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El Capitán Pancho vivía bien, al menos a su entender. Tenía dos mujeres con relaciones fijas lo que, explicó Perico, le impuso la necesidad de tener dos nombres.
Nunca dejó de presentarse como capitán del Ejército, aun cuando ni sus novias lo vieran alguna vez uniformado. Decía estar comisionado en alguna operación que le imponía dejar el uniforme en el clóset. Tenía cuatro casas en Cuernavaca, otra rentada en el DF y un departamento también alquilado en la ciudad de México y cuatro vehículos, incluidos una camioneta 4×4 y un Trans Am.
Empleaba una cocinera de Guerrero y su chofer era un ex militar dado de baja por violación sexual.
El Capitán Pancho tenía su caballo en el club hípico de Santo Tomás Ajusco, donde también solía montar el director de la Dirección Federal de Seguridad comprado por el narco, José Antonio Zorrilla Pérez, y era propietario de un rancho de borregos.
Pero Pancho era sobre todas las cosas un hombre de relaciones. Entre sus amigos estaba Julián Marín Ávila, jefe de la policía motorizada de Seguridad Pública de Chilpancingo, Guerrero.
“Me ayudó a causar alta en esta corporación como oficial comandante, donde recibo un sueldo de 4 mil pesos mensuales sin acudir a trabajar. Mi amigo Julián Marín se encarga de que me pasen lista. Únicamente me presento en las quincenas para cobrar mi sueldo.
Así, utilizaba a la vista una pistola escuadra grande de cargo en su calidad de comandante de la policía de Chilpancingo y se ocultaba una pequeña calibre .25.
“Marín me invitó a financiar la campaña política de su compadre Gonzalo Gallardo como candidato del PRI a la presidencia municipal de Copala, Guerrero. A cambio me daría todas las obras públicas de ese municipio. Aporté 300 mil pesos”, confesó Pancho Tornez 12 de octubre de 2002.
Ante la perspectiva del gran negocio de ser contratista de gobierno, Tornez compró maquinaria para la construcción.
Pero Gonzalo Gallardo perdió. En aquel momento. Hoy es el alcalde de Copala.
No hay espía sin libretita. La de Tornez era de una agenda dorada con el logotipo de Mexicana de Aviación. Los nombres en el cuadernillo incluían a Agustín Montiel López, ex director de la Policía Judicial en Morelos, y a Humberto Fernández, custodio de la penitenciaría de Cuernavaca.
Otro apunte decía simplemente “Granados”.
El ex militar perseguidor de comunistas explicó: “Corresponde al general Luis Enrique Granados Alamillo. Lo conozco porque fue mi comandante en la brigada del ejército en 1970; a la fecha le sigo hablando, porque fue mi padrino de bodas”.
Granados fue cuarto paracaidista en la historia de la aviación mexicana y amigo personal de otro general, Mario Arturo Acosta Chaparro.
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Los contraespías eran espiados. Entre mediados de septiembre y mediados de octubre de 2002, la Agencia Federal de Investigación interceptó cientos de llamadas entre Perico y Pancho Tornez, entre éste y Germán Bello, así como de personajes secundarios.
Una de las intervenciones registró el diálogo entre Capitán Perico y Capitán Pancho, Francisco Tornez sobre dos colombianos de quienes habían hablado en conversaciones anteriores.
Perico: Son dos hermanos. Te voy a platicar de dónde procede este pedo. ¿Te acuerdas que hace como mes y medio o dos meses agarraron a dos viejas en un avión con 2 millones de dólares?
Pancho: Ajá.
Perico: Al parecer una era vieja de este cabrón. Y estos güeyes están relacionados con una organización que está trabajando en Hermosillo, Sonora. ¿Te acuerdas que me habías dicho que había unos güeyes muy bravos, que estaban ahí?
Pancho: Ándale, sí.
Perico: Estos güeyes son, pero resulta que de este lado todo el pedo lo hizo la AFI. Pero ahorita están relacionando a estos dos cabrones con El Minino –como en clave se referían al Azul; en otras ocasiones, en referencia a la misma persona, la transcripción consigna el apodo de Mi Niño.
Pancho: Sí.
Perico: Entonces están movilizando gente, porque son más de 200 casas de estos güeyes.
Pancho: ¡Hijo de la chingada! ¿Tanto?
Perico: Doscientas veintitantas, ¿eh? No están encausadas todas, porque, pues tú sabes, el pinche MP no autoriza o el juez no autoriza los cateos ni nada.
Pancho:¡Ajá!
Perico: Entonces mira: el nombre es Juan Diego Espinoza Ramírez y su hermano Mauricio con los mismos apellidos –y repite para que Tornez tome nota.
Pancho: Ajá.
Perico: Bueno, la esposa de Juan Diego se llama…
Pancho: Sí…
Perico: Sandra…
Pancho: Sí…
Perico:Ávila.
Pancho: Sí…
Perico: Beltrán –pronunció el ex militar el nombre de la Reina del Pacífico.
Pancho: Sí…
Perico: Esta pinche vieja está atorada. Se sabe que todas las casas son de ella. Están a su nombre y tiene varios nombres. Pero yo los sacaría ya. Estos cabrones estaban trabajando sin pedo alguno y andaban muy recio…
Pancho: Muy recio.
Perico: Al primer güey, a Juan Diego, le dicen El Tigre.
Pancho:¿Entonces cuando empiezan?
Perico: Los asuntos ya empezaron, pero hay muchos pendientes que tiene que avalar el juez. No es tan fácil, pero están esperando.
Pancho: Bueno.
Perico: A todos los relacionan con El Mayo Zambada.
Pancho:¡Hummmmu! Te encargo mucho. Estate al pendiente, estate al pendiente de los otros asuntos.
Perico: Sí. Y lo que sigue es Guadalajara.
Sandra Ávila Beltrán, sobrina del viejo capo Miguel Ángel Félix Gallardo, y su novio El Tigre –a quien conoció por medio de Ignacio Coronel, el único capo de Sinaloa muerto durante los últimos tres sexenios– serían capturados hasta finales de septiembre de 2007 en el centro comercial de San Jerónimo, en la Ciudad de México.
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La Agencia Federal de Investigación grabó una llamada entre Francisco Tornez Capitán Pancho y el Comandante Bello.
Pancho: ¿Dónde anda ese hombre?– preguntó por el Chaky.
Bello: No está ‘orita.
Pancho: Mire, pa’ que tome nota, a ver si estos muchachos son de la empresa.
Bello: Permítame…
Pancho: Juan Diego Espinoza Ramírez El Tigre y su esposa Sandra Ávila Beltrán. Al parecer a ella ya le hicieron su fiesta. Y el hermano de Juan Diego es Mauricio.
Bello: ¿Cuándo le hicieron la fiesta?
Pancho: No se sabe, pero a estos dos se la van a hacer mañana o pasado en Hermosillo y de ahí se vienen a Jalisco. Ya están los muchachos allá para llevar a cabo la pachanga. Entonces los muchachos quieren saber si son gente de allá, de la misma empresa de nosotros o no, para que dejen trabajar a estos muchachos.
Bello: ¿Entonces van a hacer la fiesta en Hermosillo y Guadalajara?
Pancho: Entonces, pero los están relacionando con gente del Minino. Al parecer sí, pero ellos quieren saber, porque quieren meter trabajo ellos. Ya están allá y van con gente de la AFI.
Bello:¿Ah sí?
Pancho: Y quieren saber si son gente de la familia, si es la empresa, pues, ¡para que les avisen ustedes que les van a hacer su fiesta! Y si no son, pues callados van a trabajar.
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Pancho: Aquí los muchachos se van hoy y mañana se van muchos guachos. Puros de inteligencia… militar. Yo ahorita acabo de hablar con el capitán que va al mando.
Bello:¿De hoy y mañana sale gente o llega gente?
Pancho: ¡Llega genta allá ya pa’ reventar! Hoy y mañana, porque el lunes van a reventar. Una de las casas que van a reventar… está la señora del Mayo. ¡Sáquenla!
Bello: ¿Entonces es el domicilio de la señora?
Pancho: Sí, uno de los domicilios, ¿se acuerda de los tres domicilios que le mandé?
Bello: Mmmjm. Pero no dicen qué domicilio es…
Pancho:¡No! ¡No! ¡No dicen!
Bello: Permítame tantito, que estoy cuadrando aquí bien.
Pancho: ¡Sí, sí! Y van a reventar el lunes. ¡El lunes!
Bello:¡El lunes!
Bello:¿La esposa del Nino (sic), verdad?
Pancho:¡Sí! Bueno, yo acabo de hablar con el capitán. Ahí le va el nombre del capitán que va al mando. Va el capitán Ornelas. Yo ya hablé con él y me dijo que nos dan chance de abandonarlo todo. Pero va reforzado por el general brigadier, anótelo ahí, director de la Policía Judicial Federal Militar (se omite nombre). Este general llegó la semana pasada de un curso en Colombia.
Bello:¡Uhmmmm!
Pancho: Entonces al tiro, porque vienen bien reforzados. Van perros, ¡no hay tregua aquí! ¿Eh? Ahorita con el único que pude hablar fue con el capitán. Me mandó a llamar tempranito.
Bello:¡Uhmmmm!
Pancho: Me dijo: “Mira, quiero que lo hagan hoy mismo, que abandonen todo, porque no sea que el pinche general se vaya a calentar y quiera empezar a catear desde el domingo, desde mañana”.
Bello:¡Hey!
Pancho: Pero él mismo va a trazar la gente para que no se catee mañana, se catee hasta el lunes, pero dijo que no quiere que corramos riesgos. ¡Trata de hacerlo hoy mismo, cabrón!
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Marcelino Arroyo fue quien informó de que su oficina había colocado vigilancia al capitán Salvador Ortega Barrera, piloto de la Fuerza Aérea adscrito a la Dirección de Erradicación de la PGR.
Salvador también colaboraba, aunque en otra nómina, para el mismo Cártel. Ortega Bernal, según el conjunto de declaraciones, proporcionó la primera alerta a Javier Torres Félix, lugarteniente del Mayo Zambada, de que ocurriría una andanada de cateos a casas de su propiedad en Culiacán.
El asunto trascendió y fue motivo de otra conversación entre Pancho y Bello.
Pancho: Ustedes deben tener un amigo, gente del Mininio.
Bello:¡Sí!
Pancho: Un capitán piloto aviador de la Fuerza Aérea…
Bello:¡Ajá!
Pancho: Salvador Ortega Bernal. Le doy todos los datos. A este capitán le agarraron la llamada dando información a la gente de allá. ¡Cuidado! Ya le pusieron cola y se lo van a chupar.
Pero quienes tardaron años en ser “chupados” fueron los hijos del Chapo y del Mayo, cuya red de lavado de dinero, encabezada por sus hijas se vigente hasta hoy, según la DEA.
EL INGENIERO
Domingo Silva Montaner, ingeniero de profesión, dedicó toda su vida al espionaje. Primero lo hizo para la Dirección Federal de Seguridad (DFS), la policía política que desapareció cientos de disidentes y guerrilleros durante los 70, y luego para el Cártel de Juárez.
Uno de los teléfonos encontrados en las camionetas de Cosalá mantenía comunicación con otro celular de la zona metropolitana de la Ciudad de México a nombre suyo con domicilio en la colonia Portales del DF, que coincidía con la dirección de la empresa Enlaces de Comunicaciones.
Los agentes federales de investigación también probaron su relación directa con la empresa Comunicaciones Culiacán. Y, para entonces, ya estaba relacionado mediante intercepciones telefónicas con Germán Bello, secretario particular del Chaky y Pancho Tornez.
“Por medio de las investigaciones realizadas se sabe que el Ing. Domingo Silva es quien proporciona asistencia técnica y el equipo de comunicaciones a Ismael Zambada por medio de sus empresas”, reportaron los policías.
Domingo Silva era una parte fundamental en la organización de inteligencia del cártel, tanto que los infiltrados recibieron la consigna de ubicar su expediente en la PGR y desaparecerlo.
Según Francisco Tornez, la averiguación previa estuvo disponible gracias a una agente del ministerio público federal de nombre Leticia Gutiérrez, quien solicitó 30 mil pesos por entregar el documento.
“Le llamé al Chaky para comentarle de esta situación. Me contestó el comandante Germán Bello y me dijo que los mandara a la chingada, porque ellos tienen gente más cercana que podía conseguir el expediente”, declaró Tornez.