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‘Mejor armar autodefensas que pagar cuota’ Empresarios

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Parácuaro, Michoacán— Muchos años vivieron bajo el yugo de las extorsiones del cártel de los Caballeros Templarios. Eso dicen. Y dicen también que a ellos lo de las drogas, les daba igual: que si en otros municipios cocinaban o no drogas sintéticas en laboratorios instalados, escondidos en medio de los campos, eso les tenía sin cuidado. No era asunto suyo.

“Si no se metían con nosotros...”, deja la frase inconclusa el empresario, el productor de mangos.

Si no se metían con ellos, con la población, con los productores de mango, arroz, jitomate, tamarindo de este lugar, de Parácuaro, el penúltimo municipio en levantarse en armas (el último fue Múgica, con su conocida ciudad Nueva Italia), todos se contagiaban de una especie de conveniente ceguera colectiva que los mantenía inmunes a la violencia. Si no se metían con ellos, pero eso se acabó hace tiempo. La codicia criminal era insaciable, cuentan...

Los rostros de los entrevistados se tornar preocupados cuando uno de los hombres viene a darle parte al jefe de las autodefensas, Chavo Beltrán: que no tienen suficientes armas, que cómo le hacen. Que le pida a los campesinos que presten sus escopetas, sus rifles caza conejos, o que se vengan de autodefensas también, si no tienen labores labriegas, y que se juntará dinero para pagarles.

– Es que apenas estamos empezando, fuimos los penúltimos en levantarnos hace dos semanas... -explica el líder, radio en mano, escuadra al cinto. Ni siquiera tienen todavía camisetas suyas, les prestaron las de Tancítaro.

Chavo (se llama Salvador, pero así le dicen, quizá por chaparrito) se retira para continuar una junta con policías federales, con quienes empieza a organizar el trabajo de seguridad coordinado entre los efectivos y las autodefensas, y entonces surge, inevitable como en cada municipio, el tema de las armas, de la procedencia de las armas de los lugareños.

El productor de mango que se nos acercó, uno de los empresarios que lo producen ahí, y que todavía está ciscado y ruega no decir su nombre ni mucho menos hablar ante la cámara, petición que hacen extensiva casi todos los demás pobladores (salvo Chavo y sus hombres más cercanos), cuenta, con su peculiar sentido común campirano, con sus aritméticas de la campiña de la Tierra Caliente, con sus elocuentes frases sin terminar...

– Mire, aquí, a los productores de mango teníamos que poner en tres meses de producción $200 mil pesos cada uno para darles a losTemplarios. Esa era la cuota, la extorsión. Les dábamos mil pesos por cada carro de mango. Y cuando se le antojaba, que era seguido, que necesitaba cinco millones de pesos el señor...

– ¿Qué señor?

– Pues él, Chayo. Nazario Moreno (el líder de los Templarios que el gobierno federal durante el sexenio de Felipe Calderón dio por muerto en combate y cuyo fallecimiento niegan todas las autodefensas, las cuales juran que sólo quedó cojo y herido)... Cuando se le antojaba, nos pedían cinco millones de pesos de golpe. Y, ¿qué íbamos a hacer? Ya sabíamos que nos tocaba de a $230 mil pesos por productor a los 22 productores que somos aquí. Haga cuentas: ¿cuánto cuesta un cuerno si ahora vamos a gastar esos cinco millones una sola vez para las autodefensas en lugar de pagar a cada rato a los Templarios? Haga cuentas...

En armerías de EU, un fusil AK47 nuevo cuesta al menos 7,800 pesos y unos cinco mil pesos usado.

– Póngale hasta $10 mil, si quiere... –invita el manguero.

Quinientos cuernos de chivo podrían comprar los mangueros de Parácuaro para armar a sus autodefensas con el monto de una sola extorsión a la que las sometían los Templarios. No necesitamos armas de otros narcos, dice el productor.

Todos están de acuerdo. Los arroceros que tenían que pagar de cuota $200 pesos por tonelada, treinta mil pesos por cada sacada de 150 toneladas. Los jitomateros que tenían que pagar dos pesos por kilo de su producto. Hasta los que venden discos piratas, que tenían que venderlos en el pueblo a $25 pesos porque los criminales les pedían $15 pesos por unidad, y ellos los compran a $5 pesos. El alcohol, la cerveza, el ron, lo mismo: todos pagaban impuestos templarios. Incluidos los materiales de construcción, que eran 50 por ciento más caros.

Así dicen que vivían aquí bajo la ley templaria. Así dicen que ya no van a vivir. Que por eso se levantaron. Que por eso prefieren comprar sus armas, para las autodefensas, que son ellos mismos,  que pagar la cuota.

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