Ciudad de México.- La Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) halló sin vida a otro de los hombres que, en el 2006, fue acusado de formar parte de una banda de policías federales que golpe, secuestró y le quitó siete millones de pesos a Juana Patricia Valdivia Caro, sobrina del narcotraficante Rafael Caro Quintero.
A la mujer la plagiaron el 10 de febrero de ese año, cuando su tío se encontraba preso en un penal de máxima seguridad, del cual salió en agosto pasado. Este es el segundo hombre relacionado con ese caso, que las autoridades encuentran muerto este mes.
Se trata de Felipe Romero Álvarez, de 52 años de edad, cuyo cuerpo fue localizado en un paraje en la carretera Picacho Ajusco, a la altura de la colonia San Nicolás.
El hombre presentaba heridas en la cabeza y en los brazos producidas por un “arma blanca”. Según los investigadores, lo asesinaron a machetazos.
El pasado 2 de marzo, las mismas autoridades hallaron sepultado en una fosa clandestina a Miguel Flamenco Hernández, cuyo cuerpo presentaba signos de tortura, además de que tenía tres disparos en la cabeza.
La Historia
En el 2006 los nombres de Felipe Romero Álvarez y Miguel Flamenco Hernández, El Pecas, formaron parte de los expedientes FACI/50/302/06-04 y CUH-7/T3/358/06-02, iniciados por la Procuraduría de Justicia capitalina por los delitos de secuestro y robo calificado.
Ambos estaban acusados de trabajar como “madrinas” de un grupo de policías federales, que se dedicaban a secuestrar y quitar dinero a personas a las que investigaban.
Una de sus víctimas fue Juana Patricia Valdivia Caro, quien entonces no lo dijo, pero después se supo, era sobrina del narcotraficante Rafael Caro Quintero.
Según los reportes de la dependencia, en el 2006 la Policía Federal mantenía una investigación en contra de esta mujer, a quien señalaban como una de las principales distribuidoras de efedrina del empresario de origen chino, Zhenli Ye Gon.
La indagatoria permitió a los federales y a sus dos “madrinas” conocer sus movimientos y su poder económico. Tras ubicarla, el grupo decidió no detenerla ni presentarla ante el Ministerio Público, sino plagiarla. En febrero de ese año, la raptaron y le quitaron siete millones de pesos.
Dos meses después, las autoridades descubrieron a esta banda. Flamenco Hernández y Romero Álvarez fueron los primeros en ser detenidos. Ellos confesaron que el plan de secuestrarla fue fraguado por los federales.
La Procuraduría capitalina los ubicó y encerró a todos los implicados en el Reclusorio Oriente. Al paso del tiempo, las autoridades supieron que quedaron en libertad, y les perdieron la pista.
Sin embargo, el pasado 2 de marzo, policías del Distrito Federal encontraron sepultado en una fosa en el Ajusco, en el paraje Tlapahuixia, a Flamenco Hernández. Estaba torturado y ejecutado, detalla el expediente TLP-2/T2/420/14-03.
Y nueve días después, el 11 de marzo, hallaron también en la zona del Ajusco a Felipe Romero Álvarez.
Quien lo asesinó, primero lo interceptó cuando manejaba su camioneta y lo obligó a bajar. Luego lo atacó con un machete hasta matarlo, establece el expediente TLP-2/T1/500/14-03 al que La Razón tuvo acceso.
Ahora los nombres de estos dos hombres, que hace años fueron acusados de raptar a la sobrina de Rafael Caro Quintero, forman parte de los expedientes a resolver por la Fiscalía de Homicidios.
Fiscalía Central de la PGJDF atrae la investigación
Por la relevancia de ambos casos, la Fiscalía Central para la Investigación de Homicidios, atrajo las indagatorias del asesinato de Miguel Flamenco Hernández y Felipe Romero Álvarez.
Funcionarios de la dependencia que encabeza Rodolfo Ríos explicaron que, a pesar de que en un principio fue la Fiscalía en Tlalpan la que inició las pesquisas de ambos casos, tiempo después se dio la orden de enviarlos a la Fiscalía Central.
Autoridades indicaron que tras indagar el entorno de ambas víctimas, los agentes de la Policía de Investigación tuvieron informes de que se dedicaban actualmente a cometer secuestros.
Vecinos y amigos explicaron a los investigadores, que veían a los sujetos armados o en compañía de personas que también portaban pistolas.
Hasta el momento, en ninguno de los dos crímenes los agentes de la policía capitalina han podido ubicar a alguno de los responsables de haber cometido los homicidios.