EL DISCÍPULO DEL DIABLO
El Chaky se deslumbró con el poder de las insignias: barras y estrellas y estriadas de cinco picos en las sobrehombreras, aunque las veía generalmente bordadas en negro, porque eran vestidas con el uniforme de campaña. Y la campaña era la persecución de los guerrilleros dispersos en la montaña de Guerrero.
Arturo Hernández González, un muchachito acapulqueño medio desarrapado de 10 o 12 años, no podía más que maravillarse por esos años, la primera mitad de la década de los 70, ante el paso desafiante de los jefes militares.
Uno de ellos, al que lavaba el auto en la comandancia de la Policía Judicial de Guerrero, lo adoptó. En ese tiempo, el militar llevaba dos estrellas doradas. Era teniente coronel. El tiempo le traería la estrella plateada y solitaria sobre el escudo nacional, seña distintiva de un general brigadier: Mario Arturo Acosta Chaparro.
En esos años, el jovencito también conoció a unos hermanos que serían definitivos en su vida de apellidos Tarín Chávez.
Uno de ellos, Manuel, trabajó en 1972 como ayudante de la Policía Judicial de Chihuahua. Tres años después, entre 1975 y 1981, causó alta en la Policía Judicial de Guerrero como jefe de grupo bajo las órdenes de Acosta Chaparro, padrino de su hermano Ezequiel. Otros dos hermanos suyos, Otoniel y Gustavo, estuvieron en la misma corporación con igual asignación, pero comisionados por la Policía Judicial Militar.
“Estuve asignado a un grupo que combatía las células guerrilleras directamente con el general Acosta Chaparro, a quien frecuento todas las veces que vengo a la Ciudad de México”, declaró Manuel Tarín en abril de 1989.
Pocos años después, su hermano Gustavo se convertiría en testigo protegido y uno de los principales acusadores de los generales Acosta Chaparro y Francisco Quirós Hermosillo en los procesos que se le siguieron por la matanza de disidentes políticos y por narcotráfico.
Manuel Tarín y Arturo González se odiaban como sólo pueden quienes bien se conocen. En 1975, el lavacoches se convirtió en chofer de la familia del primero, hasta que Arturo y una hermana de los Tarín Chávez se enamoraron. La muchacha resultó embarazada.
Manuel relató el momento:
“Mis hermanos Gustavo y Otoniel lo golpearon. Lo amarraron y lo colgaron en los separos de la Policía Judicial de Acapulco. Abogó por él su madre, que en realidad era su hermana mayor. También Acosta Chaparro, que en ese tiempo ya era mayor”.
El honor se resarció en el altar. Pero sólo el de la familia. Según Manuel Tarín, desde el día de la boda entre su hermana y el sicario, éste la golpeó hasta el momento de su separación.
De aquellos años y de su inclusión al mundo compartido entre narcotraficantes, policías y anticomunistas Arturo González El Chaky recordaría una estampa:
“Conocí a Juan José Esparragoza Moreno El Azul cuando trabajé en la Dirección Federal de Seguridad. Estaba en Tuxtepec, Oaxaca. Ahí se sembraba marihuana. El Azul llegaba con mucha gente en camionetas y él también sembraba. El comandante de la Federal de Seguridad, que entonces era Tomás Morlet, les daba chance para la siembra”.
En 1985, el comandante de la región norte de la agencia de la Dirección Federal de Seguridad y narcotraficante confeso, Rafael Chao López, señaló a su compañero Tomás Morlet como uno de los comandantes que con regularidad entregaban dinero del narcotráfico al director de la agencia mexicana de espionaje en ese momento, José Antonio Zorrilla Pérez, encarcelado por el asesinato del periodista Manuel Buendía y vendedor de protección a Rafael Caro Quintero.
omás Morlet fue uno de los hombres que abrieron la conexión entre la DFS y el futuro Cártel de Juárez, en primera instancia. Se asoció con Rafael Aguilar Guajardo, ex comandante de la corporación de inteligencia y cofundador del Cártel de Juárez desde donde operó un equipo de contrainteligencia implantado en el CISEN. Tomás murió como uno de los jefes de sicarios del Cártel del Golfo.
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La siguiente viñeta de la vida del Chaky existente en el expediente de los narcoespías militares le coloca, a principios de los 90, como integrante del Grupo Palma de la Policía Judicial Federal, creado por la PGR en 1987, y Guillermo González Calderoni, quien luego vendería protección al Cártel del Golfo.
El quinteto de Los Tigres del Norte incluyó en recopilación de sus 20 Corridos Prohibidos, las canciones Pacas de a Kilo, Jefe de Jefes y Gabino Barreda. Y El Discípulo del Diablo, dedicada a Guillermo González Calderoni.
“En 1994 conocí a Amado y Vicente Carrillo Fuentes en una carrera de caballos en la ciudad de Chihuahua”, declararía el propio Chaky.
Sin embargo, Pancho Tornez describió al Chaky tiempo antes, en 1991, volcado a la riqueza, olvidado el aspecto costeño, vestido como vaquero del norte. Un servidor de Juárez.
Admitió que recibía tráileres cargados de cocaína o marihuana en Durango para escoltarlos con dos o tres vehículos de la de la caseta de Cuencame, Durango, a los límites de este estado con Chihuahua.
El propio Arturo explicaría su apodo:
“Tengo como apodo El Muñeco, aunque alguien después de una fiesta me dijo que me parecía al Chuky –palabra transformada en Chaky por la repetición– y así se me quedó de apodo. Soy adicto desde hace muchos años a la cocaína”.
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El Señor de los Cielos murió y se convirtió para siempre en leyenda de la mafia. Falleció en la mesa del quirófano, en 1997, cuando cuatro cirujanos plásticos se afanaban en transformar todos sus rasgos. El Chaky, presumió la PGR, asesinó a los médicos, segmentó los cuerpos y los sumergió en un tambo de cemento y dejó los cadáveres en la Autopista del Sol.
También se le atribuye el asesinato de 10 pistoleros rivales en Ciudad Juárez a quienes habría enterrado en el Rancho La Campana.
Se le acusó del asesinato de Carlos Ventura Moussong, hombre de confianza de la DEA, aprehensor de Ernesto Fonseca, Caro Quintero, El Azul Esparragoza y el ex Gobernador de Quintana Roo Mario Villanueva. El agente del MP le preguntó sobre el asunto.
“Con el comandante Ventura Moussong tuve gran amistad”. Tanta que, según él, le avisó cuando un amigo lo quiso delatar en la PGR. Traicionado, El Chaky ordenó la muerte del soplón.
“Se anda diciendo que yo lo mandé a matar. Esto es falso y explico por qué: cuando detuvieron a mi sobrino, me dijeron que lo había detenido Ventura Moussong. Y sí dije: lo voy a matar. Pero Ventura me mandó a decir que él no había sido, que conocía a Jorge desde pequeño y que él no me haría algo así. Y ahí quedó todo”.
El Chaky dio detalles de su personalísima nómina. La que le mantenía salvo en Gómez Palacio los años que ahí vivió. Había un policía municipal, quien lo alertaba de la presencia de policías extraños a cambio de 4 mil o 5 mil pesos.
Habló de Víctor Blancas, comandante de la Policía Judicial Federal en la misma ciudad, encargado de avisar cuando la policía no comprada se le acercaba demasiado. “A este sujeto yo mismo le daba cada vez 5 mil dólares”.
Cuando la Policía Judicial Federal se convirtió en la Agencia Federal de Investigación, reclutó al agente federal de investigación Néstor Tobías de la Cruz a quien se retribuía con 3 mil o 4 mil dólares cuando avisaba de operativos.
En la oficina de Gómez Palacio tenía un hombre, sólo identificado como Amado, a quien daba 8 mil o 10 mil pesos por cada línea segura que desviaba: se contrataban líneas telefónicas a registrarse en un domicilio, pero se desviaban a otro para que no fueran ubicables.
Y habló de sus cuñados, los Tarín Chávez. Los que lo colgaron con el cuerpo hinchado de tanta tunda en los separos de Acapulco. Apuntó especialmente a Gustavo, convertido en testigo protegido y principal acusador de Acosta Chaparro.
“Efectivamente conoció a Amado y a su hermano Vicente, con quienes trabajó. Pero no le tienen confianza, porque asesinó a su hermano”. (El fratricidio entre los Tarín fue el mismo argumento invocado por Acosta Chaparro para denostar las palabras de Gustavo cuando le tocó turno de ir al banquillo).
Lo detuvieron con su sombrero y sus botas. Traía documentación de su deportación de Estados Unidos por estar en ese país sin papeles. Se sentía mal por su hipertensión y el dolor que le recordaba una vieja lesión en la pierna izquierda. Al final de su declaración, el Chaky buscó la influencia de su pasado.
“Mi conducta puede ser avalada por los generales Mario Arturo Acosta Chaparro y Francisco Quiroz Hermosillo”.
EL GENERAL
¿Quién era Mario Arturo Acosta Chaparro Escapite en Guerrero, en los mismos años en que los narcotraficantes relacionados con él iniciaron su desarrollo empresarial hasta ser hoy los capos, los fundadores de la República de las Drogas? ¿Qué cimientos hubo para que ese estado sea zona de guerra de los cárteles modernos?
El espionaje de Estado es un sistema que por naturaleza se espía a sí mismo. Acosta Chaparro fue seguido con atención por la Federal de Seguridad y se escribieron decenas de reportes sobre sus actividades policíacas en Guerrero, en esos años gobernado por la familia Figueroa. Uno de ellos, Rubén, candidato en 1974 a la gubernatura del estado, fue secuestrado por la gente de Lucio Cabañas.
Luis Echeverría, identificado como colaborador directo de la CIA, pero también amigo cercano de Rubén Figueroa, enfureció y lanzó a “los tigres” en su contra. El maestro guerrerense se convirtió en una de las prioridades de Acosta Chaparro, en ese momento con grado de teniente coronel del Ejército, y ese mismo año, en diciembre, fue cazado y su cadáver fotografiado con sus captores alrededor a manera de muestra del trofeo conseguido.
Acosta se convirtió en una especie de policía plenipotenciario. En algún momento de 1976 ya era director de la Policía y Tránsito de Acapulco y fue nombrado, a la vez, jefe de grupo de la Policía Judicial del estado en este puerto. En la época, el cultivo de marihuana y amapola a gran escala era extendida por los narcos sinaloenses hacia el Pacífico Sur.
Respecto al nombramiento, el órgano de vigilancia de la Secretaría de Gobernación anotó:
“Se ha rumorado insistentemente que esta actitud del gobernador del estado Rubén Figueroa Figueroa se debe a que uno de sus hijos fue secuestrado, indicando que con esta acción el mencionado mayor se encargará de las investigaciones al respecto”.
Con frecuencia, Acosta enfrentó acusaciones por las desapariciones ocurridas en Guerrero. En noviembre de 1976, el militar retuvo a ocho policías de Acapulco. La detención fue pública y las familias de los uniformados reclamaron la entrega de los detenidos, quienes permanecieron en calidad de desaparecidos durante un mes. La presión creció y el responsable de la Brigada Blanca en el sitio los debió presentar:
“Estaban sujetos a investigación por delitos cometidos contra la sociedad”, legisló Acosta al momento. A continuación lo designaron jefe de la Policía Judicial de Guerrero, encargo que incluía mandato sobre todas las demás policías, es decir, también la de Tránsito y Seguridad Pública.
Acosta Chaparro pertenecía, al mismo tiempo, a la DFS. Su desempeño le llevaría a llevar el cargo de Jefe del Departamento de Asuntos Exteriores de la Dirección Federal de Seguridad. En otras palabras: discutía y acordaba con funcionarios de otros países asuntos relacionados con la contención “del terrorismo”, término ya utilizado desde entonces.
Llama la atención un diagnóstico político de Guerrero realizado por la Dirección Federal de Seguridad, en que consignan las otras actividades de Acosta Chaparro, además de integrante de la Brigada Blanca o Especial. Tiene fecha de 14 de mayo de 1976:
“El mayor Arturo Acosta Chaparro es atacado por sus manejos turbios que le reditúan fuertes sumas de dinero al mes, comentándose que tiene protección incondicional del Lic. Rubén Figueroa Alcocer, hijo del gobernador del estado –y futuro mandatario del mismo, responsable político de la matanza de Aguas Blancas”.
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¿Cómo operaba Acosta la contrainsurgencia? De acuerdo a los documentos recabados de los archivos de la DFS, el militar también desarrollaba tareas de propaganda.
En 1977, las organizaciones sociales de Guerrero acusaban la desaparición de 150 personas a causa de su posición política. A principios de marzo, convocaron a una concentración en el puerto de Acapulco para el día cuatro de ese mes y reclamar la presentación de sus compañeros y el freno a la persecución.
En la víspera de la manifestación, la patrulla 105 de Policía y Tránsito de Acapulco, a cargo de Acosta, repartió un volante que, en síntesis, decía:
“¡La hora de iniciar la guerrilla urbana en Guerrero ha llegado!“
Brutalmente soberbio ha regresado el burgués José López Portillo (Presidente de México) después de su entrevista con (Jimmy) Carter (Presidente de Estados Unidos) que sostuviera en los Estados Unidos y aquí en Guerrero han radicalizado sus procedimientos los defensores del sistema capitalista encabezados por el oligarca monopolista y explotador Rubén Figueroa.
“¡Te invitamos al mitin más violento que se haya realizado en Acapulco! ¡Debemos desenmascarar a todos los peleles del régimen!
“El 4 de marzo es el día fijado para iniciar la guerrilla urbana en el puerto. Estamos estrechamente unidos con nuestros heroicos compañeros de la Liga Comunista 23 de Septiembre (…) Estamos dispuestos a que renazca la acción armada que dejaron trunca nuestro héroes Genaro Vázquez Rojas y Lucio Cabañas Barrientos.
“¡Los comunistas te convocamos a la revolución armada! ¡Con el fusil en la mano salvarás a tus hermanos!”.