Washington— Cierto personal militar de los Estados Unidos está ofreciendo sus servicios a los cárteles de la droga mexicanos a cambio de pagos en la forma de dinero y drogas.
Tras haber sentenciado a un ex soldado del Ejército la semana pasada por haber llevado a cabo un asesinato a nombre del cártel de Juárez, los expertos están alertando sobre los crecientes vínculos entre los cárteles de la droga mexicanos y las pandillas que se encuentran infiltradas en el ejército de los Estados Unidos.
Fred Burton, vicepresidente de STRATFOR Global Intelligence, una firma de inteligencia geopolítica, dijo a Fox News que algunos soldados fueron corrompidos por las pandillas que se infiltraron en el ejército, mientras que otros son miembros de pandillas que se enlistaron al ejército específicamente para recibir el entrenamiento especializado.
“Ha existido un persistente problema de pandillas en el ejército por los últimos seis u ocho años”, dijo Burton.
Michael Apodaca, de 22 años de edad, era un soldado de primera clase apostado en la base de Fort Bliss, en El Paso Texas, cuando fue contratado por el cártel de Juárez para matar a un miembro de quien se había descubierto que era un informante. Apodaca recibió un pago de 5 mil dólares por matar a José Daniel Gonzalez-Galeana.
El año pasado, un sargento del Ejército y un ex soldado fueron arrestados en Texas tras haber acordado llevar a cabo un plan de asesinato con unos hombres que creían que eran miembros del cártel de los Zetas, pero que en verdad eran agentes encubiertos.
El sargento Samuel Walker, de 28 años de edad, y el ex-teniente Kevin Corley, de 29 años, quines estaban apostados en Fort Carson, Colorado, acordaron matar a miembros de una pandilla rival por 50 mil dólares y cocaína.
De acuerdo con el caso formulado en su contra, Kevin Corley dijo a los agentes que él podía entrenar a 40 miembros del cártel, de acuerdo con el Business Insider.
También dijo que podía reclutar a otros miembros de su misma unidad a que se unieran a la pandilla y robaran armas del ejército.
Los cárteles mexicanos prefieren al personal militar de los Estados Unidos que se encuentra a lo largo de la frontera suroeste por su habilidad de cruzar la frontera con mayor facilidad, así como también por su entrenamiento con armas de precisión.