Luego de grabar dos discos con un sello independiente, Gabriel y su banda comenzaron a promocionarse y a tocar en diversos eventos gracias a los cuales comenzaron a darse a conocer a nivel nacional.
La banda de este músico originario del municipio de Mante se hizo popular entre los jóvenes locales, razón por la que era contratada constantemente para eventos públicos y privados. En 2012, en una celebración del Día del Niño, un empresario le solicitó sus servicios para amenizar un evento en el estadio de béisbol de Reynosa.
Gabriel aceptó sin saber que ese sería el principio de su retirada del estado fronterizo.
“Al poco tiempo me enteré que la persona que nos contrató, trabajaba para una banda delincuencial en el estado. Me enteré por conocidos que al individuo le gustaba nuestra música y que nos buscaría para futuros eventos. Tuve un poco de miedo porque no quería que me relacionaran con esas personas”, comenta Gabriel.
Después, en una sesión de práctica para amenizar otro evento, la banda fue sorprendida cuando un grupo de civiles armados llegaron al lugar donde tocaban, y, uno a uno, los golpearon y se los llevaron a dar un “paseo” por la ciudad.
“Me dicen que andas trabajando con los ‘contras’, ¿qué chingados te pasa?, ¿tienes contacto con ellos?, ¿andas vendiendo mugrero?, te vamos a dar una calentadita para que le bajes de huevos”, recuerda Gabriel que le dijeron los secuestradores.
Tras la agresión, los hombres armados abandonaron al músico en una de las salidas de Victoria, no sin antes amenazarlo de que no podría presentarse más a trabajar en la ciudad, porque de lo contrario, tendría problemas con los que “controlan la plaza”.
La banda de rock tuvo miedo de poner la denuncia ante las autoridades, porque había escuchado que estaban coludidas con los delincuentes. Así que todos los integrantes del grupo optaron por abandonar Tamaulipas y trasladarse a diversos lugares de la República; Gabriel decidió refugiarse en la Ciudad de México.
“A los pocos meses, me enteré que un grupo de vallenatos, a quienes conocíamos (Kombo Kolombia), los levantaron en Nuevo León y los mataron por tocar para el bando equivocado; de no habernos ido de Tamaulipas, quizás algo así nos hubiera ocurrido”, detalla el tamaulipeco.
Ahora, se dedica a dar clases de música en la capital del país y también ofrece algunas tocadas en bares capitalinos; extraña a sus amigos, conocidos y familiares que todavía viven en el estado que lo vio nacer.
“Uno se entera a diario que levantaron a tal persona, que andan extorsionando a fulanito, que a los grupos musicales de todos los géneros los tienen a cuota o vendiéndoles droga en las presentaciones en las discos y antros, es una verdadera pena”, puntualiza. Fin.