Algo tienen en común estas mujeres que corren con prisa hacia la muerte: son artificiosamente hermosas, lucen prendas y joyas baratas y caras, se mueven en autos de lujo, suyos o ajenos, y tienen amigos, novios, esposos o amantes narcos.
Tienen el vicio de autorretratarse —ahora que están de moda las selfies— y se dejan fotografiar, vestidas, semivestidas, en trajes de baño, en la recámara de su casa o en los baños de los antros, solas o en grupo, con amigas y con amigos. Y algunas se destrozan entre sí en las redes sociales, acusándose de “robamaridos”, “nacas”, “putas”, “reputas”, “putísimas”.
Les encanta la red, ahora infinita. Por eso empezaron a lucirse en los blogs; más tarde se trasladaron a los metroflogs, luego a Facebook, después a Youtube y ahora se exhiben en Instagram.
Armadas siempre con sus bolsos de lujo, que pueden ser Moschino, Chanel, Gucci o Louis Vuitton, frecuentan las plazas comerciales, viajan —en México y al extranjero— y son dueñas de las pistas en los antros culiches de moda y en las narcofiestas.
Siempre habrá, en los metros y en Facebook, fotografías de ellas aferradas a una copa de champán, aunque al fondo se vea al grupo de chirrines que amenizó el reventón. Y que no falte la pose con el Cuerno de chivo sobre sus piernas, colgado al hombro y hasta disparando.
Pero son las mismas que mueren a golpes, ahorcadas, después de un “asalto”, de un tiro en la cabeza, ejecutadas con saña incomprensible, como si fueran peligrosas criminales, y hasta en “enfrentamientos” con el Ejército.
Son las divas de la farándula buchona: carne de cañón.
Javier Torres e Ivis Valenzuela. Fin trágico. |
El destino de las reinas
El asesinato de Susana Flores Gámez —Mujer Sinaloa 2012— por fuerzas del Ejército durante la persecución de Orso Iván Gastélum Cruz, el Cholo, llamó la atención pública sobre la propensión de muchas mujeres sinaloenses a relacionarse con el mundo narco.
Fue la madrugada del 24 de noviembre de 2012, durante una balacera que comenzó en Caitime, municipio de Salvador Alvarado. Un comando militar llegó al pueblo en busca de ese gatillero de Joaquín Guzmán Loera, al que habían ubicado en una casa de seguridad. Cuando llegaron por él se desató la balacera y la persecución. El Cholo y algunos de sus cómplices huyeron buscando refugio en otros pueblos. Adelante de El Palmar de los Leal fueron alcanzados y el Cholo dejó sola a la jovencita, con la instrucción de que se rindiera. “No te harán nada —le habría dicho— diles que te traía secuestrada”. Pero fue abatida por los militares en cuanto salió del vehículo. Según la versión del Ejército, dispararon porque “se bajó con un Cuerno de chivo en la mano”.
Karla Contreras. La vida intensa y breve. |
Otras bellezas habían pasado ya por trances traumáticos relacionados con el narcotráfico. Cuatro años antes, en diciembre de 2008, Nuestra Belleza Sinaloa 2008, Laura Zúñiga Huízar, fue detenida en el aeropuerto de Guadalajara junto con siete hombres armados y miles de dólares. Tiempo después recobró su libertad.
Otro hecho que impactó en Culiacán y en el país entero fue el de una joven de 18 años que fue asesinada como el más peligroso de los criminales. El 30 de junio de 2013, la joven Karla Contreras circulaba en el sector de La Campiña cuando fue acribillada. Le dispararon con dos pistolas, una Matapolicías, calibre 5.7 y una .45. Karlita, como le decían sus amigos, conducía una camioneta marca Cadillac modelo Escalade 2008, negra, con placas VMX 9677, que estaba a nombre de Eduardo Velázquez Juárez, con domicilio en la comunidad de El Melón, en Quilá.
Al realizar las pesquisas del caso, la policía encontró que a ese mismo nombre estaban registrados 81 juegos de placas más, lo cual generó en el Gobierno cambios para controlar la emisión de placas, pero nunca aclaró el homicidio, o al menos nunca se castigó a nadie.
El Melón pertenece a una zona controlada por el narcotraficante Dámaso López Núñez y es una comunidad frecuentemente visitada por Joaquín Guzmán Loera, donde han ocurrido enfrentamientos entre las fuerzas federales y narcotraficantes.
La joven asesinada había sido electa un mes antes como reina de la Facultad de Contabilidad y Administración (FCA) de la Universidad Autónoma de Sinaloa, durante los festejos del Día del Estudiante.
Ya se movía en un ambiente que le exigía ser más bella y eso la condujo a varias cirugías estéticas, algunas de ellas presumidas por ella misma en las redes sociales. Su círculo cercano de amigos estaba conformado por narcos y amigos de narcos, y pistoleros de narcos.
No se sabe que hubiera incursionado en el crimen en alguna de sus variantes y más bien la creencia generalizada —porque no hay un informe oficial de la investigación— es que se trató de un ajuste mortal provocado por amoríos encontrados, haya sido hombre o mujer el autor o la autora intelectual del crimen.
La extraña muerte de Ivis
No es Karlita la única joven de la farándula buchona asesinada en Culiacán. El 4 de junio de 2012 murió en una clínica de la ciudad una mujer de 33 años que había sido herida durante un presunto asalto en una plaza comercial. Se llamaba Ivis Hasel Valenzuela Olachea y era una más de las mujeres que, con frecuencia, acudían a las narcofiestas.
Según los informes policiacos, el 9 de mayo de ese año fue atacada a balazos durante un asalto en el que intentaron despojarla de su vehículo. La mujer fue internada en la clínica de Rehabilitación y Especialidades con impactos de bala en diferentes partes del cuerpo. Fue intervenida quirúrgicamente pero finalmente falleció tras 27 días de permanecer hospitalizada.
Desde meses antes de estos hechos, circulaban ya en las redes sociales fotografías de Ivis Valenzuela haciendo pareja con Javier Torres, uno de los hijos del JT, con quien sostenía, se decía entonces, una relación sentimental.
Yamileth y la furia de la Puerca
La noche del 5 de octubre de 2010 ocurrió en Las Quintas otro crimen igualmente “inexplicable”. Una joven madre de dos hijos, Yamileth Bonilla Pérez, de 18 años de edad, fue asesinada a balazos mientras dormía en su domicilio, ubicado en la calle cerrada Isla de Lobos.
La atacaron con Matapolicías. Los sicarios entraron a su casa y le dispararon al menos en nueve ocasiones.
Tampoco en esta ocasión —¡Oh, milagro!— la procuraduría de justicia aclaró el crimen. Y al parecer ni lo investigó, pues empezó a circular la versión de que el homicidio estaba relacionado con el asesinato de Marcial Fernández, hijo de Manuel Fernández Valencia, un narcotraficante michoacano que había hecho sociedad con el cártel de Sinaloa y avecindado en Culiacán.
Se dijo entonces que Marcial, quien viajaba en un Ferrari, fue confundido con Iván Archivaldo Guzmán, pero también corrió la versión de que alguien lo había “puesto”. El crimen fue cometido el 29 de agosto de 2010 en la colonia Las Quintas, a dos cuadras de una caseta de policía. Cuando mataron a Yamileth, el crimen se relacionó con la venganza de la Puerca o el Animal, como le decían al padre de Marcial, pues la joven era amiga de su hijo.
Fernández Valencia enloqueció. Hasta la muerte de Marcial, pocos lo conocían y públicamente nadie lo hacía en este mundo. Tenía un perfil muy bajo, aunque su nombre ya aparecía en archivos de la DEA desde principios de la presente década.
ero ante el cuerpo inerte de su hijo habría jurado que la afrenta no quedaría impune:
“No es el hijo del Chapo ni del Mayo a quien mataron sino mi hijo, y eso no se va a quedar así nada más”, habría dicho el Animal durante el funeral de su hijo, según revelaron personas que estuvieron ese día en el lugar.
Un mes después de la muerte de Marcial cayó en manos del cártel de Sinaloa el presunto responsable del crimen: se llamaba Israel Rincón Martínez y le decían el Guacho.
En esas fechas fue subido a Youtube un video en el que lo están interrogando y una semana después apareció muerto por los rumbos de Navolato, con el cuerpo destrozado.
El crimen de Yamileth ocurrió horas después de que el video fue publicado y también se relacionó con la furia de la Puerca.
En esos mismos días fue levantada una hija del legendario Gonzalo, el Chalo Araujo, de nombre Aislín, a la que se atribuía una relación amorosa con el Guacho. Pero la intermediación de las familias narcas de Culiacán lograron salvarla.
Manuel Fernández fue detenido un mes después por la Policía Federal, en el hotel Tres Ríos, en la salida norte de Culiacán, junto con siete sicarios que se encontraban con él.
En la declaración hecha a la SFSP, Fernández Valencia dijo que a su hijo lo habían matado porque lo confundieron con Iván Archivaldo Guzmán, quien conduce un auto similar y del mismo color, solo que marca Lamborghini.
El crimen de Yuriana Castillo
El crimen de Yuriana Castillo Torres se cometió de otro modo, pero parece tener el mismo fondo: las animadversiones que genera la farándula buchona, permeada de pies a cabeza por un glamour barato pero igualmente peligroso, que se consigue con mucho dinero, droga, bebidas importadas, poder, impunidad… armas. Y en medio de todo esto, las envidias, los celos, las intrigas, la desconfianza en el o la que está al lado.
No hubo disparos ni piel quemada en una muerte atípica para la mafia. Fue levantada el martes 6 de mayo cuando salía del gimnasio. Se la llevaron en medio del estupor de dos o tres personas que vieron el secuestro. En la avenida Rotarismo quedó la camioneta Grand Cherokee en que viajaba, placas VMY5766. La policía llegó y al percatarse de quien se trataba, designó a un “grupo especial” de investigadores.
Yuriana había tenido un hijo con Rodrigo Aréchiga Gamboa, el Chino Ántrax, y estaba considerada como una de las parejas del hombre que fue detenido en Holanda el 31 de diciembre pasado. La noticia, por el personaje que implicaba, le dio la vuelta al país esa misma mañana, pero ni así el “grupo especial” pudo hacer nada. Menos de 24 horas después el cuerpo de la joven fue arrojado de una camioneta que entró en reversa por el bulevar Paseo de las palmas, en la colonia Guadalupe, justo atrás de la preparatoria Salvador Allende, de la UAS.
El vehículo se detuvo frente a un terreno baldío y dos hombres dejaron caer un bulto envuelto en sábanas blancas, mientras algunas personas que hacían ejercicio en la zona los observaron creyendo que tiraban basura. Era el cuerpo de Yuriana.
Alguien dio aviso a la policía cuando se percató que, al parecer, lo que yacía entre el pasto seco y el escombro era un cuerpo. Poco a poco los curiosos fueron rodeando el hallazgo. Hasta que llegó la policía con su estruendo de matras y sus cintas amarillas. “Es la morra del Chino”, se aventuraba por los whatsapps. El cuerpo envuelto estaba atado de los extremos con cable eléctrico.
El adiós de los Ántrax
No es una vigilia concurrida a eso de la una y media de la tarde del jueves. La sala de la funeraria San Martín de Montebello luce semivacía. A Yuriana Castillo se le ofrece una misa de cuerpo presente a la que acuden no más de veinte dolientes. Afuera esperan cuatro o cinco hombres y tres o cuatro mujeres que conversan en voz baja. Una pareja de niños chirotea por los pasillos, ajenos al duelo.
Apenas unos minutos antes, el procurador de justicia, Marco Antonio Higuera Gómez, dijo que la mujer murió asfixiada por ahorcamiento. Ni un dato más. Su madre, Norma Torres, emparentada con Javier Torres el JT y Manuel Torres, el Ondeado, había dicho a Ríodoce que no tenía ningún impacto de bala en el cuerpo y que le habían fracturado el cuello.
“Pero no me importa ya qué pasó, ya me la quitaron, ya se la llevaron…”.
Doña Norma, que vive en los Estados Unidos —en realidad Yuriana era ciudadana estadunidense y el hijo que tuvo con el Chino Ántrax también—se trasladó a Culiacán para las exequias de su hija.
Habló con el administrador de Jardines del Humaya, donde sería sepultada, para que le asignaran una tumba donde pudiera estar arriba. En vida, dijo su madre, me dijo que si algo le pasaba no la enterraran hasta el fondo, que quería estar arriba para sentir a su gente cuando llegaran a visitarla.
Por el velatorio pasan las Torres —Yasira, hija del Ondeado y María Luisa, hija del JT— las Félix, las Araujo, los amigos de Yuriana y sus familiares. Algunos ya dejaron o mandaron sus ofrendas: “De su esposo Rodrigo”, “De su madre, Norma Torres”… “De sus hijos”… “De todos los Ántrax”.