Nunca antes un grupo civil de autodefensa se había levantado con éxito contra el crimen organizado. Ni en México ni en ninguna otra parte.
Aseguran los expertos que siguen muy de cerca la evolución del conflicto en el estado de Michoacán, donde un pueblo alzado en armas, harto de las extorsiones y los asesinatos, ha conseguido que el Gobierno considere legal su lucha y está arrinconando al poderoso cártel de Los Caballeros Templarios. Un auténtico hito en la decepcionante y sangrienta historia de la lucha contra el narcotráfico en México, que se ha cobrado ya la vida de más de 100.000 personas desde 2006.
El pasado lunes, Gobierno y autodefensas firmaron en Tepalcatepec, el lugar donde todo comenzó, un acuerdo por el cual los rebeldes salen de la clandestinidad para integrarse en los cuerpos de vigilancia rural a las órdenes de la Secretaría de Defensa. Una jugada entre oportunista y desesperada por parte del Ejecutivo mexicano, que veía cómo el imparable avance de estos grupos paramilitares empezaba a escapar de su control y podía servir de espejo a otros estados para levantarse en armas contra el crimen organizado. Hoy, los temidos Caballeros Templarios, uno de los siete grandes cárteles del país, se esconden en las porosas serranías michoacanas. Es pronto aún para saber si huyen en desbandada o solamente aguardan pacientes a que amaine el temporal.
¿Cómo ha logrado un humilde grupo de ganaderos y comerciantes plantar cara y por ahora vencer a un poderoso cartel de la droga? ¿Han recibido apoyo y armamento de otros carteles rivales, como el de Jalisco Nueva Generación? ¿Hay un lobo oculto bajo ese cordero levantado en armas que tiene a todo un país extasiado por su valentía? Parece que la explicación del éxito es menos turbia y mucho más exótica de lo que algunos temen, y se basa en dos pilares clave: el dinero de los ricos empresarios de Michoacán y el armamento militar procedente de California, Estados Unidos.
Las ‘soldados’ procedentes de las pandillas de California
“Esta zona de Tierra Caliente, en Michoacán, es muy rica en agricultura, minería y ganadería. Ahí se producen el 80% de los aguacates que se consumen en México y EEUU, o todos los limones (limas en México) que se compran en el país. Debido a su riqueza, Los Caballeros Templarios extorsionaban a los empresarios con cantidades muy importantes de dinero, que es el que ahora se ha destinado a comprar armas”, explica Raúl Benítez Manaut, presidente del Colectivo de Análisis de la Seguridad con Democracia (Casede). “En México es ilegal comprar armas, pero se da la circunstancia de que el 40% de la población de Michoacán vive en California, donde la venta de todas esas armas es libre. Todos los empresarios extorsionados tienen familiares en Estados Unidos, que son los que han traído el armamento para luchar contra el narcotráfico”.
Así, el hecho de que las autodefensas se lanzaran al ataque y comenzaran a reconquistar los municipios al poco de terminar la Navidad, no fue casual. “Es una tradición que en diciembre los emigrantes que están en EEUU viajen a México a pasar las fiestas con sus familias e introduzcan (en el país) automóviles viejos que luego dejan en México. También existe una especie de política del Gobierno de no causarles problemas cuando pasan las aduanas con regalos para sus familiares. Apenas hay inspecciones, y parece ser queen diciembre entraron muchos automóviles por la frontera y en ellos venían las armas”, prosigue Benítez Manaut.
En aquellos coches también llegaron los soldados que utilizarían esas armas. Un buen puñado de hijos de emigrantes nacidos en Estados Unidos, o que residen en el país vecino desde su infancia, tipos duros que se curtieron en las pandillas latinas de California y que hoy encuentran en la tierra de sus padres una “causa noble” en la que aplicar las lecciones aprendidas en los bajos fondos.
¿Ayuda de otros cárteles para derrotar a los Templarios?
El presidente del Colectivo de Análisis de la Seguridad con Democracia no tiene “constancia” de que el cártel Jalisco Nueva Generación haya dado apoyo a las autodefensas para conquistar el territorio. Sin embargo, este jueves el procurador general de la República, Jesús Murillo Karam, aseguró que tiene “evidencias” (basadas, según él, en testimonios de personas detenidas por pertenecer a las autodefensas) de que Jalisco Nueva Generación habría entregado armas a los grupos civiles para perjudicar al cártel rival de los Templarios. Benítez Manaut advierte que “es posible que en algunas autodefensas haya armas del crimen organizado”. Sin ir más lejos, las de algunos desertores Templarios que ayudan ahora en labores de inteligencia.
El líder espiritual de los comunitarios, el doctor José Manuel Mireles, insistía días atrás en la pureza de sus guerrilleros y de su causa, a pesar de los cantos de sirena que le han enviado los grandes grupos criminales. “¿Usted cree que no hemos recibido intenciones de apoyo de otros cárteles?”, interpelaba el líder a la periodista Carmen Aristegui, que tuvo acceso al lugar secreto donde se cobija Mireles después de sufrir un sospechoso accidente de avioneta a principios de año. “Llegan todos los días. Una vez llegó una persona, me dijo ‘vengo a saludarlo y a ponerme a sus órdenes’. Le dije ‘A ver, ¿por qué?’. Y contestó: ‘Tengo seis helicópteros artillados a la hora que usted los necesite’. Venía desde Sinaloa, me habló del Mayo Zambada (lugarteniente del Chapo Guzmán en el cártel de Sinaloa). Yo le dije: ‘¿Quién es el Mayo?’, a lo que el enviado contestó ‘¿No sabe quién es el Mayo? Es el papá de El Chapo’”.
Una guerra financiada a base de cítricos
Otro líder de la rebelión, Hipólito Mora, aseguró recientemente que las autodefensas se financian con algo tan simple como “unas huertas de limón que abandonaron los Caballeros Templarios cuando nació el movimiento. Ahorita el limón tiene buen precio, sin el apoyo de ningún cártel ni ningún narcotraficante”. Tal cual. Una guerra contra el crimen organizado financiada a base de cítricos.
El avance de las autodefensas no se ha detenido tras la firma del convenio con el Gobierno. Al ser un movimiento descentralizado y un tanto anárquico,otros grupos independientes han marchado esta semana sobre varios municipios de Michoacán, como Yurécuaro o Los Reyes, prestos a retomar el control del lugar y a pedir la ayuda de los ciudadanos para denunciar a policías municipales corruptos y a frenar los abusos del narcotráfico. En este caso, el Ejecutivo estuvo rápido de reflejos al invitar también a estos comunitarios a unirse a las fuerzas del orden. Estos aceptaron y se sumaron al resto de grupos que firmaron el acuerdo el lunes. No le queda otra al Gobierno de Enrique Peña Nieto que tenderles la mano a los insurrectos si no quiere convertir Michoacán en una tierra de forajidos, un peligro que pueda convertirse luego en una plaga nacional.
De hecho, ya hay presencia comunitaria en 13 estados. En Guerrero, estado vecino al sur de Michoacán, han iniciado un avance de final impredecible sobre varios municipios cercanos a la capital Chilpancingo. “Ya estamos listos para entrar en cuanto la gente nos mande llamar. Nos introducimos a la capital, estamos esperando que se organice el pueblo o que la autoridad detenga a la delincuencia”, ha dicho el líder rebelde, Gonzalo Torres. El Gobierno de Guerrero insiste en que su caso nada tiene que ver con Michoacán y apela al diálogo con las autodefensas. Sin embargo, son cada vez más las voces influyentes que exigen que sea el Ejecutivo federal quien tome las riendas del estado, vista la manifiesta ineptitud y presunta relación de la clase política de Guerrero con el crimen organizado.
“Existe el riesgo de acabar como Colombia”
“Existe el riesgo de que México tenga regiones cada vez más parecidas a lo que sucedió en Colombia, en donde se multiplicaron los grupos armados”, advierte Ernesto López Portillo, director ejecutivo y fundador del Instituto para la Seguridad y la Democracia (Insyde). “En México hay bolsas territoriales sin Estado. Muchas. Michoacán es un caso extremo, y son esos vacíos los que han provocado la aparición de grupos de autodefensa. En estos lugares la autoridad y el tejido social están descompuestos, y es ahí donde aparece gente con recursos que compra armas, se organiza y ocupa el lugar del estado”, prosigue López, quien añade taxativo: “Las autodefensas no son bajo ninguna circunstancia una buena noticia, excepto por el hecho de que de manera contingente pueden defender la vida de alguien. Pero en términos de Estado es una señal extrema de descomposición. Aquí el problema es caer en una suerte de espejismo pensando que tenemos ya la solución, cuando lo que se necesita es el saneamiento estructural de las autoridades locales”.
Benítez Manaut, por su parte, considera que “Michoacán no es comparable a las guerrillas surgidas en Colombia, Perú o Guatemala, pues en Michoacán nunca hubo grupos guerrilleros ni existe una contrainsurgencia frente al Ejército o el Gobierno”. Sin embargo, sí coincide en señalar que estas organizaciones civiles paramilitares “pueden caer en una degeneración violatoria de derechos humanos, aunque de momento no se están convirtiendo en ese monstruo. En otras palabras: son ilegales, pero no criminales”.
Estos días han surgido testimonios de pequeños empresarios que denunciaron cómo las autodefensas les obligaron a apostarse en las barricadas o les exigieron cuota, prácticas que hicieron saltar las alarmas. El director de Casede interpreta estas prácticas como “cuestiones habituales” en cualquier alzamiento civil: “Si ves que el vecino no quiere participar en una revolución popular le dices ‘participa’. Otros les dicen a los que tienen recursos ‘dame dinero para comprar armas y te invito a unirte’. Pero las autodefensas no han matado a nadie que no sea Templario. No extorsionan ni coaccionan. Sus delitos son los típicos de cualquier brote rápido e insurreccional. Cuando cometan delitos graves, entonces sí deberemos denunciarlos”.
Por su parte, el director de Insyde ve Michoacán como “un laboratorio en el que no se sabe qué pasará a corto ni a largo plazo”, si bien vaticina que será un episodio inútil en la lucha contra el crimen organizado en tanto que el Gobierno federal no implemente planes integrales de actuación, “y esos planes no están a la vista”. “El narcotráfico lleva dando señales de empoderamiento en Michoacán desde hace al menos tres sexenios de mandatos locales. Estamos en manos de una gente que gobierna bajo una profunda negligencia política, que permite que germinen estos grupos armados que son consecuencia, y no causa, de la crisis de gobierno”.
López Portillo ni siquiera ve por ahora que esta rebelión desesperada lleve a terminar con el cártel de Los Caballeros Templarios, a menos que el Ejecutivo mexicano “inicie procesos penales y condene a los criminales y a los funcionarios coludidos con el crimen. Esa va a ser la prueba de fuego. Porque si la justicia no funciona, si los criminales siguen libres, toda esta estrategia será una mentira. La prueba (de que algo está por cambiar en México) es que el sistema judicial empiece a hacer lo que nunca hace: terminar con la impunidad de esta gente”.