García Torres).

Y desde entonces ya no quiso saber más del capitán.

Pero lo volvió a ver la mañana del 17 de marzo de 2013, en los separos de la PJ.

La noche anterior, Cacique, su novia y un amigo acudieron a la discoteca Mandala, en la zona hotelera.

Elementos de seguridad privada del antro apreciaron que Cacique se peleaba con su amigo y llamaron a la Policía Turística Municipal.

Cacique fue detenido y consignado al Ministerio Público “por ultrajes a la autoridad”. Y en los separos de la PJ El Diablo volvió a ver a Olivares Mendiola. Y a las pocas horas ya era uno de los culpables del mutihomicidio de La Sirenita.

Pero antes fue sometido a severa golpiza por el propio Olivares Mendiola, quien le dio una patada en la cabeza, a la altura de la oreja.
“Mi hijo está pagando las consecuencias de haber hablado”, sostiene Yaskade Fernández.

“Lo acusa a (Olivares Mendiola) y a la semana siguiente es culpable de una ejecución”, agrega.

La abogada Ana Cortés denuncia que Héctor fue reaprehendido con base en los mismos hechos, por lo que un juez federal revocó la formal de prisión y ordenó su libertad, pues fue inculpado con su propia confesión, obtenida a partir de torturas.

Son las mismas acusaciones, pero ahora con la causa penal radicada en otro juzgado penal, señala la defensora.

En contraste, refiere que en mayo pasado la familia presentó una denuncia a penal por tortura, la 42/2013.

“Pero este expediente no camina”, lamenta.

Por lo pronto, El Diablo cumplió su segunda noche de regreso a la cárcel estatal de Cancún, pero su madre, que lo visitó ayer, advierte: “Me dijo: ‘Mamá, muévete. Ya dieron dinero por mi cabeza. Pusieron hasta el viernes como límite’”.







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