Gabriel Caballero Farías, mejor conocido como El Plátano, nacido y criado en Caleta de Campos (comunidad de la costa michoacana) fue operado de urgencia el 3 de diciembre de 2013 de una afección en la médula cervical. La operación no tuvo complicaciones y el médico, como sucede en estos casos, le recetó un año de reposo. El 14 de enero de 2014, a poco más de 30 días de la intervención, El Plátano se sumaba a los grupos de autodefensa del municipio de Aquila. «Me fui a Aquila porque se había levantado, me hice comunitario por la violencia que sufría mi pueblo, la gente ya no podía salir, los Templarios sólo hacían pendejadas en el pueblo, nos tenían amenazados a todos». Desde hace tiempo, el nivel de las extorsiones vividas en Caleta de Campos era tal que Gabriel tuvo que optar por la seguridad de su familia y dejó su pueblo natal para trasladarse a la ciudad de Colima donde residió durante tres años. Luego de su exilio dejó su vida de ganadero, su ranchito y sus huertas de mango y papaya. «Aquí todo el mundo me conoce desde chavito, saben que soy gente de trabajo y que jamás he andado con los malandros».
Gabriel hace esta aclaración porque recientemente Estanislao Beltrán, también conocido como Papá Pitufo, líder de algunas autodefensas en la zona de Tierra Caliente, salió ante la prensa para denunciar al Plátano y al grupo de comunitarios de Caleta de Campos acusándolos de falsas autodefensas; las declaraciones se dieron luego del enfrentamiento que se registró este domingo 27 de abril en la localidad costeña de Chuquiapan.
La mañana del 13 de febrero de 2014, El Plátano tomó su cuerno de chivo y montó la troca junto a sus compañeros comunitarios. La comunidad nahua de Santa María Ostula, localizada a 30 minutos de Aquila, había sido liberada hacía escasos tres días por un grupo de lugareños que también se habían visto obligados a migrar y ahora regresaban como autodefensas. Los comunitarios, liderados por Semeí Verdía, habían convocado a todas las comunidades y ejidatarios de la zona a una reunión que abordaría el tema del movimiento. La asamblea tuvo bastante poder de convocatoria y a ella asistieron gran parte de las comunidades de la costa nahua del municipio de Aquila. La resolución fue rotunda: apoyo total a los comunitarios y la autorización para que se desplazaran a lo largo de la carretera 200 –vía que comunica el puerto de Lázaro Cárdenas con el puerto de Manzanillo– se autorizó, además, la instalación de retenes con el objetivo de expulsar definitivamente a los Caballeros Templarios de la zona.
Unas 60 camionetas llenas de comunitarios de los municipios de Aquila, Cohayuana, Chinicuila y Coalcomán se lanzaron a limpiar la costa de crimen organizado. En menos de dos semanas ya habían cumplido con su misión, revisaron pueblo por pueblo, casa por casa, cerro por cerro, sin embargo no encontraron a nadie porque los Templarios ya habían escapado. Mientras los comunitarios avanzaban se fueron montando retenes en puntos estratégicos de la carretera: El Duin, Cachán, Tizupan, Huahua y finalmente, el 24 de febrero, Caleta de Campo, fue de esta manera que se estableció la frontera comunitaria con el territorio no liberado, justo a unos 70 kilómetros del puerto de Lázaro Cárdenas.
Gabriel ya había adquirido experiencia suficiente durante los operativos de la costa y además, al ser originario de Caleta, fue elegido como coordinador de la barricada. «Cuando llegamos la gente se sentía medio asustada, luego vieron que tomé Caleta yo y dijeron: no pues, es El Plátano. En el momento que llegamos juntamos a unas 400 personas, luego hicimos la junta y la gente se empezó a levantar, vieron que éramos gente de Caleta, toda la gente nos apoya».
La barricada de Caleta de Campo no puede sobrevivir sin el apoyo del pueblo. La cocina que da comida a los voluntarios se abastece exclusivamente de los donativos de la comunidad, «sin ellos, sin el apoyo de la gente, nosotros no existiríamos», acota El Plátano. En su condición de limítrofe, el filtro no ha estado exento de momentos tensos. «Aquí quienes están ayudando es la policía federal, llegaron y se instalaron con nosotros a los pocos días. De quienes desconfiamos es de la marina, ellos ya han venido en varias ocasiones a intentar quitarnos las armas, si no es porque hicimos sonar las campanas de la iglesia nos desarman. Nosotros tenemos a la gente de nuestro lado y nos salió a defender ante la marina. No pudieron chingarnos».
El punto de quiebre
Así se mantuvieron las cosas hasta este domingo 27 de abril. Varias semanas antes ya se tenían informes de que en la localidad de Chuquiapan se había instalado otro retén, que afirmaba ser de comunitarios pero que jamás había tenido contacto con ellos o con alguna de las otras autodefensas de la costa, las cuales se mantienen coordinadas por Semeí Verdía. «Ellos estaban encapuchados todo el tiempo y la misma gente de allá nos comentaba que eran pagados por el narco. Nosotros veíamos que pasaba el tiempo y no se hacía nada al respecto, así que hablamos con Semeí y el doctor Mireles, para que nos dieran autorización de avanzar». La autorización finalmente llegó y aquel domingo El Plátano confirmó la información con Valerio, el oficial a cargo del contingente de la policía federal que entró en la zona junto a los comunitarios y que se instaló junto con ellos en el retén. «La policía federal ha estado con nosotros desde el principio, nos hemos coordinado todo este tiempo, así que le hablé a Valerio y el me confirmó que sus superiores daban la autorización para avanzar».
A las tres y media de la tarde se juntaron más de 150 comunitarios del municipio de Aquila y se dio inicio al avance. El operativo tomó la carretera 200 rumbo a Lázaro Cárdenas y estuvo lidereado por los comunitarios de Caleta de Campos. En el retén se quedaron los efectivos de la policía federal resguardando la zona. Pocos minutos después de que saliera el contingente rumbo a Chuquiapan, Papá Pitufo, quien había legado a la costa a través de Arteaga, usando una brecha de la sierra y que, acompañado de la policía estatal, venía en una caravana de 20 camionetas, se presentó en Caleta. «Venimos por El Plátano», dijeron.
«La policía federal me defendió, porque me conoce, llevamos tres meses trabajando juntos. Papá Pitufo me andaba investigando para agarrarme porque está billeteado por los Templarios» señala irritado Gabriel. Por un momento la situación pudo volverse peligrosa, aunque finalmente la policía estatal y el contingente procedente de Tierra Caliente cedieron ante los argumentos de la policía federal por lo que emprendieron todos rumbo a Chuquiapan, donde momentos antes se había desatado una balacera. Era El Plátano y sus compañeros quienes finalmente habían hecho contacto con el falso retén.
Al llegar a Chuquiapan, los comunitarios de la costa recibieron disparos desde los cerros y desde la barricada. Tras el enfrentamiento –que duró unos 15 minutos– las autodefensas repelieron la agresión y dieron muerte a cuatro tiradores. «Cuando llegamos nos recibieron con los chingadazos, nosotros nos bajamos y nos defendimos, pero se veía que no sabían usar bien las armas, en poco cayó uno que estaba en el cerro y tres de la barricada». Mientras los comunitarios aún revisaban a sus heridos, llegó la comitiva de Estanislao Beltrán, la policía estatal y la federal. «Yo no alcance a ver quién fue, pero ya no estaban las armas de los templarios. Qué raro está eso, ¿no? Yo creo que fue el Papá Pitufo quien las desapareció, por eso en las fotos que salieron en la prensa los muertos se ven desarmados».
Una hora después se presentó Semeí Verdía acompañado del doctor Mireles, ellos confirmaron la asociación que mantenía ese retén con los Caballeros Templarios. Durante el operativo fue posible capturar a 18 personas que se mantenían en el filtro, al ser interrogados explicaron que una mujer de la localidad de La Mira, les había prometido entre $1000 y $1200 pesos por “apoyar” a la gente de la barricada. «Muchos dijimos que sí por la necesidad, la falta de trabajo, necesitamos el dinero, por eso nos convencieron a orillarnos», señaló uno de ellos. Uno de los detenidos, un joven de no más de veinte años, confirmó haber trabajado en los Caballeros Templarios como halcón, «informaba sobre el movimiento de los federales aquí», sin embargo, dijo desconocer domicilios de mandos y de quién le pagaba. Ante la insistencia de los comunitarios señalaron al Cebollo como la persona que les explicaba qué hacer en la barricada. Otro de los detenidos fue identificado por los comunitarios de Huahua como un sujeto que torturaba y asesinaba a personas inocentes.
«No nos cabe duda que el Papá Pitufo está con los Templarios y con la Marina. Encontramos en una camioneta de ellos un documento firmado por él, donde junto a la gente de este retén le piden ayuda a la SEMAR para chingarnos. Por eso la marina nos ha molestado tanto, todo este tiempo han estado con ellos». En el documento que señala El Plátano (y que adjuntamos en esta nota) se puede ver claramente la firma de Estanislao Beltrán, el cual funge como presunto «representante de las comunidades del municipio de Lázaro Cárdenas». En el oficio firmado piden apoyo y presencia permanente en la zona de las presuntas autodefensas que momentos atrás habían confesado recibir pagos del crimen organizado.
«¿Cómo es posible que la Marina le brindara apoyo a ellos viendo que la policía federal estaba con nosotros? ¿Acaso nunca se juntaron los representantes del gobierno a ver quién eran quién? Aquí todos saben que nosotros estamos por el bien de la gente», cuestiona enérgicamente Gabriel. Los detenidos fueron entregados a la Procuraduría de Justicia de Michoacán y trasladados a Lázaro Cárdenas.
Luego de que el convoy policiaco se retirara, los comunitarios se trasladaron a la vecina Chucutitán en donde realizaron distintos operativos y entregaron material para que se armaran los comunitarios del lugar. En un recorrido por las huertas y la ribera del río Chucutitán, se localizaron vehículos, restos de un campamento, así como un narcolaboratorio. Mientras existió la barricada de los falsos comunitarios, nunca se realizaron patrullajes en las comunidades aledañas para sacar a los Templarios del lugar.
El jueves 30 de abril los comunitarios volvieron a realizar un operativo en la localidad de Chucutitán, a unos 60 kilómetros de Lázaro Cárdenas. La acción consistió en el registro de una vivienda que los vecinos señalaron como un punto de reunión de los Caballeros Templarios. Al llegar al lugar no encontraron a nadie, sin embargo, tras una intensa revisión se encontraron armas de asalto y ropa escondida debajo de la tierra. Entre las prendas se encontraron playeras alusivas a la organización criminal, así como uniformes oficiales de la Secretaría de Marina Armada de México (SEMAR) y la policía municipal del sector.
«Los comunitarios de la costa son las autodefensas más limpias de Michoacán. Por allá por Tierra Caliente tienen su desmadre y quieren venir a chingarnos a nosotros. Ellos van sobre las minas, eso es lo que realmente les interesa, están a paga de los Templarios y le están dando protección a su gente, aquí la mafia es muy peligrosa y esto aún no acaba». El Plátano teme lo peor: junto a las acusaciones que le imputan en la prensa, la policía federal ya no está apostada junto a ellos en el retén, luego del enfrentamiento se retiraron y no han vuelto. «Ellos saben las cosas que yo he descubierto, ni te imaginas, por eso quieren embarrarme porque si yo desaparezco la gente volverá a tener miedo. Por eso estoy contándoles todo esto, porque me preocupa que esta puede ser la última vez que hablemos».