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Un millón 500 mil pesos da la PGR de recompensa para quien proporcione información para la localización de personas desaparecidas

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Con montos de hasta un millón 500 mil pesos cada una, la Procuraduría General de la República (PGR) emitió recompensas para quienes proporcionen información veraz y útil para la localización de personas desaparecidas en el país.

Tras su publicación en el Diario Oficial de la Federación, la PGR señaló que cinco son de casos de desaparición que se encuentran registrados en Tamaulipas.

Mediante información que da a conocer la Unidad Especializada en Investigación de Delitos en materia de Secuestro, dependiente de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO), los incentivos también son promovidos para las personas que faciliten información que permita ubicar y detener a los probables responsables de los delitos de delincuencia organizada y secuestro.

Entre los casos destacan los de ocho víctimas cuyo reporte de desaparición se originó entre 2006 y 2012 en los municipios de Tampico, Matamoros y González, así como en la carreteraTampico-Victoria.

De los que desaparecieron en Matamoros, se encuentra el caso de Alejandro Luna Alvarado, visto por última vez el 4 mayo de 2006; así como el de una presunta familia integrada por Rodolfo, Manuel Alberto y Héctor Cazares Garza, además de Rodolfo Ignacio Cazares Solís y Rubén Luna Mendoza, desaparecidos el 9 de julio de 2011.

Así como el de José Alberto Sánchez Juárez, quien en Tampico abordó un autobús con destino a Ciudad Victoria, 20 de abril de 2012; y la desaparición de Eduardo Olivares Rodríguez, visto por última vez el 1 de septiembre de 2011.

La recompensa será divida proporcionalmente en caso de que varias personas hayan aportado información.

EL SECUESTRO DE LA FAMILIA CAZARES 

Aún no eran las 5:00 de la madrugada cuando los pistoleros aparecieron súbitamente, primero en la sala y luego en las recámaras. 

Acorralaron a todo mundo y vendaron los ojos a todos excepto un niño de 9 años y una niña que cumplía 11 años ese día. 

Le pidieron al patriarca de la familia que abriera la caja fuerte y luego empujaron a todos, entre ellos a Rodolfo Cázares, director de una sinfónica en Alemania que estaba de visita, y a su esposafrancesa, Ludivine, adentro de los vehículos de la familia. 

Para las 7 de la mañana, los plagiarios habían llegado a la segunda casa, donde raptaron a cuatro parientes más. 

Un hijo había escapado de esta casa, corriendo a la tercera casa de los Cázares a unas cuadras de distancia. 

Pero por su prisa debió de haber dejado la puerta abierta porque minutos después, los secuestradores irrumpieron allí también. 

A los hombres de la familia -tres hermanos varones de mediana edad, uno de sus hijos y un yerno- los mantuvieron juntos. 

Las mujeres, tres niños y un abuelo de 84 años se encontraron atrapados en otros vehículos durante la mayor parte del primer día. 

Los secuestradores trataron de mantener la calma. 

Aseguraron que la familia fue raptada por error, afirmación que los Cázares aún creen. 

"Somos del Cártel del Golfo", mencionaron los hombres. "Somos los buenos". 

Alrededor de la medianoche tres días después de ser capturadas, los secuestradores dejaron a las mujeres cerca del área de descarga de un Wal-Mart cercano. 

Estaban libres. Pero ¿qué pasaría con sus esposos? 

EL RESCATE Y LAS AUTORIDADES 

Las demandas de rescate empezaron dos días después, con llamadas telefónicas a un hermano de los Cázares que vive en Texas. 

Unos documentos que los Cázares presentaron a la Policía muestran que la familia indicó que podía obtener unos cuantos miles de dólares, pero en lugar de eso, los secuestradores les dieron un par de días más para reunir la suma que exigían. 

La familia hizo cuatro pagos, enviando a un empleado de confianza para que entregara un total de 100 mil dólares a Matamoros. 

En tres ocasiones, a los Cázares se les permitió hablar con uno, luego con dos de los cinco hombres aún en cautiverio. 

Durante la última ronda de llamadas, el 27 de julio, los plagiarios dijeron que necesitaban sólo un pago más. La familia envió el dinero a través de la frontera, en espera de ver la camioneta van blanca que los secuestradores aseguraron llegaría con sus seres queridos después de que recibieran el dinero. 

Nunca llegó. 

Los Cázares reportaron el crimen porque, indicaron, era su única esperanza. Y desde que empezaron a presionar para que se lleve a cabo una investigación, las mujeres de la familia no se han detenido. 

Además de un testimonio extenso que dieron a las autoridades locales, estatales y federales, han escrito cartas al Procurador General, funcionarios de los derechos humanos y la Secretaría de Relaciones Exteriores de México, así como al Presidente de aquel entonces Felipe Calderón. También han escrito al Presidente Barack Obama.

La respuesta ha sido definida por un esfuerzo mínimo y un frío rechazo. 

La Policía local inicialmente prometió investigar, pero un mes después le mandó una carta tipo machote a la familia señalando que el caso estaba fuera de su jurisdicción. (El departamento no respondió a mensajes por correo electrónico y llamadas telefónicos pidiendo comentarios; tampoco lo hizo el Alcalde de Matamoros). 

En septiembre, investigadores estatales con un equipo antisecuestros de 50 miembros en Tamaulipas tomaron largas declaraciones a miembros de la familia. 

Pero en una entrevista este mes, un miembro del equipo indicó que éste no había interrogado a ningún sospechoso o testigo potencial, y los investigadores tampoco habían visitado lugares relevantes. 

El investigador Manuel Adolfo Benavides Parra dijo que su agencia esperaba obtener información de dos hombres arrestados bajo cargos federales de drogas y armas a fines de noviembre, hombres a quienes la familia identificó como parte del grupo de secuestradores. 

Pero Benavides afirmó que los fiscales federales no habían respondido a las peticiones de información, lo cual impedía que él interrogara a los dos detenidos. 

Mientras tanto, un funcionario de la Procuraduría General de la República insistió que el plagio era un caso estatal. Se negó a contestar preguntas acerca de los hombres bajo custodia federal. 

"No tenemos nada más que decir", expresó. 

En noviembre, una amistad puso a las mujeres Cázares en contacto con Felipe Zamora Castro, subsecretario de Asuntos Jurídicos y Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, quien prometió ayudarlas. 

Dos días después, Zamora murió al estrellarse el helicóptero en el que también viajaba Francisco Blake Mora. 

Para las mujeres de la familia Cázares que fueron plagiadas con sus familias para exigirles un rescate, y que aún buscan a cinco parientes desaparecidos, la respuesta oficial a su horrendo suplicio ha sido aun más difícil de soportar que el mismo crimen. 

Incluso ahora, dicen, tras meses de tratar de incitar a las autoridades mexicanas para que tomen cartas en el asunto, todavía ven a criminales a quienes reconocen viviendo a sus anchas en esta ciudad fronteriza, tan intocables como reyes. 

"Estamos completamente impotentes", expresó Zynthia Cázares, de 30 años, ciudadana estadounidense quien fue una de las secuestradas y cuyo esposo, hermano y padre siguen desaparecidos. "Nadie nos quiere ayudar".

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