Durante los últimos meses la estrategia antidrogas en este país ha golpeado de manera muy significativa a la red de proveedores de cocaína del cártel mexicano de Los Zetas, que perdió a tres abastecedores clave: Ericson Vargas Cardona, alias Sebastián; Daniel El Loco Barrera, y Henry de Jesús López Londoño, Mi Sangre, indica un informe de la Policía Nacional de Colombia (PNC).
De acuerdo con el reporte, al que accedió Proceso, Mi Sangre, capturado en Argentina el 30 de octubre pasado, “se constituyó en el principal proveedor de estupefacientes del cártel de Los Zetas a través del Golfo de Urabá”, localizado en la región caribeña-colombiana, en la frontera con Panamá.
En el momento de ser capturado, en el exclusivo restaurante Fettuccine Mario de la población bonaerense de Pilar, el narcotraficante colombiano y cabecilla de la banda criminal Los Urabeños “preparaba una reunión con integrantes del cártel de Los Zetas”, con quienes según la PNC mantenía una estrecha relación de negocios que lo llevó a viajar a México en diversas ocasiones con un pasaporte falso que lo ostentaba como ciudadano de ese país.
Los golpes de la policía colombiana también han diezmado, aunque en menor medida, a la red de abastecimiento de drogas de Joaquín El Chapo Guzmán, jefe del Cártel de Sinaloa y archienemigo de Los Zetas, con quienes libra una feroz guerra que ha dejado centenares de bajas en ambos bandos en varias regiones de México.
En enero pasado, un “enlace” del Chapo en Colombia, Pedro Luis Zamora Caicedo, fue capturado en Bogotá. Su extradición a Estados Unidos fue autorizada hace unos días por la Corte Suprema de Justicia en una resolución que establece que el delincuente “admitió trabajar para Joaquín Guzmán Loera, líder del cártel mexicano de Sinaloa, y repartía cargamentos de cocaína a dicho cártel”. Sólo falta la firma del presidente colombiano Juan Manuel Santos para que el operador del Chapo sea extraditado y sometido a juicio en una corte federal en Nueva York.
Antes de la captura de Mi Sangre, Los Zetas habían perdido a otro de sus proveedores colombianos de cocaína: Sebastián, jefe de la Oficina de Envigado, heredera de la estructura criminal del desaparecido Cártel de Medellín. El capo, detenido el 8 de agosto pasado en su natal departamento de Antioquia, “fue determinante en el despliegue internacional para el tráfico de estupefacientes a organizaciones criminales internacionales como Los Zetas en México”, indica el reporte.
El 18 de septiembre anterior, unas semanas después de la captura de Sebastián, fue detenido en Venezuela El Loco Barrera, considerado el último gran capo colombiano de la droga y quien durante años fue el principal enlace en este país de los cárteles mexicanos.
De acuerdo con la PNC, Barrera –cuya extradición a Estados Unidos ya fue autorizada por el presidente Santos–, fue socio del Chapo, pero tuvieron disputas por el liderazgo regional del narcotráfico y acabó aliado a Los Zetas, a quienes suministraba cargamentos de cocaína.
En noviembre de 2011 había caído, también en Venezuela, otro socio importante de Los Zetas, Maximiliano Bonilla, Valenciano, antiguo jefe de la Oficina de Envigado.
El principal golpe que ha sufrido una organización criminal asociada al Chapo Guzmán en Colombia se produjo el año pasado, cuando la PNC cerró el cerco al clan Cifuentes Villa, una familia de narcotraficantes de Medellín.
En agosto de 2012, Dolly Cifuentes Villa fue extraditada a Estados Unidos, y tres meses después su hermano Jorge Milton fue capturado en Venezuela. El Departamento del Tesoro de Estados Unidos los consideraba parte de la estructura del Cártel de Sinaloa en Colombia.
Reacomodos
De acuerdo con el informe de la PNC, la salida de capos representativos del escenario criminal en Colombia que se ha registrado en los últimos meses “generó un impacto en la articulación del tráfico internacional de drogas y un periodo de reacomodamiento de las alianzas que modificó las tipologías de tráfico y de negociación”.
“La pérdida de contactos directos –agrega el documento– obligó a los narcotraficantes mexicanos a ubicar países satélite, como Ecuador, Bolivia y Venezuela, para enlazar rutas y coordinar negocios de tráfico.”
El director general de la PNC, general José Roberto León Riaño, dice a Proceso que Colombia siempre ha pugnado por un trabajo articulado a nivel regional e internacional en contra del narcotráfico porque es la única manera de evitar “el desplazamiento y el efecto globo del delito”.
Los cultivos de coca destruidos en Colombia en la última década fueron repuestos en gran parte en Bolivia y Perú, mientras que los laboratorios de procesamiento de esa droga en el país fueron desplazados a zonas limítrofes con Venezuela y Ecuador.
León Riaño sostiene que sin una lucha regional antidrogas “más articulada y en red” es imposible evitar el efecto globo. “Los narcotraficantes siempre buscan alternativas –plantea–. Lo que nos preocupa ahorita, por ejemplo, es el tráfico hacia el sur del continente para llevar la droga a países africanos y llegar por esa vía a Europa. Inclusive están bajando la cocaína al sur del continente y la vuelven a subir por el Caribe para llevarla a Estados Unidos. Ellos viven explorando nuevas posibilidades para eludir los controles”.
Al explicar la estrategia colombiana contra el narcotráfico, León Riaño menciona al servicio de inteligencia como “el principal factor de desequilibrio en la lucha contra el narcotráfico. Ha sido fundamental en el desmantelamiento de los cárteles de la droga y en la captura de los cabecillas del narcotráfico”.
–¿Y no le parece, general, que después de tantas muertes y del alto costo que ha tenido la guerra contra el narcotráfico, incluso a la luz de los éxitos de Colombia, ha llegado la hora de pensar en estrategias alternativas, como la despenalización?
–Nosotros estamos de acuerdo con lo que ha dicho nuestro presidente (Santos), que hay que buscar alternativas para que la lucha contra el narcotráfico tenga mayor contundencia y efectividad. Nos parece que el reciente estudio de la OEA (presentado el pasado 17 de mayo en esta capital y el cual pide a los gobiernos flexibilidad para evaluar opciones, como la despenalización de la mariguana) es un buen insumo para discutir el tema a nivel de cada país y a nivel internacional.