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Las Fuerzas Especiales del Narco

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De los expedientes sobre casos de militares reclutados por el narco resalta el caso del “capitán Tornez”, como se hacía llamar el sargento Francisco Tornez Castro, posiblemente el primer reclutador de kaibiles para la delincuencia organizada en México. Junto con él otro caso donde el hermetismo ha sido la norma, es el del cabo de fuerzas especiales Pedro Vázquez Torres, escolta del jefe de los Zetas Heriberto Lazcano, muerto en octubre del 2012 en Coahuila, y a quien desde aquella fecha se le perdió la pista.

México, 11 de julio.- Aquella era una operación donde se requería que todos los que iban a participar actuaran en coordinación perfecta. Al menos eso tenía en mente “el capitán” Francisco Tornez Castro cuando planeó aquel “golpe” contra una de las principales sucursales bancarias en Acapulco. Algo ocurrió en aquellos días del verano del 2001 que la operación se abortó. 

A la mera hora, contaría tiempo después el capitán Tornez, “los muchachos se echaron para atrás”.

Por esos días a finales del año 2001 Francisco Tornez Castro, antiguo subordinado del general Mario Arturo Acosta Chaparro y ex agente de la desaparecida Dirección Federal de Seguridad (DFS), la antigua policía política del régimen priista, decidió aceptar el ofrecimiento que uno de sus viejos conocidos le había hecho desde Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.

Su contacto le llamó por teléfono para decirle que en la frontera había un oficial del ejército de Guatemala, de nombre Salvador Rodríguez López, quien “ofrecía” sus servicios. Quería conectarse con las organizaciones del narcotráfico mexicano, para ello decía que en su currículum constaba su experiencia como miembro de las fuerzas especiales, los celebres kaibiles, conocidos como las “maquinas de matar” producto de esa mezcla de tropas de élite entre Rangers estadounidenses y Gurkas británicos.

Tornez trajo a Rodríguez López. Una vez en México el militar guatemalteco le contó sobre otros compañeros suyos que también estaban interesados en sumarse al grupo. El viejo comandante no lo dudó y se convirtió en uno de los primeros reclutadores de kaibiles para la delincuencia organizada en México. 

El capitán Tornez Castro contrató a 22 kaibiles para su organización. Con ellos realizó varios atracos. Meses después Héctor Beltrán Leyva, entonces encargado de la seguridad y de las operaciones del grupo de los hermanos Beltrán Leyva que operaba para la organización del Pacífico, le pidió apoyo para el grupo que se aprestaba a incursionar en Tamulipas al mando de su hermano Arturo Beltrán Leyva. Tornez le mandó a 17 de estos kaibiles y se quedó con cinco de ellos entre quienes estaba Rodríguez López.

Pasarían algunos meses y en noviembre del 2002, el mes en que los reflectores mediáticos se posaron en el Consejo de Guerra contra los generales Mario Arturo Acosta Chaparro y Francisco Quiros Hermosillo, acusados de narcotráfico, se conocían de manera públicas las declaraciones del sargento Marcelino Alejo Arroyo López, adscrito a Centro de Inteligencia Antinarcóticos (CIAN), quien revelaba la infiltración del narco en el área más sensible de la secretaría de la Defensa Nacional encargada de combatirlo.

El sargento Arroyo decía que fue reclutado como informante para el narco por Pedro Bárcenas, un antiguo conocido quien se ostentaba como capitán retirado del ejército. Bárcenas fue quien lo metió a trabajar para “la empresa”, como se denominaba la organización que encabezaba Tornez y que hacia servicios de escolta, seguridad, obtención de información de las áreas de inteligencia y reclutamiento de militares para el narco. Arroyo declaró que él proporcionaba información de inteligencia a Bárcenas quien la hacía llegar a Tornez.

“Por lo general, cuando el personal de análisis del CIAN me hacia encargos para recabar información relacionada con domicilios, teléfonos, vehículos, identificar números celulares, entre otras cosas, yo clasificaba esa información y se la hacía llegar a Pedro Bárcenas, quien se la llevaba a sus superiores”, decía.

Semanas antes de estas declaraciones, en conferencia de prensa conjunta realizada el 22 de octubre del 2002, el entonces secretario de la Defensa Nacional, el general Gerardo Clemente Vega García, el Procurador General de la República Rafael Macedo de la Concha y el secretario de Seguridad Pública Alejandro Gertz Manero, anunciaron el desmantelamiento de una amplia y sofisticada red de espionaje de “servidores públicos y ex funcionarios encargados de seguridad”, quienes estaban acusados de pasar información “secreta” a las organizaciones del narcotráfico. Se informó en aquel momento de 22 detenidos, encabezados por Francisco Tornez Castro, de quien se tenían antecedentes militares como sargento de paracaidistas.

En su expediente judicial se anotó que en 1968, el año de la represión estudiantil en Tlatelolco, Francisco Tornez Castro ingresó al ejército donde estuvo hasta 1975, cuando se fue de comisión al estado de Guerrero. En ese año tenía el rango de sargento primero de paracaidistas e iba bajo el mando de uno de sus jefes con el que había trabado buena relación, el entonces teniente coronel Mario Arturo Acosta Chaparro. Su misión, al lado de agentes de la Judicial Federal, la Judicial Militar, de la Dirección Federal de Seguridad, era acabar con los restos de la guerrilla de Lucio Cabañas que operaba en el puerto de Acapulco y la sierra de Atoyac. De esos años en Guerrero, su cercanía con Acosta Chaparro, su relación con mandos policiacos, Tornez tejió su red de intereses y contactos.

La PGR en un boletín del 28 de octubre del 2004 informaba que un tribunal unitario había ratificado la sentencia de 15 años de prisión por delincuencia organizada para “el capitán Tornez”, quien purga su condena en la prisión de máxima seguridad de Puente Grande, Jalisco. Junto con el sargento Arroyo López, quien estuvo procesado por tribunales militares, 

Tornez fue acusado de explotar “información sensible” que entregaba a integrantes de la delincuencia organizada y jefes del narco como Ismael “el Mayo” Zambada, Vicente Carrillo Leyva y Arturo González Hernández, apodado “el Chaky”.

El mercado para desertores

La historia del cabo Pedro Vázquez Torres, quien ingresó al ejército en 1995 y realizó el curso de fuerzas especiales, podría pasar como una de tantas que en el año 2001 se caracterizaron por dejar al ejército para unirse a la delincuencia organizada. Solo que su caso está ligado muy de cerca a la actividad diaria que realizaba hasta poco antes de que se anunciara su fallecimiento, el antiguo Z-3, como se conocía a Heriberto Lazcano, jefe de los Zetas quien murió en octubre del 2012 en Coahuila..

La secretaría de la Defensa Nacional reservó la información sobre cursos, unidades y áreas en las que participó mientras estuvo en servicio activo el cabo Vázquez Torres. En una solicitud de acceso a la información la Sedena informó que el 1 de marzo del 2001 el cabo Vázquez Torres, integrante del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (GAFE), “causó baja del servicio activo y alta en la reserva correspondiente”. La dependencia se negó a precisar cuáles fueron los cursos que realizó, qué tipo de preparación obtuvo y en qué unidades prestó su servicio.

De acuerdo a cuatro fuentes del ejército entrevistadas por separado, Vázquez Torres era parte de la escolta personal de Lazcano. El día en que infantes de marina lo cercaron en un campo de beisbol en la ciudad de Progreso, Coahuila, Lazcano se encontraba solo con uno de sus escoltas, de manera extraña no estaba acompañado por el cabo Vázquez Torres.

Las especulaciones días después de la caída del jefe de los Zetas, comenzaron a circular en blogs y foros sobre narcotráfico que recogen opiniones de personas que se encuentran en Tamaulipas. Varios dichos aseguraban que el cabo Vázquez Torres había sido uno de los encargados de servir como señuelo y en un momento determinado, hacerse a un lado para dejar que Lazcano fuera capturado. El oponer resistencia, por se dijo que ocurrió, era propio de su naturaleza de ex integrante del cuerpo de élite del ejército.

Lazcano cayó abatido el 7 de octubre, días después su cuerpo fue robado de una funeraria en Sabinas, Coahuila.

Vázquez Torres acompañó a Lazcano por lo menos desde el año 2002, fue uno de sus operadores más hábiles y de todas las confianzas, resultó extraño que no estuviera con él el día que la marina lo iba a atrapar y se dio el tiroteo donde murió, señaló una de las fuentes consultadas.

La interrogante sobre si el antiguo soldado egresado de la Escuela de Fuerzas Especiales del ejército, con sede en Santa Lucía, Estado de México, fue quien “puso” a Lazcano, es algo que no se sabrá con precisión hasta que se le detenga, indicó otra de las fuentes. Son el tipo de casos donde la especulación forma parte de la propaganda que rodea un suceso así, no hay claridad y la información que existe muchas veces se utiliza para confundir, opinó otro de los oficiales militares consultados.

Hasta la fecha no se sabe el paradero del cabo Vázquez Torres, un elemento que en seis años obtuvo la preparación en fuerzas especiales que le granjeó la confianza del otro de los grandes reclutadores de desertores y militares que se dan de baja, Heriberto Lazcano. Lazcano fue también un cabo de fuerzas especiales al que en vida se le atribuyeron tantas cualidades que para muchos militares en servicio activo, no correspondían a su nivel y preparación.

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