Angélica narra el momento en que un hombre con un cuerno de chivo secuestró un camión de pasajeros en Reynosa, Tamaulipas. Ella sólo iba a su trabajo.
"¡Tírense al piso o los mato!", les ordenó gritando a los pasajeros el hombre que, con un cuerno de chivo en las manos, subió al camión de la ruta de La Cañada, en Reynosa, Tamaulipas.
Angélica iba entre los pasajeros. Salió de su casa y tomó el camión. "Normal. Iba para mi trabajo", cuenta la joven de 19 años.
Cuando la pecera circulaba por la colonia El Olmo, en la ciudad de Reynosa, un tipo con un cuerno de chivo subió al camión. Ordenó a los pasajeros tirarse. La orden estuvo acompañada de una amenaza de muerte:
-¡Tírense al piso! ¡Todos al piso, culeros! ¡O los mato! ¡Ya valió verga!, les dijo.
Quitó al chofer del volante y le disparó con la AK-47. Angélica, desde su posición, vio la flama que produjo el arma. "Todo fue silencio. Pensé que nos mataría a todos", cuenta.
Mientras la joven se cubría, un señor aprovechó el momento: "me abrazó morbosamente. Ya sabes, con las cosas así la gente no respeta".
El camión estaba secuestrado. "Una señora embarazada se orinó. Una anciana temblaba. Había niños. Algunos grabaron con su celular. Dos chavos se reían y decían ojalá y si violan a las viejas, nos dejen cogerlas también", cuenta Angélica a través de una conversación en mensaje directo por Twitter.
El vocero del gobierno de Tamaulipas, Guillermo Martínez, informó que cinco presuntos delincuentes murieron y un militar fue gravemente herido en los enfrentamientos armados que se produjeron entre las 9:00 y 10:30 horas de este viernes, en la ciudad de Reynosa.
El funcionario estatal detalló que fuerzas federales y estatales decomisaron una casa donde se refugiaban delincuentes, además de ocho armas largas, 125 cartuchos de diferentes calibres y seis vehículos.
Martínez explicó que las balaceras ocurrieron, luego de que elementos de las secretarías de la Defensa Nacional, de la Marina, seguridad estatal y la Policía Federal acudieron a liberar los bloqueos viales en la ciudad.
Agregó que hubo tres bloqueos en la ciudad: uno se registró en la salida a la carretera San Fernando, el otro en el bulevar Luis Donaldo Colosio, y otro en el centro de la ciudad.
El vocero aclaró que "unos dicen que hubo más bloqueos, porque hubo una persecución". En uno de ellos estuvo Angélica.
Sonidos de sirenas comenzaron a escucharse cerca. Los soldados se acercaban. El hombre armado atravesó la camioneta sobre la vialidad y se echó a correr.
Un pasajero se levantó y tomó el volante del camión. Abrió paso a los soldados.
Mientras el sicario trataba de huir, alguien gritó: "maten a ese perro que va ahí corriendo". El hombre armado disparó contra los soldados. Se escuchó el intercambio de disparos. Las fuerzas federales "detonaron un arma con sonido muy fuerte. Comencé a llorar", dice Angélica.
Los militares repelieron la agresión. "Estaba muerto en la brecha".
Angélica registró el momento. No era su primera balacera, sino la décima. En una de ellas, su jefe murió. Era 5 de mayo. El cuerpo del jefe de promoción de un negocio quedó tirado afuera de una tienda Walmart.
Ese día, el Grupo de Coordinación Tamaulipas reportó que policías federales fueron atacados por integrantes de un grupo delincuencial cuando realizaban patrullajes, por lo que inició una persecución que finalizó en la entrada del estacionamiento de un centro comercial ubicado en el Bulevar Hidalgo y Avenida El Pasito, en Reynosa.
En el lugar cuatro de los agresores, que se desplazaban en un vehículo Ford Crown Victoria dorado y sin placas de circulación, murieron al intentar escapar. Tres de los cuerpos quedaron sobre el pavimento, mientras que el cuarto quedó en el interior del vehículo, informó el Grupo de Coordinación Tamaulipas.
Angélica explica que después del secuestro del camión, el asesinato del chofer, la llegada de los soldados, la balacera y la muerte del delincuente, uno de los militares tomó el asiento del conductor y manejó el camión. Lo estacionó.
Un médico militar preguntó a los pasajeros si alguno estaba herido. Nadie contestó. Un soldado dijo a los pasajeros: ¡bájense!