Apatzingán.- A 19 kilómetros de Apatzingán, en la comunidad de La Cofradía, una capilla de los caballeros templarios se erigía entre casas de lujo y viviendas de lámina.
La Policía Federal, que junto con el Ejército, resguarda desde ayer el poblado, tras la incursión de los grupos de autodefensa, supervisó la demolición con una retroexcavadora.
Un poco más adelante, sobre el camino de terracería frente al patio de una casa, encontraron otra capilla que no derrumbaron porque, aunque suntuaria, no exhibía la cruz templaria o la imagen de El Chayo, Nazario Moreno.
La capilla templaria, de unos cinco metros, estaba muy cerca del puente El Carrizo-La Cofradía que en abril de 2010, inauguró el entonces presidente Felipe Calderón. Ahí también hay un letrero del programa Oportunidades, que presume los apoyos gubernamentales a los pobladores.
La siembra y cosecha de limón alimenta a los pobladores de La Cofradía, la comunidad asentada en la periferia de Apatzingán en los límites con Tumbiscatío, donde las casas con antena parabólica y camionetas último modelo contrastan con las viviendas humildes y los negocios en desabasto.
El poblado es ahora territorio vigilado por los grupos de autodefensa. En el corazón de la comunidad, los policías federales, dirigidos por el comandante Fénix (del mismo grupo que el célebre Espartaco) vigilan las calles de tierra, ante la mirada de sus pobladores que hacen su vida normal, pero ahora en medio de camiones artillados, helicópteros y decenas de uniformados azules y verdes.
Por la brecha que lleva a La Cofradía, desde la carretera de Morelia a la Tierra Caliente, hay dos retenes de los grupos de autodefensa. En la zona aún se aprecian casquillos percutidos. A un lado, los vehículos blindados de los civiles originarios de Tepalcatepec, con perforaciones de bala en la carrocería y las llantas.
Aunque los federales ocupan el pueblo, los autodefensas se mantienen replegados en la periferia y vigilan la entrada y salida de todos los vehículos. Eso después de que con equipo especializado, militares y policías federales recorrieron el último centímetro del cerro desde donde se puede observar el valle limonero.
Afuera de las caballerizas que se habilitaron como comedero, una camioneta con la leyenda de los H3 (grupo de autodefensa que ingresa primero a las comunidades que arrebatan a los templarios) muestra en su parabrisas un cartel de presentación de los ahora célebres cantantes de banda Melissa y Kike, hijos de Enrique Plancarte, uno de los líderes de los templarios.
Desde el estéreo de la camioneta, los autodefensas escuchan corridos, ninguno de ellos de La Princesa o El Príncipe de la Banda, como se les conoce a los hijos del Kike.
Desde ayer, la comunidad limonera es vigilada por decenas de policías federales y elementos del Ejército por tierra y por aire.