Tres Valles, Ver.- Entre las personas que fueron asesinadas e inhumadas clandestinamente en El Diamante, se encontraba una familia completa.
Rosalía Valerio Díaz, La Bailarina, sus tres hijos (dos hombres y una mujer), así como un sobrino y la pareja sentimental de ella fueron reclamados por personas que se acreditaron como familiares, y que venían de otra entidad de la república Mexicana.
Los deudos se presentaron en la morgue de Cosamaloapan a reclamar los restos, de hecho, fueron los primeros cuerpos que salieron tras el escándalo.
Extraoficialmente, se confirmó que los seis miembros de esta familia habrían sido sacadosde la casa en la que habitaban en Tres Valles. La vivienda se ubica en la calle Chirinos, de la colonia del mismo nombre, cerca de la salida a la carretera Federal 145.
En base a las investigaciones realizadas por las autoridades, destaca que todas estas personas fueron sustraídas el pasado 13 de junio por un comando armado.
Los sujetos llegaron en varios vehículos, cerraron la calle, y de manera coordinada, se metieron a la vivienda y sometieron a los moradores.
La pareja sentimental de La Bailarina, una persona de nombre Gerardo, trató de escapar y corrió. Los pistoleros abrieron fuego y le dieron muerte, el cadáver no lo abandonaron, con la misma lo echaron en una de las camionetas y se fueron.
Días después, Gerardo y su pareja, así como los familiares de ésta, aparecieron en agujeros en el rancho El Diamante.
Todos presentaban golpes, señales de tortura, así como el tiro de gracia.
OTRA FAMILIA
En El Diamante también se encontraron evidencias de que las tres personas que aparecieron asesinadas, en los últimos días de mayo, a un costado del Motel Luna, de Sayula, pasaron por esa casa del horror.
Las autoridades dieron con documentos que ubican a Andrés Montiel Tapia (quien también se hacía llamar Germán Peña Aguilar) en la escena de las fosas.
Esta persona apareció asesinada junto a Alicia Antonio Pérez Santander, de 32 años (su esposa) y Telésforo Montiel Pérez, de 57 años (su padre).
A los tres los dejaron detrás del motel mencionado, con la ropa puesta, los zapatos, y el tiro de gracia.
Lo que más desconcertó a los pobladores de la región, fue que a los tres los amarraron de las manos con unos moños rojos, lo que por momentos los hizo pensar en situaciones relacionada algún rito religioso.