Culiacán, Sin.-El mundo del hampa las seduce, las deslumbra, pero también las mutila, las expulsa, las mata. Mueren porque sí, y porque no también, cercenadas por el plomo y la pólvora; por los celos asesinos o por las intrigas al interior de los grupos criminales. En el peor de los casos, por estar en la mala hora con su pareja.
Lo cierto es que las muertes de mujeres en Sinaloa no sólo se relacionan con violencia doméstica, común, sino también, de manera indirecta, con el crimen organizado, ese mundo que flota alrededor de todo, y que atrae, que atrapa con sus lujos, con sus montañas de dinero, con su efímero destello.
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De acuerdo con reportes de la Procuraduría General de Justicia, la tendencia es que arriba del 70 por ciento de los homicidios de mujeres son relacionados con presunta rivalidad delincuencial. No quiere decir que la víctima era traficante, pero se identifica que se involucra en la vida mafiosa, lo que la pone en riesgo.
Por ejemplo, según la PGJE, de los 110 homicidios dolosos de mujeres en 2011, 94 de ellos se identificó una presunta rivalidad delincuencial, es decir, 85.45 por ciento.
Lo mismo el año pasado, que alcanzó el 78 por ciento por este motivo, y el resto por violencia de género y las demás modalidades.
Este año la tendencia se mantiene en los 62 homicidios de mujeres que se han registrado.
Hay casos en Sinaloa que no queda la duda de que son crímenes sin sentido, como la muerte de Guadalupe de Jesús Valenzuela Rodríguez, de 23 años, quien fue alcanzada por las balas que le dispararon a otra persona, en hechos ocurridos en Villa Ángel Flores, La Palma.
Del mismo suceso, murió días más tarde Guadalupe Olivas Tarín, de 28 años, cuando convalecía de las heridas en un hospital de Culiacán.
Otro deceso que causó indignación fue el de Gloria Michel, de 17 años, estudiante de Conalep cuyas balas la mataron mientras esperaba un camión cerca de su domicilio, en la colonia Libertad. Una víctima inocente de la violencia rampante.
Situación de riesgo
Para Elizabeth Ávila Carrancio, directora del Instituto Sinaloense de las Mujeres, no todos los crímenes contra féminas se relacionan con motivos vinculados al narcotráfico, pero reconoce que existe una vulnerabilidad para las que viven envueltas en el mundo del hampa.
“Es evidente que las mujeres están teniendo mayor participación y se están poniendo en una situación de riesgo, es evidente que estamos en un contexto violento, pero no deja de ser criticable la manera en que las mujeres están siendo violentadas”, explica Ávila Carrancio.
“Puedo decir que no todos los casos tienen esas característica, ni es porque ellas se hayan puesto en una situación de riesgo, por ejemplo el caso de la alumna de Conalep, todo mundo dio fe que era una buena niña que estaba esperando el camión”, comenta.
La funcionaria señala que no todas las muertes son por tiroteo o por la podredumbre social, y no por ello se pierde la humanidad de estas personas que “quitan la vida por un capricho, por un momento, por individuos que no tuvieron una buena crianza o no sabemos qué pasa”.
Elizabeth Ávila sentencia: “vivir en una sociedad no puede ser riesgoso para una mujer, no podemos estar en la zozobra que por ser mujer tenemos que cuidarnos más”.
Y así lo entiende la diputada Hilda Gaxiola Álvarez, del PAN, que señaló ante las últimas muertes en Sinaloa, que “cada vez las mujeres son partícipes del narcotráfico.”
“Las mujeres están muriendo porque están participando en el narcotráfico, hay una degradación social tremenda”, dijo Gaxiola Alvarez.
Por ello, la diputada panista pide que se separe el término feminicidio con los ajustes de cuenta.
“Es una leyenda muy delicada que sólo se debe usar en los casos en donde la mujer muere por condiciones de violencia intrafamiliar”.
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Si bien las autoridades pocas veces dan a conocer lo móviles que motivan a las personas asesinar de manera violenta a una mujer, aquí un recuento de los casos más sonados en los últimos meses en Culiacán. Todas ellas eran mujeres, y murieron al estilo ajuste de cuentas. Hasta ahora ninguno ha sido esclarecido.
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Karla Contreras Rodríguez vivió esa vida buchona de Culiacán. Lujos y portento. Era difícil no reparar en ella: su cuerpo había adoptado una rara figura de “sirena” -caderona y cintura perfecta, como le gustaba llamarse a sí misma- tras las cirugías con las que se reinventó en esa sociedad narca.
Fotos que subía a su cuenta de Facebook dibujan la estampa de la chica que vivió recio, y murió de forma trágica. La noche del 30 de junio pasado, Karla fue acribillada por dos hombres en le crucero del bulevar Sinaloa, en la colonia Las Quintas.
Eran cerca de las 23:00 horas cuando las corporaciones policiacas escucharon el reporte de que abordo de una camioneta Cadillac Escalade, modelo 2008, color negro, había quedado el cuerpo de una joven mujer. Una persona que iba con ella quedó herida, pero los datos fueron reservados.
Aunque la Procuraduría General de Justicia aseguró tener suficiente información que llevaría al esclarecimiento del homicidio, hasta el momento no se ha sabido que haya detenidos.
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Flérida Francisca Castro Rodríguez había enviudado. Su marido fue asesinado en la oleada de crímenes perpetuos que es Sinaloa.
El 20 de noviembre pasado, después de hacer las compras en el Home Depot del bulevar Emilano Zapata, se dirigió con el carrito y sus dos hijos al estacionamiento en donde tenía el automóvil, una camioneta Acura.
Pero no alcanzó a encender el motor. Cuando acomodaba las adquisiciones en la caja de atrás, un sicario llegó y le disparó en repetidas ocasiones a la cabeza. Los niños salieron ilesos.
Aunque paramédicos de Cruz Roja la trasladaron a una clínica, el anuncio de muerte llegó antes de que los médicos la recibieran en el quirófano.
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A Norma Guadalupe Tirado Zazueta, de 36 años, sus familiares indicaron que era empresaria dedicada a la venta de ropa. Vivía en la Isla Musala, y la mañana del 11 de noviembre pasado circulaba en lujosa camioneta Explorer color blanca por el bulevar Xiconténcalt y Francisco I. Madero, en la colonia Las Vegas.
Mientras avanzaba en su vehículo, un sicario le disparó a quemarropa con una pistola calibre .38 Súper. Nadie quiso decir en que tipo de unidad escapó el asesino.
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De Gissel Paloma Figueroa Ramos se supo que era una chica de 19 años. Bonita y altiva. Fue asesinada el pasado 28 de noviembre, tras bajarse de una camioneta. Aparentemente discutió con el conductor, aunque no hay versiones oficiales.
Al descender a la altura de la calle Fray Servando Teresa de Mier, entre Lázaro Cárdenas e Insurgentes, caminó en sentido contrario en que marchó la camioneta.
Pero el chofer dio vuelta y la alcanzó enseguida. Desde adentro se soltaron los disparos. Era la hora en que los empleados de Gobierno acudían a su trabajo, a pocas cuadras del atentado.
Mientras Gissel se desangraba, llegaron los paramédicos que enseguida la trasladaron, pero al llegar al hospital descubrieron que había fallecido. Acusó tres balazos. Uno en la espalda fue el mortal. No se ha sabido el móvil de su crimen.
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María Susana Flores Gámez, según su madre, nunca necesitó nada de nadie. Ella le dio todo cuanto pudo. Pero la reina de belleza conoció al “Cholo”, y le marcó el destino. La tristemente célebre Mujer Sinaloa 2012 murió abatida por elementos del Ejército la madrugada del 24 de noviembre del año pasado. Su historia fue contada por cientos de medios. Su nombre queda aún hoy en el recuerdo.