En palabras de un alto funcionario de la Drug Enforcement Administration (DEA), el Cártel de Sinaloa es el “perro grande” del narcotráfico. Por eso ni la muerte de Juan José Esparragoza Moreno, El Azul, ni la captura de Joaquín El Chapo Guzmán lograron debilitar sus lazos de poder e influencia en el trasiego internacional de drogas.
“Después de todas estas guerras entre los cárteles del narcotráfico mexicano por el control de las plazas –dice el mismo funcionario a Proceso–, el único grupo que se ha mantenido sólido es el Cártel de Sinaloa; y seguirá siéndolo, pese a la captura de El Chapo y el fallecimiento de El Azul”.
De acuerdo con el análisis de los equipos de inteligencia de la DEA en Estados Unidos, realizados a partir de la información y reportes enviados por sus agentes desde México y de su amplia red de informantes sobre lo que está ocurriendo en la organización sinaloense, el gobierno de Barack Obama tiene bien establecido su nuevo perfil criminal.
“Creo que continuaremos viendo la expansión del Cártel de Sinaloa, tomando en cuenta que en los últimos tres años las otras organizaciones han sido minimizadas o semidesmanteladas”, reitera el funcionario, quien pide el anonimato y advierte que no quiere provocar “alguna molestia” al gobierno de Enrique Peña Nieto, al tiempo que expone el perfil actualizado de la organización:
“Luego del arresto de El Chapo, todos –en la DEA– coincidíamos en una cosa: el mando absoluto del Cártel de Sinaloa (decíamos) lo asumirían El Azul o El Mayo (Ismael Zambada García); a los dos siempre los consideramos como iguales, con el mismo nivel de poder y control dentro de la organización. ¡Claro!, sin descartar la posibilidad de que uno intentara desbancar al otro.