Especialistas del Instituto Nacional de Ciencias Penales (Inacipe), coinciden con las autoridades de seguridad del Distrito Federal en el sentido de que no hay delincuencia organizada, ni la habrá, sí su parámetro comparativo es lo que sucede en Ciudad Juárez, Tamaulipas o Michoacán, sin embargo, revelan que la capital del país es un “refugio” o “paraíso” de los capos de los grandes carteles que viven una vida cómoda en los sectores más exclusivos.
El doctor David Ordaz Hernández, especialista en temas de seguridad del Inacipe, explicó que la delincuencia organizada como tal está solamente en algunos sectores como Tepito, Iztapalapa y las zonas limítrofes entre el Estado de México, sin embargo —como lo publicara el pasado martes 20 de mayo— los mini cárteles se disputan los sectores en una guerra discreta, sin la violencia que los caracteriza en el norte del país para no alertar a las autoridades y así evitar que los capos sean descubiertos.
Como ejemplo de esta situación mencionó la detención, en 2009, de Vicente Zambada Niebla, 'El Vicentillo', hijo de Ismael, 'El Mayo', Zambada, uno de los líderes del cártel de Sinaloa en las inmediaciones de Jardines del Pedregal.
La captura de Vicente Carrillo Leyva, hijo del extinto Amado Carrillo Fuentes, 'El Señor de los Cielos', y líder del cártel de Juárez, se dio en Bosques de Las Lomas.
En hechos más recientes, en la colonia Condesa se capturó a Arnoldo Villa Sánchez o Erick René Calderón Sánchez, quien fue identificado como el segundo al mando del cártel de Héctor Beltrán Leyva.
Capital, punto estratégico
Las más de 2 mil cámaras de vigilancia ubicadas en zonas estratégicas, los constantes patrullajes, la disminución de los delitos del fueron común y lo cosmopolita que es la capital aunado a su buena ubicación, la cual permite trasladarse a estados del sur y del centro del país, es un gran atractivo para aquellos que manejan las finanzas o están al frente de los cárteles.
“Fuera del caos normal que provocan este tipo de ciudades, es propicia para que los capos vivan tranquilamente aquí. No la usan para delinquir; aquí es donde pueden llevar una vida normal, tener amigos, salir de antro los fines de semana, comer en los mejores restaurantes e incluso salir a ejercitarse.
“Por la misma actividad de la ciudad es difícil conocer a detalle a quien tenemos como vecino. Si tienes los recursos económicos, compras o rentas un departamento o casa en Las Lomas, Polanco, Condesa, zonas donde se sabe que llega mucho extranjero o gente adinerada, sin saber a qué se dedica, por lo que los carros lujosos o vida muy ostentosa pasa desapercibida”, explica Ordaz Hernández.
El comparativo es similar a lo que sucede en las ciudades pequeñas de Estados Unidos que son frontera con el norte del país, donde los capos ordenan y manejan el traspaso de drogas, asesinatos, ajuste de cuentas, mientras viven sin problemas y sin ser molestado por las autoridades en El Paso, Texas, Nuevo México, San Diego, San Antonio y McAllen por mencionar algunas.
Además, en el DF no hay un registro de las personas que llegan a vivir, no hay un filtro para detectar quiénes ingresan por carreteras, en los aeropuertos o en la central camionera, a diferencia de Estados Unidos, donde para ingresar, cualquier persona es revisada y se tiene perfectamente determinado en qué lugar vivirá o qué persona visita.
La modalidad de los capos de vivir en la ciudad fue importada de la frontera norte debido al incremento en los estándares de seguridad.
En el vecino país dejan a los capos cometer sus actividades delincuenciales por un determinado tiempo hasta tener pruebas contundentes para procesarlos y sentenciarlos, después, y como lo tienen bien ubicado, se arma el operativo y es capturado en flagrancia.
“En el DF no se tiene esa misma estructura, estamos en el mismo país y cada quien es libre de viajar a donde quiera o pueda, sin embargo, se pueden implementar medidas alternas, es decir, tener retenes en entradas y salidas para ubicar a los capos y no detenerlos en ese mismo momento”, detalló el especialista.
Pasan inadvertidos
Al igual que en Estados Unidos, los capos o narco-juniors que han radicado aquí, manejan un bajo perfil. Se presentan como empresarios del ramo de la construcción, restaurantero o como simples inversionistas, por lo que a los vecinos no les intriga el que tengan seguridad privada, que trabajen de noche o que se ausenten largos periodos.
Otra particularidad que los caracteriza es la convivencia y participación en las actividades vecinales. Siempre están al pendiente de lo que sucede a su alrededor y son muy amables, pues buscan que los califiquen de “buena gente”.
“Ellos viven en un ambiente muy hostil, entonces esa facha les queda a la perfección donde son aceptados por el poder económico que tienen y donde hacen aparentar que en verdad son personas de bien, por eso cuando los detienen, los propios vecinos se sorprenden de la actividad a la que se dedicaban”, puntualiza el especialista.
En este sentido, ni la Procuraduría General de la República ni la del Distrito Federal tiene conocimiento de cuántas personas con este perfil radican aquí, aunque ambas dependencias han asegurado que tampoco existe la delincuencia organizada como tal.
“Lo que sí podemos decir es que no hay delincuencia organizada y el narcomenudeo se esta combatiendo. Sucede algo similar con los delincuentes de Colombia que detenemos, llegan a vivir aquí y no conocemos sus antecedentes” explicó el procurador capitalino Rodolfo Ríos Garza al ser cuestionado sobre la presencia de capos en el DF.