El estado de Jalisco representa algo más para Joaquín Guzmán Loera, que una plaza para llevar a cabo sus ilícitos negocios, pues es ahí donde los familiares del “Chapo” han echado raíces.
Una de las esposas del capo, María Alejandrina Salazar Hernández, así como uno de los hijos mayores del “Chapo”, Alfredo Guzmán Salazar, identificados por el Gobierno de Estados Unidos como operadores del grupo delictivo de Sinaloa, tenían su residencia en tierras jaliscienses, donde el departamento de inteligencia ubicó 10 viviendas de los cosanguíneos, dedicadas a operaciones ilegales.
Otros dos hijos de María Alejandrina, Iván Archivaldo y Alejandrina Giselle Guzmán Salazar, también tuvieron fuertes vínculos con Jalisco, lo que se dio a conocer luego de que la hija del “Chapo” fuera aprehendida en los Estados Unidos.
Pero no solamente los familiares directos de Guzmán Loera hicieron de la entidad del Occidente de México su hogar, pues el consuegro de éste, Víctor Manuel Félix Félix, también poseía al menos tres propiedades en el municipio de Zapopan, ubicadas en exclusivas zonas de la región.
En 2011, el suegro de Jesús Alfredo Guzmán Salazar fue capturado en Ecuador, luego de ser fichado por el Gobierno estadounidense como peligro para su seguridad nacional.
Aunque no los ligaba ningún parentesco familiar, Jesús Castro Pantoja fue uno de los hombres de mayor confianza del “Chapo”, con quien participó desde 1993 como jefe de seguridad de las mujeres que se relacionaron con el líder del Cártel de Sinaloa.
Castro Pantoja fue aprehendido en Guadalajara, precisamente en una de las casas de seguridad del capo, y aunque se pensó que con su detención se lograría la captura de Joaquín Guzmán, el guardia número uno mantuvo su lealtad con el “Chapo” y no entregó su cabeza.