Dionicio Loya Plancarte, El Tío, uno de los cinco jefes de Los Caballeros Templarios –actualmente preso en el penal del Altiplano– confesó que antes de meterse a la delincuencia organizada a finales de los noventa, fue un próspero refresquero en las rancherías de Apatzingán y exitoso agricultor de melones en Holanda, Michoacán.
El Tío, de 60 años, arrestado el pasado 27 de enero en su casa de Morelia, gracias al aviso que dos mujeres dieron a elementos del Ejército mexicano que patrullaban la capital de Michoacán, intentó atacar a los soldados con una ametralladora Uzi, al tiempo que los amenazaba: “no saben con quién se meten, soy el mero jefe de Los Caballeros Templarios”, según la indagatoria PGR/SEIDO/UEIDCS/028/2014.
En ese mismo documento ministerial, Loya Plancarte afirmó que él no fue reclutado para dedicarse a tareas del narcotráfico en La Empresa, La Familia Michoacana y Los Caballeros Templarios, sino para “dar cursos de superación personal”, “regenerar jóvenes” para que “fueran mejores personas”.
“Trabajé en una refresquera”
En la declaración ministerial, Loya Plancarte, quien estuvo en la lista de los 37 narcotraficantes más buscados de México y por el cual había una recompensa de 30 millones de pesos, pariente de Enrique Plancarte Solís, muerto el lunes pasado, dijo que por su edad, hace año y medio fue “jubilado”, que por eso le quitaron toda autoridad dentro del grupo delictivo.
“Yo, en la década de los setentas y principios de los ochentas me encontraba trabajando para la empresa conocida como Coca-Cola, en donde me desempeñaba, era integrante del sindicato.
“Pero debido a que me consideraban como un problema, ya que yo era muy grillero, dentro de la empresa vieron la manera de separarme, dándome la oportunidad de repartir por mi cuenta refrescos en las rancherías de Apatzingán. En esa época la verdad me estaba yendo bien económicamente”, declaró El Tío.
Fue entonces cuando Loya recibió la oferta de la empresa refresquera para que les vendiera los dos camiones que tenía el hoy acusado de narcotráfico y relacionado en al menos 14 averiguaciones previas, “así fue como me liquidaron en la empresa Coca-Cola”, refiere en su declaración ministerial, donde se confirma que trató de huir de los efectivos militares escondiéndose en un compartimento secreto de un clóset en su casa de Morelia.
Después de la salida de la refresquera, dijo El Tío, a mediados y finales de los ochenta, hubo un auge de siembra de melón. Explica que asociados con un grupo de japoneses que ponían el dinero y los lugareños la tierra y el trabajo, “recibíamos buena cantidad de las utilidades”, dijo Loya.
Recordó que pasado un tiempo las cosas en la cosecha de melón no fueron tan buenas y que el negocio se fue diluyendo. En ese contexto es que el jefe templario declaró ministerialmente sus dotes para relacionarse con la gente y su enrolamiento a las filas de la delincuencia organizada.
“Recuerdo desde siempre que tenía facilidad para relacionarme con la gente, incluso yo me consideraba como un mayordomo, es decir, representaba a varios de mis paisanos siempre pensando que nos fuera mejor…
“No recuerdo la fecha exacta pero fue a finales de los años noventa, cuando en una ocasión al estar en el pueblito de Holanda llegaron varias personas armadas y me dijeron, ‘o trabajas o te chingas’, y me dijeron que me fuera a trabajar a la sierra para El Más Loco, de quien sabía que se llamaba Nazario Moreno González, que se dedicaba a trabajar en la sierra sembrando mariguana”.
La declaración
De acuerdo con la declaración ministerial rendida por El Tío, el 28 de enero pasado y donde se asienta que dos hombres que cuidaban a Loya el día de la captura lograron escapar a la acción de la justicia, afirmó que hace casi 25 años no le quedó más remedio que unirse a El Chayo, que según Loya, además de El Doctor o El Más Loco, era conocido entre los suyos como El Dulce, aunque no explica por qué lo llamaban así.
En el documento de la Procuraduría General de la República se asienta que el inculpado de cargos contra la salud y posesión de armas exclusivas de usos de las Fuerzas Armadas y que en 2013 intentó hacer la misma jugarreta de hacerse el muerto como lo hizo El Chayo en 2010, aceptó contestar un cuestionario de 60 preguntas.
Las respuestas de El Tío Plancarte
Aunque en la mayoría responde que no conoce nada de lo que el Ministerio Público Federal le pregunta, sí contesta algunas, como las siguientes:
—Que indique el declarante cómo está estructurada actualmente la organización de Los Caballeros Templarios, es decir quienes son los jefes máximo; a quién le reporta directamente y cuántas personas tiene bajo su cargo.
Respuesta: el jefe máximo viene siendo Nazario Moreno, El Más Loco, y ya no le reporto a nadie, y no tengo personal bajo mi cargo.
—Que diga el declarante cuáles son las funciones dentro de la organización de Los Caballeros Templarios, señalando la forma de cómo lo hace, fechas aproximadas y lugares en donde ocurrieron los hechos.
Respuesta: Mi función era con los jóvenes, los trataba de educar y esto era en alguna casa que se conseguía para esto.
—Que diga el declarante cuales son los municipios y áreas que controla.
Respuesta: yo ya no controlo nada, no tengo injerencia.
—Que diga el declarante cómo fueron los inicios en las actividades del tráfico de drogas.
Respuesta: que yo no ingresé a la actividad del narcotráfico, sino más bien fui invitado entre comillas para dar cursos de superación personal; entre las actividades estaba regenerar a los jóvenes para irlos encausando a que fueran mejores personas.
Interrogado por el Ministerio Público Federal sobre la emboscada ocurrida en 2009, en la carretera Morelia-Apatzingán, donde murieron 12 policías, hecho en el que las autoridades los implicaron directamente, Loya Plancarte, dijo no tuvo acceso a esa información.
Sobre los atentados a diversas camionetas de reparto, entre ellas las de Sabritas, el jefe templario, dijo que supo que esa acción se mandó hacer porque los jefes del narcotráfico en Michoacán sabían que esos vehículos había sido tripulados por policías infiltrados.