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"El narcotráfico terminó devorándonos"

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El secuestro de Diego Echeverría en 1971 conmocionó al Medellín de aquella época, en la que los secuestros aún no se convertían en un lugar común, y supuso el inicio de la violenta transformación que invadió a la ciudad en los siguientes años. El colombiano Jorge Franco se basó en este hecho para crear El mundo de afuera.

Franco, quien se dio a conocer con la novela Rosario Tijeras en 1999, -una historia protagonizada por una bella sicaria, que fue llevada al cine y a la televisión-, ganó la XVII edición del Premio Alfaguara con esta novela, la cual combina "elementos de fábula y cuento de hadas, y rasgos expresivos de un momento de violencia y crisis", aseguró Laura Restrepo, presidenta del jurado, al anunciar el resultado. 

Desde 1998, el Premio Alfaguara de Novela ha sido entregado a Elena Poniatowska, Tomás Eloy Martínez, Xavier Velasco, Laura Restrepo, Santiago Roncagliolo, Andrés Neuman, Hernán Rivera Letelier, Juan Gabriel Vásquez, José Ovejero, por mencionar algunos. “Me llena de orgullo y satisfacción engrosar esa lista. Son autores muy admirados y casualmente he sido un lector fiel de los premios Alfaguara durante todos los años”, dice Jorge Franco en entrevista para Milenio.

“Recibir este premio me llena de confianza y de seguridad para seguir adelante”.

Este es un libro que cuenta una Medellín que ya no existe, que en esa época era idílica, paradisíaca. Nada parecida a lo que se conoció después y que el mismo autor contó en Rosario Tijeras. “Este es un Medellín que me tocó en mi infancia, que quise recuperar y rendirle un homenaje”.

El secuestro de Don Diego, sin estar ligado al tema del narcotráfico, logró sacudir a la ciudad colombiana  y mostrar su vulnerabilidad ante la violencia, fue una suerte de premonición para lo que vendría. De acuerdo con el autor, este incidente fue un anunció de que podían convertirse en una sociedad violenta.

“El narcotráfico era como un pequeño monstruo que creíamos que podíamos dominar, pero creció y terminó devorándonos”, explica Jorge sobre los factores que volvieron vulnerable a Medellín. Su incursión no fue gratuita, “teníamos el terreno abonado para que esto sucediera”. Existían cinturones de miseria en los que muchos jóvenes no encontraban los espacios necesarios para expresar sus inquietudes y que vieron en el narcotráfico una forma de escalar. El crimen los aprovechó para crear su brazo armado. 

Durante su infancia, Jorge tenía de vecino a Don Diego, quien vivía en una replica de castillo europeo. Ese lugar estaba rodeado de mitos urbanos y resultaba una gran ventana a la imaginación. Asegura tener imágenes muy nítidas de aquella época, sobretodo los que son más cercanos al secuestro, porque fue un impacto para todos. 

El mundo de afuera está basado en personajes reales, que investigó e hizo tan cercanos que sintió  la autoridad para usar sus verdaderos nombres.

La realidad sirvió al autor para dotarlo confianza, para tener suficiente información sobre el tema. Pero en el momento en que decidió escribir la primera palabra de esta historia, tuvo que cortar el cordón con la realidad. “Debes saber que cuentas con total libertad para comenzar nuevas leyes que son las de la historia que estás escribiendo”, explica sobre su proceso de creación. 

En esta edición del Premio Alfaguara se recibieron 872 manuscritos, un nuevo récord. De ellos, el 44% eran de España y el resto de Latinoamérica. 


"La genialidad de esta novela -destacó Restrepo- es que mezcla de manera magistral el humor, un secuestro y la realidad colombiana". Para generar esa dosis de humor negro, Jorge dice se apoyó en la época, unos años en los que aún predominaba la ingenuidad. Cuando miraba las páginas judiciales de esa época, le parecían casi historias de niños comparadas con lo que comenzó a suceder en las décadas de los ochenta y noventa. Amparado en dicha ingenuidad y buscando una manera diferente de tratar la violencia, lo que quiso fue dotar a esta banda de delincuentes de inexperiencia, hacerlos torpes y que se les saliera de las manos el mismo crimen que estaban cometiendo.

A autores como Elmer Mendoza y otros mexicanos les sucede lo mismo que a los autores colombianos: toda esta realidad los confronta, los sacude y les hace sentir la necesidad de que hay que decirlo. “Esto que nos ha sucedido y que nos sigue sucediendo hay que contarlo, crear una memoria histórica y espejos donde el lector mire lo que pasa. Esto se puede hacer desde la crónica, el periodismo, la ficción, el cine o la televisión”. 

Sin embargo, al también autor de Paraíso Travel y Santa Suerte le preocupa la manera en que se cuentan estas historias. “Yo creo que se han cometido errores al crear apologías del narco y la violencia. Hay maneras de mostrarlo con un criterio más critico, que cuestione y que plantee puntos de vista. Insisto que hay una necesidad como cultura de los horrores, pero contarlos como tal”.

¿Te consideras parte de una generación que narra el narcotráfico?

En lo temporal me siento parte de una generación de narradores. Hay escritores de mi edad que están en el oficio, pero me cuesta pensar que nos puedan agrupar en lo temático o en lo estilístico, además estamos regados por el mundo. Es valido que existan rótulos, ha sucedido siempre, pero cuando uno escribe no lo hace en términos de género o de ciertas clasificaciones, sólo sabes que vas por un tema en especifico, pero no me preocupo por eso. Mientras sea ficción lo sigo clasificando como novela y eso para mí es suficiente. Si alguien quiere hablar de una época en Colombia, por ejemplo de la “Sicaresca” -en la que incluyeron a Rosario Tijeras y a La virgen de los sicarios-, pues que lo haga. Simplemente creo que son clasificaciones que son necesarias para el estudio de las obras, para contarlas o como referencia. Las categorizaciones las da el tiempo, los medios y son factores ajenos a los escritores.

¿Habrá película de El mundo de afuera?

Todavía no la veo. Aún la tengo fresca y enraizada en lo literario, pero no me extrañaría que llegue alguien y me la muestre.

¿En qué estás trabajando? 

Tengo la inquietud de contar que ha pasado después de un momento que partió la historia: la muerte de Pablo Escobar. Ya han pasado más de dos décadas y hay una generación completamente nueva a partir de ahí, pero sigue esa mentalidad del dinero fácil y actitud mafiosa en la ciudad. Quisiera encontrar una historia para reflexionar sobre lo que ha pasado en estos últimos años.

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