No es una vigilia concurrida. La sala de la funeraria luce semivacía. A Yuriana Castillo Torres, asesinada en Culiacán luego de que fue levantada por un grupo armado, se le ofrece una misa de cuerpo presente a la que acuden no más de veinte dolientes. Afuera esperan cuatro o cinco hombres y tres o cuatro mujeres que conversan en voz baja. Una pareja de niños chirotea por los pasillos, ajenos a la desolación.
Apenas unos minutos antes, el procurador de justicia, Marco Antonio Higuera Gómez, dijo que la mujer murió asfixiada por ahorcamiento. Ni un dato más. Su madre, Norma Torres, emparentada con Javier Torres el JT y Manuel Torres, el Ondeado, había dicho a Ríodoce que no tenía ningún impacto de bala en el cuerpo y que le habían fracturado el cuello.
“Pero no me importa ya qué pasó, ya me la quitaron ya se la llevaron…”.
Madre de un hijo con Rodrigo Aréchiga Gamboa, el Chino Ántrax, Yuriana Castillo había sido levantada la mañana del martes 6, cuando salía de un gimnasio ubicado en el Desarrollo Urbano Tres Ríos.
La noticia corrió como reguero de pólvora por su relación con uno de los jefes de sicarios de Ismael Zambada García, el Mayo. Y por ser una celebridad en lo que se conoce como la “farándula buchona”.
Al día siguiente, al amanecer, una camioneta bajó en reversa por el bulevar Paseo de las palmas, entre Juan Aldama y Río Tabalá, en la colonia Guadalupe. Se detuvieron frente a un terreno baldío y dos hombres dejaron caer un bulto envuelto en sábanas blancas mientras gente que hacía ejercicio en la zona los observaba creyendo que tiraban basura.
Era el cuerpo de Yuriana.
Velada ahora en la Funeraria San Martín de Montebello, será sepultada mañana al mediodía, en Jardines del Humaya.
Mientras, en la sala reposan ofrendas “De su esposo Rodrigo”, “De su madre, Norma Torres”… “De sus hijos”… “De todos los Ántrax”.