Nadie sabe a ciencia cierta cuántos cadáveres hizo desaparecer en ácido El Pozolero, pero se habla de varios cientos. Capturado hace cinco años por militares, el delincuente que trabajaba en Tijuana para Teodoro García Simental no ha dicho todo, menos ahora, cuando podría estar cerca de la libertad. Familiares de desaparecidos de esa ciudad –quienes sospechan que sus parientes fueron deshechos por el delincuente– mantienen la búsqueda de sus seres queridos y, además, proponen construir un memorial en uno de los predios donde se han hallado restos humanos irreconocibles.
TIJUANA, BC.- Una reciente pinta en la barda pide respeto: “Este es un lugar sagrado”. Cruzando el lote se llega a un cuarto de ladrillo, con huecos donde alguna vez hubo una puerta o ventanas; botellas rotas cubren el piso, indescifrables grafitis plagan las paredes. La pileta de cemento está cubierta de flores amarillas ya secas; alrededor, una treintena de veladoras, ya consumidas, alzan su plegaria al cielo el Día de Muertos.
La Gallera, este terreno abandonado de la colonia Maclovio Rojas, está empotrada en las pesadillas de las familias mutiladas en esta ciudad desde que algún ser querido desapareció. El lugar era un centro de extermino en donde varias personas fueron disueltas en ácido.
De la fosa séptica pegada al cuarto de ladrillo se extrajo una masa gelatinosa mezclada con una sustancia amarilla donde iban revueltos dientes, pedazos de hueso, brackets, tornillos quirúrgicos. Residuos humanos.
En un rincón del terregal crece un cuadro de pasto. A unos pasos, de un delgado surco comienzan a brotar geranios y se alzan palmas en el desierto, como si la vida se abriera paso en este centro de muerte.
Los familiares de las víctimas desaparecidas en este lugar han comenzado a darle un nuevo significado.
“Queremos que sea un memorial porque es una esperanza de encontrar, ya no a Horacio, sino ayudar a otros que pasan por lo mismo. Para tener un lugar donde recordar, ir, apoyarnos, echarnos una mano, investigar, hacer todo lo que se pueda para tejer una cadena de información que nos ayude a encontrarlos”, dice Nayeli Lara, expareja del médico Horacio Berruecos Anaya, desaparecido el 3 de enero de 2008 cuando salió a atender a un paciente.
Ella sabe que un narcotraficante ordenó desbaratarlo y desaparecerlo. Policías municipales, asegura, se lo entregaron a Santiago Meza López, quien a finales de enero de 2009 fue capturado por el Ejército. Él confesó que su función dentro del grupo de Teodoro García Simental, El Teo –quien encabezaba una escisión del cártel de los Arellano Félix– era disolver cadáveres; y por su “cocina” pasaron al menos 300 cuerpos.
Desde entonces fue conocido por su apodo: El Pozolero.
La mujer parece resignada a nunca encontrar a su exmarido. En noviembre pasado su esperanza se disolvió tras casi cuatro años de participar con la asociación de familias Unidos por los Desaparecidos, la cual, bajo la dirección de Fernando Ocegueda Flores, peina terrenos baldíos en busca de cadáveres, ubica casas de seguridad donde operaron narcotraficantes, sigue pistas ofrecidas en llamadas anónimas y pide ayuda federal –ministerios públicos, peritos, perros rastreadores, geolocalizadores, cotejo genético– para identificar los restos encontrados.
Ocurrió cuando la entonces secretaria ejecutiva de Províctima, Eliana García, viajó a conocer el proyecto de memorial y llegó acompañada de los diversos directores de área de los laboratorios forenses de la Procuraduría General de la República (PGR).
La había invitado Ocegueda, quien busca a su hijo Fernando desde 2007, un estudiante a quien “por error” hombres armados sacaron de su casa, frente a la familia.
Los peritos de la PGR hicieron una demostración computarizada de los trabajos realizados en los tres predios señalados por El Pozolero como sus centros de operación: Ojo de Agua, Loma Bonita y La Gallera. En las gráficas de PowerPoint se veían las capas de tierra, las excavaciones y esa masa gelatinosa que conocen bien, esa que les causa escalofríos y desmayos, esa que despide un olor fétido…
“La gente de PGR vino a decir que de todo lo que encontramos en los predios de Santiago Meza, de todos los huesos y dientes que se llevaron, no se pudo sacar ADN porque estaba contaminado por la sosa cáustica. Que debido al cocimiento de agua caliente con sosa cáustica se contaminaron los huesos”, recuerda Ocegueda.
Al oír esto muchas personas se pusieron a llorar o quedaron mudas por la desilusión; otras comenzaron a reclamar furiosas: “¿Cómo es posible si desde 2009 tenían las muestras, por qué tardaron tantos años en decirlo? ¿Cómo hasta ahora salen a decir que no hallaron nada?”.
Ocegueda continúa: “Nos dijeron que por el método que se utilizó no pudieron hacer más y que no hicieron pruebas a todos los huesos y dientes que tienen allá porque en el proceso de identificación casi se les deshacían y no querían que se borraran evidencias. Hubo mucha decepción porque muchas familias tenían la esperanza de que identificaran a algunos. Pero los de PGR dijeron que no acabarían ahí, que no en todos los lugares se habían deshecho los cuerpos con ácido, que seguirían trabajando”.
El incansable padre de familia, impulsor de los rastreos que trimestralmente realiza la PGR en Tijuana, desea pedir una segunda opinión a peritos independientes. En su registro tiene documentadas 250 desapariciones, pero dice que el gobierno tiene muchas más.
“Meza López dice que fueron 300 personas. Yo creo que mínimo fueron unas 900. Lo más triste es que cuando hay un desaparecido que coincide con esas fechas en las que él trabajaba, les dicen a las familias que ya ni lo busquen, que seguro ‘quedó’ con Santiago Meza. Ya es la manera de esquivar la investigación”, lamenta incrédulo.
La declaración
Desde aquel 23 de enero de 2009, cuando Meza –al ser presentado a los medios– admitió públicamente su oficio dentro del grupo del Teo –quien controlaba Tijuana y tenía en nómina a la Policía Municipal–, las familias con víctimas en Baja California enfrentan retos que no habían considerado.
En la declaración rendida el 25 de enero de 2009 por Santiago Meza (AP/PGR/BC/TIJ/217/09-M-III), se lee la pregunta que le hace el Ministerio Público al recién capturado: “¿A qué se dedica el declarante?”.
“A ‘pozolear’, es decir a deshacer cadáveres en sosa cáustica”, se lee en la respuesta.
En otro fragmento explica: “Aprendí a hacer pozole con una pierna de res la cual puse en una cubeta y le eché un líquido y se deshizo; los cuerpos que me daban para pozolear me los daban ya muertos, y los metía completos a los tambos y le vaciaba 40 o 50 kilos de polvo que compraba en una ferretería (…) me ayudaban unos chavalos” (Proceso 1833).
Según la información a la que tuvo acceso este semanario, Meza López fue consignado por diversos delitos: delincuencia organizada, contra la salud en modalidad de colaboración, portación de armas de fuego de uso exclusivo del Ejército y posesión de cartuchos.
Su ficha está radicada en el penal de Alta Seguridad de Nayarit. Durante un tiempo fue defendido por un abogado particular; actualmente, por uno de oficio.
Las personas detenidas junto con él en el mismo operativo en el que el Ejército buscaba a García Simental, el marisquero Héctor Manuel Valenzuela Lobo y el veterinario Fernando López Alarcón, consiguieron su libertad el año pasado.
En varias ocasiones se ha rumoreado que Meza podría salir libre pues su delito corresponde a inhumación o exhumación de cadáveres y no es considerado grave en los códigos penales estatal ni federal. Él siempre ha sostenido que deshizo muertos.
La Gallera
Ocegueda recuerda aquel enero de 2009: cuando supieron por las noticias de la existencia del Pozolero muchas familias acudieron a la procuraduría estatal para pedir que le enseñaran al detenido fotografías de sus familiares. Pero ya se lo habían llevado al DF.
El activista con otras familias ya hacía plantones semanales ante la procuraduría para exigir la creación de una fiscalía de búsqueda de desaparecidos. Ese año visitó el predio Ojo de Agua para poner flores y veladoras y rezar.
En 2010 Ocegueda tuvo acceso a la declaración de Meza López y decidió investigar los puntos de operación que señalaba. Trabajando con otras familias hasta los fines de semana, ayudados por los mapas del buscador Google, con inspecciones e investigaciones propias tardó dos años en dar con La Gallera.
Cuando localizaron el lugar y pidieron ayuda a la PGR, levantaron un cubo de cemento de tres metros de largo, tres de ancho y tres de profundidad, que tapaba una fosa. Debajo descubrieron “lo que quedó de los cuerpos con ácido”. Al remover la masa con las palas brotaba sangre. Ese doloroso momento y el hedor son cosas que este padre quiere olvidar.
Tiempo después, siguiendo las referencias de la declaración del Pozolero y tras una caminata de horas por un cerro, localizaron el predio Loma Bonita.
Hasta el momento, con sus investigaciones han hallado más de 800 dientes y cientos de fragmentos de huesos.
“Si la SIEDO tenía la averiguación previa que llegó a mis manos, ¿por qué no encontró el predio?”, se pregunta. “La procuraduría del estado, como Pilatos, se lavaba las manos diciendo que el caso lo llevaba la SIEDO. Además todas las policías de Baja California sabían que existía esa práctica, incluso Santiago Meza decía que llegaban patrullas a darle cadáveres”, dice.
Desde el hallazgo del lote y a base de presión, Ocegueda consiguió que cada tres o cuatro meses la PGR mande una veintena de técnicos con perros para rastrear en terrenos baldíos donde se sospecha que hay restos humanos.
La semana pasada se realizó uno de esos rastreos para ubicar el cuerpo de ocho secuestrados. Dice Ocegueda: “No todo fue Santiago Meza. Había distintas células, unas secuestraban a la sorda, sin que Teodoro García supiera, para financiarse”.
Alrededor de 40 familias de la Asociación se mantienen activas en las labores de búsqueda. Si faltan varillas para perforar terreno o una cuatrimoto, de inmediato alguien lo ofrece. Si falta gente, llegan voluntarios. Si alguien tiene informes que puedan ayudar a esclarecer otros casos, no falta quien colabore.
La última novedad es que la PGR encontró una bodega llena de tambos donde Meza López deshizo cuerpos. El preso no ha dado informes que ayuden a conocer la verdad.
“En la averiguación previa leí que (Meza) manifiesta que no reconoce ningún rostro, que no les vio la cara porque se los llevaban tapados. Sé que SEIDO le pidió recientemente que diera información de otros sitios, porque tres en 13 años son muy pocos, y dijo que no iba a decir nada porque estaba por poner un amparo para salir libre”, dice el padre de familia.
La posibilidad de que los narcotraficantes tramiten amparos y salgan libres preocupa a varias familias.
Es el caso de una mujer (quien pidió el anonimato) segura de que su esposo, militar de contrainteligencia que investigaba a la familia del Teo, pasó por El Pozolero porque había orden de que el cadáver nunca apareciera, por su rango dentro del Ejército.
“El Teo lo mandó matar porque mi esposo apoyó en la captura de su hermano El Cris. Años después, cuando pasa lo del Pozolero, me llamó un militar y me dijo: ‘Vaya al cuartel porque tengo entendido que su esposo se lo dieron a ese señor’. Les pedí que le enseñaran una foto de mi esposo, pero me dijeron: ‘Aunque le enseñemos la foto dice que no se acuerda porque le llegaban golpeados, todos desfigurados’. Para él el cuerpo de mi esposo era uno más”.
Durante la entrevista llora de tristeza e indignación. Hace poco, dice, pudo ver el expediente y descubrió –pese a que el presidente Felipe Calderón le mandó un correo electrónico expresando su congoja por la desaparición– que nunca nadie buscó a su marido y tampoco García Simental ni los capos capturados fueron interrogados sobre su paradero. Sabe que algunos de ellos están tramitando amparos.
Mientras los miembros de la asociación buscan una opinión de forenses independientes sobre si existe alguna remota posibilidad de identificar restos pasados por ácido, planean su memorial para reconvertir los centros de muerte en espacios vivos.
“La petición del memorial se metió a la PGR, a Províctima y a la procuraduría estatal. A ver cuál de los tres cumple el proyecto”, dice Ocegueda cansado pero no decaído tras varios días de búsqueda junto a la PGR, en la cual –como ya es costumbre– no se encontraron cuerpos.
Agrega: “El memorial representa para todos nosotros, víctimas de la desaparición de nuestros familiares, un lugar donde llevar flores, donde llorarlos y recordarlos, un camposanto para todos los que no tenemos un lugar donde rezar y depositar flores, aunque a nuestros familiares los traemos en el corazón”.