"Me cansé de vivir con el miedo y de esperar a ver quién es el siguiente muerto"
Una de las pocas mujeres en los grupos de Autodefensa que luchan contra los narcos
Voz firme, ideas claras y frases que parecen misiles: "Me cansé de vivir con el miedo y de esperar a ver quién es el siguiente muerto", explica con una Colt 45 con el gatillo hacia atrás, dos cargadores en el cinturón y las uñas perfectamente arregladas. «Es más cabrona que bonita», confirma un colega de armas cuando habla de ella. La única entre hombres.
Pegada a su pistola y su rifle R-15, hasta hace un año la 'comandante Bonita' no había disparado un tiro en su vida y recorría el país como gerente de una tienda de modas. Hasta que un día se cansó de extorsiones, de violaciones y de ver como desaparecían a su gente y se unió a los grupos de autodefensa, las milicias populares que se han rebelado contra el cártel de los Caballeros Templarios y a tiro limpio han ido recuperado poblaciones hasta expulsarlos de Michoacán.
Como tantos otros que han tomado las armas, la comandante Bonita vivió durante 15 años en EEUU hasta que regresó y se encontró con el miedo: "Yo voy a luchar por tener un país libre de esta basura de los cárteles de la droga. Tengo dos hijas y no quiero que crezcan en este ambiente" explica.
- ¿Su nombre? "Jamás lo doy", responde. "Llámeme sólo 'la Bonita'. Así me conocen todos", explica.
Durante la revolución mexicana las adelitas o soldaderas se convirtieron en un símbolo en blanco y negro del movimiento encabezado por Zapata y Pancho Villa acompañando a los contingentes revolucionarios como soldados, cocineras o enfermeras. Pero las adelitas modernas no llevan falda, no cocinan ni van subidas en un tren. Sino que llevan pantalones ajustados, van armadas hasta los dientes y conducen los 4x4 de cristales oscuros recuperados al crimen organizado.
Cuando atiende en Tepalcatepec, acaba de terminar una reunión de la plana mayor de los autodefensas. Testosterona en estado puro. Más de 10 rudos agricultores y rancheros de camisa de cuadros, pantalón vaquero, sombrero y botas de pico. Pero ahí está ella también. Sólo dos mujeres asisten a la reunión en la que se discute a propuesta del gobierno para entregar las armas (cuya respuesta es no) pero sólo una, 'La Bonita', se unirá después al contingente cuando haya que echar plomo.
Ella es la única mujer que ha participado en las tomas de Pracuaro y Nueva Italia, dos de las poblaciones controladas por los cárteles y en las que hubo fuertes enfrentamientos. En ellos, 'La Bonita' disparó como cualquier otro. «Los hombres me respetan. Aunque no tienen estudios y son gente de campo siempre me cuidan y me cubren. El hombre llega hasta donde la mujer quiere», suele decir.