CHIHUAHUA, Chih.- Al cumplirse seis años de la masacre de Creel que cobró la vida de 12 jóvenes y un bebé de un año y medio, la exigencia de justicia sigue vigente.
El 16 de agosto de 2008 un grupo de sujetos armados y encapuchados disparó contra los asistentes a una carrera de caballos en esa comunidad.
Durante los últimos seis años las promesas de los gobernantes han sido reiterativas: que el caso no está cerrado, que la investigación continúa.
Cambió la administración estatal y con ello se fue la esperanza de justicia… si es que la hubo, pues el actual gobierno del priista César Horacio Duarte Jáquez también ha ignorado el caso.
La indignación y el reclamo de encontrar a los culpables del multihomicidio han sido la constante entre los pobladores de Creel y las familias de las 13 víctimas.
En los primeros años tras la tragedia, todos ellos no cesaron en su lucha de justicia: bloquearon el tren turístico Chepe, tomaron la caseta de la carretera a Cuauhtémoc, bloquearon otras vías, se manifestaron con ataúdes en la capital, irrumpieron en actos de los gobernantes y cuestionaron constantemente a autoridades de todos los niveles para que les dieran explicaciones.
Actualmente, los familiares de las víctimas luchan por recuperar su propia tranquilidad.
No obstante, el resultado no es muy alentador pues este 16 de agosto llegan de nuevo con las manos vacías, con un dolor profundo que no cesa y a la vez con el deseo de continuar adelante. Algunos aún gritan de rabia por el asesinato de 12 jóvenes y un bebé, emblemáticos en el recuerdo de la tragedia. Otros desean no contaminarse más con el rencor porque saben que la evidencia de impunidad es clara.
Hace dos meses falleció Bertha Alicia Galdeán, quien permaneció en estado vegetativo casi un año, como consecuencia del intento de suicidio que tuvo después del quinto aniversario de la matanza.
Ella era madre del joven Fernando Adán Córdova Galdeán, quien tenía 19 años cuando le truncaron su vida en la masacre de Creel. También era tía de Luis Daniel Armendáriz Galdeán, de 18, quien apenas se había inscrito en la licenciatura de Administración.
Cada año, Bertha refrendaba su lucha por la justicia que fue incesante, hasta que su cuerpo no soportó tanto dolor.
Teodocia Domínguez, quien era empleada en una tienda de abarrotes de familiares de los Córdova Galdeán, recuerda que cuando Bertha recibió la noticia del deceso de su hijo, se desmayó.
Los años transcurridos han dejado secuelas no sólo en la salud física, también en la salud mental, emocional y daños económicos.
“Nos afectó la salud mental a todos y de ahí derivan todos los males. Mi tía Bety (Bertha Galdeán) murió hace dos meses, era la hermana de mi mamá. El año pasado intentó suicidarse y quedó en estado vegetativo. Falleció en junio”, lamenta Yuriana Armendáriz Galdeán.
Además de Bertha, en 2009 también falleció Daniel Alejandro Parra Urías, padre de Daniel Alejandro Parra Mendoza, uno de los jóvenes asesinados.
El día de la matanza el hombre recibió una llamada de su hijo agonizante, quien le avisaba que estaba herido.
Parra Urías investigó lo sucedido en Creel pero en una ocasión que viajó a Cuauhtémoc lo “levantaron” y más tarde, su cuerpo fue encontrado en la carretera Cuauhtémoc-Chihuahua.
Otros familiares de víctimas viven hoy con diabetes e hipertensión, pero sobre todo con enfermedades emocionales o mentales que se desataron desde aquel día, como depresión y angustia.
Gloria Loya, madre de René Lozano González, desarrolló lupus. Ella era tía de otra víctima, Óscar Felipe Lozano Lozano, hijo de Ana Loya. Ambas son madres solteras.
Gloria es maestra y Ana, estilista. Vivían juntas al lado de sus respectivos hijos.
Óscar Loya, padre de Kristian Loya Ortiz, tiene cáncer de garganta y este año ha sufrido algunas complicaciones. Su hijo estaba a unos días de graduarse de la carrera de Arquitectura cuando fue asesinado.
Impunidad que enferma
“Creel tiene memoria y no olvida, por eso seguimos de pie. No a la impunidad ni a la justicia que continúa en el estado”, decía la manta que encabezó la marcha y la misa del sexto aniversario.
El sacerdote Héctor Fernando Martínez Espinoza presidió la celebración eucarística de este año.
Con la presencia de decenas de unidades y agentes de la Policía Estatal Única, debido a que un agente fue “levantado” y torturado, los deudos conmemoraron un año más de este hecho.
Yuriana Armendáriz Galdeán, hermana de Luis Daniel, otra de las víctimas, dice que el gobernador César Horacio Duarte Jáquez ha ignorado el caso, pero ella le apuesta a no engancharse en reclamos y odios, porque familiares de las víctimas ya se han enfermado.
“Obviamente vivimos la misa y el recuerdo de otro año, con el sentimiento a todo lo que da. Creel ahora está más tranquilo, qué bueno que ahora sí hay vigilancia, por los motivos que sea. El fin de semana pasado sí hubo mucho más movimiento, pero nosotros vivimos el aniversario igual que todos los anteriores: con dolor, tristeza y coraje”, explica.
Dice que el gobierno ha permanecido indiferente ante la masacre. “Nunca intervinieron en realidad, la exprocuradora nunca tuvo la intención de aclararlo”, afirma Armendáriz.
Indica que todos se volvieron hermanos de sangre, porque todas las sangres se juntaron en el salón ejidal de Profortarah, donde ocurrió la masacre, cuya explanada es ahora una plaza conmemorativa que sostiene 13 cruces con los nombres de las víctimas.
Ahí se ubica el memorial que les recuerda a las autoridades de Chihuahua la impunidad de la que son responsables y cómplices.
“En lo personal creo que he logrado serenidad, ayer lo comentaba con mi familia. Ya los asesinaron y no puedes permitir retroceder. Se aprende a vivir con el dolor. Nos enfermamos unos a otros. Al principio fue la impotencia, el dolor, el coraje, la tristeza vino después. La exigencia de justicia ahí está”, explica la joven hermana de Luis Daniel.
Los años han sido muy difíciles y la mayoría no han vivido al duelo. “Yo creo que sí, apenas empiezo a vivir el duelo que me estaba negando vivir, en lo personal. No puedo permitir seguir dañándome porque finalmente nuestra vida sólo es responsabilidad de nosotros mismos. Ya no quiero irme contra todos porque no ha pasado nada y nos estamos enfermando. Finalmente sabemos que ahí están los culpables y la ineptitud”, dice Yuriana.
Las víctimas de la masacre de Creel son: Alberto Villalobos Chávez, Juan Carlos Loya Molina, Daniel Alejandro Parra Mendoza, Alfredo Caro Mendoza, Luis Javier Montañez Carrasco, Fernando Adán Córdova Galdeán, Kristian Loya Ortiz, Edgar Alfredo Loya Ochoa, Alfredo Horacio Aguirre Orpinel, Luis Daniel Armendáriz Galdeán, Óscar Felipe Lozano Lozano, Édgar Arnoldo Loya Encinas y René Lozano González.