“No se le puede decir que no a Los Caballeros Templarios”, se sincera el joven político priista. “Me dejaron solo”, dice con amargura cuando habla de sus viejos aliados y copartidarios Fausto Vallejo Figueroa, Gobernador de Michoacán, y Jesús Reyna García, Secretario de Gobierno y suplente del primero durante algunos meses.
Habla por su honor, dice, por recuperar los pedazos de su reputación dispersos en poco más de dos años de acusaciones de ser un Templario con el sobrenombre de Alcalde de Tepalcatepec, el pueblo michoacano que se levantó en armas contra el narcotráfico.
Y sí: resulta difícil de imaginar a un político más solitario en ese vendaval llamado Michoacán. Dejó de cruzar palabra con el comisionado para la Seguridad y Desarrollo Integral en Michoacán enviado por Gobierno Federal, Alfredo Castillo Cervantes, cuando éste, en su opinión, sólo prestó oído a las autodefensas relacionadas con el Cártel Jalisco Nueva Generación.
A la vez, se dice víctima y sujeto de amenazas de Los Caballeros Templarios. Sus excolaboradores en el Ayuntamiento, se queja él, están maniatados por los caciques políticos y “narcotraficantes” que le precedieron.
A Guillermo Valencia se le ve delgado dentro de su saco blanco y negro Tommy Hilfiger.
“Es el más caro que tengo. Me costó 400 dólares en Estados Unidos en una venta de remate”, asegura con este hombre que parece en camino de acostumbrarse a que cada una de sus palabras sea polemizada.
–¿Usted es un Caballero Templario?
–Yo no soy Templario.
–¿Conoció a Nazario Moreno El Chayo? –se le pregunta sobre el líder fundador del Cártel michoacano y recientemente muerto por elementos de la Marina.
–No, para nada.
–¿A Servando Gómez Martínez, La Tuta? –otro de los capos.
–Para nada.
–¿Y a Enrique Quique Plancarte?
–De ninguna manera. Yo no he conocido a criminales ni he acordado con criminales, que es lo más importante. Una cosa es que por circunstancias tú vayas caminado por la calle y veas y te digan ‘ese es fulanito y aquel es zutanito’ y otra que tengas una relación con ellos. Yo nunca he tenido ninguna amistad ni conozco a los líderes de los cárteles.
–¿Hay crimen organizado sin colusión con las autoridades?
–Es muy diferente. En Michoacán, no es que las autoridades estén coludidas con el crimen organizado. Las autoridades somos víctimas. Si en algún momento estuvieron coludidos y eso propició que los criminales se sintieran más arriba que las instituciones, en estos momentos ya no es así.
–¿Antes de la extorsión hubo cooptación?
–Eso no lo sé. Ahora es extorsión a todo lo que da.
–¿Alguna vez entró un billete de los Templarios en su bolsillo?
–¡Ninguno! ¡Nada! ¡No, no, no!
–¿Qué permitió el crecimiento de La Familia Michoacana y de los Caballeros Templarios?
–La debilidad institucional, la orfandad política en que vivió Michoacán, la disputa entre el Gobernador Leonel Godoy Rangel [2008-2012] y el Presidente Felipe Calderón Hinojosa [2006-2012], que inició en el estado una guerra contra el crimen organizado y no solamente no los contuvo, sino favoreció su proliferación y el empoderamiento de los grupos criminales en Michoacán. Intervino en plena confrontación con el gobierno del estado y de esa manera no se llegaría a ningún lado.
–Las relaciones se construyen desde abajo, desde el nivel municipal –se le argumenta.
–Pero esa relación ya estaba dada –refuta–. Cuando llegué a la Presidencia Municipal me di cuenta de que ya había una policía municipal infiltrada, que los presidentes municipales ya estábamos bajo extorsión. Todos: sin distinción de partidos políticos. No sé si en el pasado los grupos criminales financiaban las campañas políticas, pero, cuando yo llegué, los criminales ya no tenían necesidad, porque quien llegara quedaba expuesto a la extorsión. ¿Qué hace un Presidente municipal con 30 policías, la gran mayoría de ellos sin adiestramiento adecuado ni capacidad…?
–¿E infiltrados?
–Gran parte. No todos los policías son malos, pero gran parte de ellos estaban coludidos con grupos criminales. Llegabas a denunciar y los agentes del Ministerio Público eran los primeros que le pasaban información a los grupos criminales. Me pasó en reiteradas ocasiones.
–¿Cuál fue la ocasión más emblemática?
–A las puertas de mi casa, en Morelia, me robaron mi camioneta en 2010 a mano armada. Fui al Ministerio Público a presentar una denuncia que nunca prosperó. El propio agente me recomendó buscar personas que estuvieran en los grupos criminales para ver si alguien de ellos tenía mi camioneta, que nunca recuperé. En otra ocasión, como Presidente Municipal, presenté una denuncia por lesiones que sufrí por parte de policías de Jalisco que montaron un operativo en el centro de Tepalcatepec, un operativo de revisión de autos. Me apersoné a pedirles información, porque estaban violentando la soberanía del Estado y me golpearon. Denuncié y más tardé en presentar una denuncia y una queja ante la Comisión de Derechos Humanos que en ser amenazado por las queja. Es algo que uno no entiende.
–¿Qué criminales? ¿De Jalisco y Michoacán?
–…No sé… dejaban recados en la policía municipal.
–¿Qué recados dejaban? –Hubo recados de criminales de Jalisco y de Michoacán. Es una revoltura.
–¿Te hizo algo el cártel de Los Caballeros Templarios?
–Me amenazaron reiteradamente, pero personalmente no, sino a través de emisarios.
–¿Había manera de evitar la extorsión?
–¿Denunciando? Si denunciabas ellos se daban cuenta y te mataban. Hay una larga lista de alcaldes asesinados, el último Ygnacio López Mendoza, de Santa Ana Maya. O Fernando Chávez López, ex Presidente de Buenavista, cuyo pecado fue denunciar extorsión. O el de Vistahermosa o de Villamadero, que fue asesinado frente a su familia por denunciar. También ha ocurrido con ex alcaldes, como la de Tichiqueo, que sufrió dos atentados. La vida está a merced de lo que digan los criminales.
–¿Templarios?
–Claro.
–¿Cómo funcionaba la extorsión?
–Tenían personas que enviaban a las Presidencias Municipales. Había que dar el 10 por ciento… Yo debía dar desde antes de comenzar mi Presidencia. Me mandaron a decir que si no la pagaba me matarían. Se trataba del 10 por ciento mensual del monto para obra pública.
–¿Usted debía contratar obra pública con ellos?
–No, no. Era una cantidad en efectivo. No sé si en otros casos sí, pero a mí no me ocurrió que debiera trabajar con alguna constructora en especial.
–¿Cuánto es el 10 por ciento?
–Esa información me la reservo.
–¿Cada mes? –Cada mes.
–¿Usted entregaba el dinero personalmente?
–No. Una persona llegaba a la Presidencia Municipal.
–¿Quién lo entregaba?
–Me reservo esa información… Era una persona de confianza. –¿En billetes de qué denominación?
–¡No! Eso es impreciso… ¡Vaya! Yo trataba de tener el menor contacto posible, ni saber nada de eso. Era demasiado incómodo. Aquí, mientras hablamos, todo parece muy sencillo, pero estar allá, en Tierra Caliente, es demasiado complicado, porque allá veías los comandos con 10 o 15 camionetas de personas armadas con fusiles de asalto y lanzamisiles circulando a cualquier hora del día. Uno estaba a merced de los grupos criminales que sin tocarse el corazón te mataban y lo que yo menos quería era tener algo que ver.
–¿Lo sabía el Procurador General de Justicia de Michoacán?
–Todo mundo lo sabía, inclusive autoridades federales. Yo no fui omiso con mi responsabilidad de pedir seguridad y protección a mi población. En mayo de 2012, a unos meses de haber iniciado mi función como Presidente Municipal, solicité al gobierno del estado y al federal, por escrito, presencia del Ejército.
–¿A quién pidió ayuda usted?
–A Felipe Calderón y a Fausto Vallejo. Lo envié por escrito –muestra los papeles.
–¿Qué respuesta hubo? –[Ríe con sarcasmo] Ninguna. Era un tabú hablar del tema. No creas que el Gobernador, por mucho que trajera seguridad, estaba exento.
–Cuando lo expulsaron los autodefensas…
–A mí no me expulsaron los autodefensas –interrumpe enérgico. –Los grupos de autodefensa surgieron el 24 de febrero [de 2013]. El 25 yo me reuní con ellos, me invitaron a incorporarme y, cinco días después, me pidieron que encabezara el movimiento, que fuera el líder, el vocero. Todavía no estaba José Manuel Mireles. Me vi tentado a hacerlo, pero no quise, porque estaba hasta la coronilla de los criminales, pero pensé que no se debía combatir al crimen infringiendo la ley. Tres meses después se polarizó la situación con Uriel Farías, porque anuncié la existencia de un desfalco durante su administración.
***
–¿Es positivo el abatimiento de Nazario Moreno?
–Creo que sí y no sólo de él. Creo que las autoridades deben ir por todos los criminales y deben detenerlos y deben condenarlos y deben ponerlos a purgar sus crímenes, que han sido muchos, en las prisiones. El gobierno federal ha hecho un trabajo positivo, porque ha dado resultados. El abatimiento del Chayo, “el resucitado” [alude a la presunción del gobierno de Felipe Calderón de haberle dado muerte] es un paso certero, porque esa organización criminal vulneró las instituciones y afectó mucha gente. Desde el surgimiento de los grupos de autodefensa yo dije que la gente estaba harta de la extorsión. A diferencia de otros políticos, mi discurso siempre ha sido el mismo. Nunca hablé mal de las autodefensas y esto se puede corroborar en las muchas entrevistas que di. Nunca puse en tela de juicio la esencia del movimiento, su necesidad de protección a sus familias y sus patrimonios. A la vida. Siempre dije que había mucha gente buena: trabajadores, ganaderos y agricultores que están en dicho movimiento. Desafortunadamente, este movimiento se presta para que se filtren otro tipo de intereses.
–¿Ocurrió?
–Sí y no de ahorita. De mucho tiempo atrás hubo quien se aprovechó del cansancio y hartazgo de la población para organizar grupos de autodefensa que, si bien iban encaminados a combatir un grupo que lesionó a la población, de manera oculta existía el otro interés de propiciar la entrada de otro grupo criminal.
–¿Diría lo mismo si estuviera vivo?
–Siempre he dicho lo mismo de los criminales. Y ahora, ahí queda La Tuta, que es un criminal…
–¿Sería positivo que muriera Servando?
–Sería positivo que lo detuvieran y que le preguntaran muchas cosas.
–Usted ha dicho antes que no se le debe creer a los criminales.
–No… que le pregunten, porque a mí me vinculan con gente como él y yo no tengo nada que ver. Y yo esperaría que el gobierno se lo sacara.
–¿Y si La Tuta dijera que sí negociaba con usted?
–Estaría mintiendo. Mi municipio es muestra de una clara realidad: yo gané la Alcaldía por unos cuantos votos, pero la diputación la ganó el PRD [Partido de la Revolución Democrática] la Senaduría, en la votación de Tepalcatepec, ganó la panista Luisa María Calderón. ¿Los tres negociamos con él?
–No sé. Usted dice que todos los partidos estuvieron en la bolsa de Los Templarios.
–No todos los partidos, sino todos los alcaldes y no era de gusto, era de a fuerzas.
–¿Y por qué no hizo nada respecto a las violaciones a los derechos que ocurrían contra las personas de su municipio?
–Yo denuncié. Solicité apoyo al gobierno federal y al gobierno estatal [también muestra los documentos por los que pidió la intervención de fuerzas federales desde 2012]. Pedí desde el principio que se designara un mando militar en Seguridad Pública de Tepalcatepec y solicité a Jesús Reyna, en su calidad de Gobernador, que generara condiciones para que yo pudiera volver al municipio y no lo hizo.