Aun antes de la sorpresiva captura del líder de los Zetas, Miguel "Z40” Treviño, el 16 de julio, Nuevo Laredo se encontraba en medio de un escenario caótico de disputas permanentes. Ahora el hermano de Treviño, "Omar", alias "Z42", tendrá la tarea casi imposible de mantener la ciudad bajo el control del grupo si los Zetas logran sobrevivir como organización.
Los Zetas consideran a Nuevo Laredo como su casa, tal vez ahora más que nunca. Es posible que se hayan extendido por todo el país y hacia otras naciones, sobre todo en Guatemala, pero su base sigue siendo Nuevo Laredo. Es el lugar donde su modelo –controlar territorio, 'cobrar piso' y mover drogas (en ese orden)– tiene su manifestación más clara. También es su fuente de dinero más importante, sobre todo desde que perdieron el control sobre Monterrey, el centro industrial de México, en los últimos meses
La ciudad tiene también un significado histórico. Fue donde crecieron Treviño y su heredero, Alejandro "Omar" Treviño, alias Z42, y aún cuentan con familiares y una presunta base de apoyo allí. El cambio de poder de un grupo a otro puede ser sangriento y funesto para cualquier residente de Nuevo Laredo que participe voluntaria o involuntariamente en las operaciones de los Zetas. Es allí donde los Zetas pasaron su primera prueba militar al resistir una ofensiva del Cartel de Sinaloa entre 2004 y 2006, consolidando su reputación.
En Nuevo Laredo fue donde tomaron por primera vez el control de la policía, la oficina del alcalde y la ciudad en sí. También donde lograron amordazar a la sociedad civil y a la prensa local, desarrollando medios para controlar los mensajes y la percepción pública en las áreas bajo su control. Así mismo, parece ser la zona donde el último de la primera generación de los líderes de los Zetas, como Z42, puede llevar a cabo su batalla final, o evolucionar hacia algo parecido a un grupo criminal más caballeroso.
Amenazas internas y externas
Z42 afrontará muchos desafíos internos. Los Zetas se fragmentaron hace unos dos años; dos de las facciones más poderosas provienen del mundo criminal de Nuevo Laredo. A principios del siglo XXI, los Treviño compartieron funciones en la ciudad con Iván Velázquez Caballero, alias "El Talibán". Desde el comienzo fue una relación tensa ya que cada cual trató de asegurar sus contactos internacionales para mover las drogas ilegales. Por esa misma época, un narcotraficante radicado en Dallas declaró durante un juicio que fue secuestrado, en parte, a causa de esta rivalidad.
El Talibán, quien fue enviado después a controlar algunas zonas estratégicas del Sur como la provincia de San Luis Potosí, se separó de los Treviño en 2011 luego de la captura de Jesús Enrique Rejón Aguilar, alias "El Mamito" (quien fue extraditado a Estados Unidos y ya ha declarado en contra de los Treviño en un caso de lavado de dinero en Austin, Texas). A través de las llamadas "narcomantas" y videos distribuidos en YouTube, El Talibán acusó a Z40 de haber entregado a las autoridades a algunos integranes del grupo, incluyendo a Mamito.
Después de la captura de El Talibán en septiembre de 2012, una facción que se hace llamar los "Legionarios", anunció sus intenciones de imponerse sobre los Treviño. Más tarde, una segunda facción autodenominada "Sangre Z" juró que prolongaría la lucha de El Talibán.
Esta lucha interna de poder se agudizó en octubre tras la muerte del máximo líder del grupo: Heriberto Lazcano, alias "Z3". Otros grupos, especialmente los Carteles del Golfo y de Sinaloa, también trataron de sacar provecho de las divisiones. Hay rumores de que el grupo de El Talibán ha unido sus fuerzas con el Cartel del Golfo, antiguos jefes de los Zetas, y del cual éstos se separaron en 2010.
Nuevo Laredo fue el centro de ese enfrentamiento. La violencia salió a la luz pública en mayo de 2012 con la aparición de 23 cadáveres, algunos colgados de los puentes con notas amenazantes. Según testimonios de numerosos residentes, funcionarios e investigadores, para finales de 2012 y principios de 2013 los combates eran una experiencia casi que diaria, incluyendo un tiroteo con rifles y granadas de alto poder, a sólo una cuadra del Consulado de Estados Unidos en la ciudad.
Las muertes rebasaron todos los índices. Según fuentes cercanas al gobierno de la ciudad, en 2012 se llevó a cabo el levantamiento de cerca de 550 cadáveres, elevando la tasa de homicidios a 143 por cada 100.000 habitantes.
En comparación, Juárez, el más famoso centro de actividad criminal en el país, registró una tasa de 56 por cada 100.000 habitantes. La cifra oficial de homicidios en Nuevo Laredo, no obstante, era de 288. Los Zetas prefieren presentar los asesinatos bajo sus propias condiciones: a menudo a través de YouTube o blogs, y desde luego sin hacer que Nuevo Laredo parezca un territorio en disputa. El periódico local, El Mañana, no reportó ninguna de las cifras; ha sido silenciado por los Zetas y el año pasado hizo el anuncio de que no le interesaba seguir dándole cubrimiento al crimen organizado.
México y funcionarios del gobierno estadounidense afirman que la tasa de homicidios es considerablemente menor este año y atribuyen el pico de 2012 al último intento de los rivales de los Zetas por invadir este punto estratégico para el tránsito de las drogas ilegales hacia el Norte, y el dinero y las armas hacia el Sur.
Sin embargo, muchos anticipan una nueva oleada de violencia ahora cuando Z40 está en la cárcel. Su hermano, Z42, aunque temible e implacable, tiene menos peso que su hermano mayor y hará todo lo posible para mantenerse fuera de la cárcel. Se cree que se encuentra oculto, pasando la mayor parte de su tiempo en los vecinos estados de Coahuila y Nuevo León. La ciudad, al parecer, una vez más está en manos del mejor postor.
Una ciudad con múltiples capas
Z42 tendrá que mantener el control a distancia sobre los diferentes estratos de operación de los Zetas en la ciudad. En la capa superior, los Zetas tienen un "jefe de plaza" que está a cargo de un centenar de kilómetros cuadrados que se extienden a lo largo de la frontera hasta llegar al interior de México. Es el responsable de todas las operaciones dentro de la ciudad, las cuales incluyen el movimiento de la principal fuente de dinero de los Zetas en la zona: los cargamentos de drogas ilegales hacia Estados Unidos.
Esta actividad de narcotráfico es lo que distingue a esta plaza de muchas otras controladas por los Zetas en México. En Nuevo Laredo, el grupo se centra menos en la economía criminal local y más en la internacional. Esta ciudad es el único punto de paso importante hacia Estados Unidos que la organización controla en su totalidad. Pero también es uno de los más importantes, si no el más importante, en todo México. El 35 por ciento del tráfico de camiones entre Estados Unidos y México cruza a través de la ciudad. Eso significa que entre 10.000 y 12.000 camiones comerciales cruzan el Río Grande todos los días.
El corredor se prolonga a Houston y a Dallas, dos grandes mercados de la droga que fueron la base de los ingresos de los Zetas durante años, conforme iban extendiéndose hasta abarcar casi la mitad de los estados de México. Laredo se conecta a la I-35, una carretera que divide en dos el territorio de Estados Unidos, dando igualdad de acceso a los mercados costeros y al resto del país. La línea de camiones es interminable y, pese a los avances tecnológicos que incluyen máquinas móviles de rayos X de varios de millones dólares para escanear los camiones, así como numerosos sensores y dispositivos, los funcionarios de las fronteras admiten que se trata de una batalla difícil, si no imposible.
Los números cuentan parte de la historia. Las incautaciones de marihuana, que otrora alcanzaron cientos de libras en los años noventa, llegan ahora a miles, le informaron a InSight Crime los funcionarios de fronteras de Estados Unidos. Las incautaciones de cocaína habitualmente alcanzan los 100 kilogramos en cualquier momento determinado. Las metanfetaminas están llegando en cantidades cada vez mayores, dicen los agentes fronterizos y antidrogas, empacadas en baterías de automóviles o mimetizada en forma de líquido para limpiar parabrisas.
Los equipos estadounidenses de rayos X pueden detectar cualquier anomalía en los camiones, desde pisos dobles hasta muebles falsos. Pero son los perros y, más a menudo, el olor humano, los que conducen a las incautaciones. Con todo, representan sólo un pequeño obstáculo para las organizaciones de narcotraficantes. Un caso reciente de lavado de dinero en contra del tío de Miguel y Omar Treviño registró más de US$20 millones en incautaciones. La organización, dicen los investigadores, continuó sus operaciones sin problemas.
El trabajo del jefe de plaza de Nuevo Laredo consiste en garantizar que no haya contratiempos en el lado mexicano de la frontera. Cuenta con cuatro tenientes que le ayudan en esa tarea. Se dividen geográficamente el río, la carretera o "kilometros", el lado oriental de la ciudad y el lado occidental. Esta distribución es congruente con los orígenes militares de los Zetas y su modus operandi. El núcleo original del grupo estaba constituido por exmiembros de las fuerzas especiales mexicanas reclutadas por el entonces jefe del Cartel del Golfo, Osiel Cárdenas, para que funcionara como su guardia personal. Con el tiempo se convirtió en su brazo militar más eficaz e importante.
Fiel a sus orígenes militares, al grupo le preocupa primero controlar el territorio, y luego extraer ganancias de las actividades ilegales. Esto incluye desde la prostitución hasta el movimiento de cigarrillos de contrabando en Nuevo Laredo. Lograr este control requiere una estructura jerárquica. Cada teniente tiene varias unidades o "estacas", que se dividen en grupos de 5 o 6 soldados que obedece, en cierta medida, al número de hombres que pueden caber en los vehículos de gran tamaño que utilizan para movilizarse. Estas estacas tienen numerosos trabajos: patrullajes regulares, proteger y transportar a los comandantes, mover las drogas, enfrentar o distraer a las fuerzas de seguridad.
La capacidad de los Zetas para hacer frente a las fuerzas de seguridad ha disminuido con el tiempo, según declaran varios funcionarios policiales y militares consultados para este informe. Aun así sigue siendo suficiente para repeler los muchos ataques frontales que el grupo enfrenta por estos días. El grupo cuenta con una vasta red de informantes y colaboradores alrededor de la ciudad para mantener a sus enemigos a raya. Estos "halcones", como se les conoce, se esparcen por toda la ciudad y sus alrededores. Son cientos, según una fuente militar. Muchos trabajan en empleos que requieren que ellos se muevan constantemente o den acceso a la información: son conductores de taxis o vendedores de teléfonos celulares, por ejemplo. A menudo tienen radios, pero más a menudo simplemente avisan a sus “superiores” para alertarlos.
Esta información se canaliza a través de un equipo central de comunicaciones. Son técnicos en comunicación –"techies", como fueron descritos a InSight Crime– que saben cómo manejar sofisticados repetidores de radio y la tecnología empleada para interceptar las comunicaciones de las fuerzas de seguridad. El sistema funciona. Los militares en la zona admitieron que los Zetas saben dónde están en todo momento. Si los Zetas tienen que enfrentarse a las fuerzas armadas, pueden emplear numerosas contramedidas. Se sabe que llaman a autobuses, camiones y vehículos de pasajeros y les ordenan que bloqueen las carreteras que emplea el ejército para enviar personal o refuerzos. Espolvorean las calles con lo que se conoce como "punchallantas" o "estrellas", piezas de metal curvadas de alta resistencia que pueden perforar los neumáticos de los camiones del ejército. Y ellos tienen armas, aparentemente una serie interminable de ellas, desde rifles calibre .50 hasta lanzagranadas, que pueden emplear en cualquier circunstancia sin tener en cuenta las bajas civiles.
Como sucede en el resto del país, la calidad del soldado Zeta no es la misma que ostentaba antes, pero hay una abundancia de reclutas potenciales. La organización está incorporando grupos de adolescentes y adultos jóvenes que se encuentran en una ciudad abandonada en gran medida por sus ciudadanos más ricos (con sus respectivos negocios), y desatendida por el gobierno federal. El anterior presidente, Felipe Calderón, visitó la ciudad como candidato y se comprometió a "(...) rescatar a Nuevo Laredo de las mafias (...)". Sin embargo, no visitó la ciudad durante sus seis años en el cargo y, ciertamente, no rescató mucho o nada en el noreste del país.
También hay reclutas potenciales entre los miles de inmigrantes ilegales que todavía acuden a la frontera cada año buscando el paso a Estados Unidos. La afluencia de inmigrantes en las filas es evidente al hablar con los lugareños, que tienden a culpar a "los de afuera" de la degradación de la situación, ignorando deliberadamente los orígenes de la continua residencia de la familia Treviño en la vecina Laredo.
¿Es hora de un nuevo jefe?
Es esta degradación, consecuencia directa del modus operandi los Zetas, la que más afecta a la ciudad y puede representar un reto igualmente formidable al control de Z42 en Nuevo Laredo. La capa más baja de la organización criminal tiene mucha autonomía para ahondar en los negocios secundarios. Los objetivos de estas actividades criminales son con frecuencia las empresas locales y los ciudadanos extorsionados por las personas que trabajan o pretenden trabajar con los Zetas. La casi constante rotación de miembros de mediano y bajo nivel –quienes son asesinados, arrestados o desertan– crea aún más incertidumbre e imprevisibilidad.
Esa incertidumbre ha llevado a muchas empresas y empresarios a huir de Nuevo Laredo hacia Laredo. Agentes de aduanas, dueños de restaurantes y los magnates de los medios de comunicación, todos se han ido. Quienes permanecen en la ciudad lo hacen porque no pueden darse el lujo de trasladarse y prefieren gastar su dinero para enviar a sus hijos a las universidades en Estados Unidos. La Asociación de Agentes Aduanales (AAA) estima que más de la mitad han salido de la ciudad; los que se quedaron se encuentran desesperados, y piensan en la posibilidad de crear sus propios grupos de "autodefensa", al estilo colombiano. InSight Crime visitó una compañía estadounidense grande que continúa con sus actividades en Laredo. La empresa pidió no publicar su nombre, al igual que sus gerentes. Ellos expresaron que no han sido objeto de extorsión y que sólo un empleado de la compañía había sido asesinado. No obstante, añadieron que el ejército es un pobre sustituto de la policía en materia de seguridad y que la delincuencia común va en aumento.
"No conocen las calles, los barrios", dijo un alto gerente de operaciones. Para él, está claro quién administra las calles. Aunque el ejército patrulla, los Zetas tienen vigilantes en cada esquina y detienen a quienquiera que les parezca sospechoso. En los últimos seis meses, él ha sido detenido tres veces durante su viaje hacia el trabajo. Señaló que los Zetas probablemente saben quién es, pero han decidido dejarlo en paz por ahora.
Adicional a este caos está la cuasi abdicación completa de los gobiernos locales y estatales del poder. La policía no ha funcionado en Nuevo Laredo durante casi tres años luego de que el gobierno del estado declaró que obligaría a los oficiales municipales a tomar una serie de pruebas de "confianza" y de drogas. Hasta el momento se ha informado que se ha puesto a prueba a cinco oficiales, y sólo uno de ellos ha pasado las pruebas. El resto de los policías permanecen en la nómina, mientras que el estado analiza si se despiden en el acto, lo cual puede requerir una nueva ley laboral, o si ratifican al resto a pesar de las pruebas.
Muchos grupos de la sociedad civil y autoridades por igual, señalaron que el despido de la policía era lo mejor. La policía se había convertido en un brazo operativo importante de los Zetas. Pocos de los que aceptaron sobrevivieron. Desde 2005, cuatro jefes de policía han sido asesinados o han desaparecido, el último de ellos el año pasado. Fernando Ríos, quien más tarde se convirtió en el jefe de la Comisión Municipal de Participación Ciudadana, fue uno de los últimos en aceptar el cargo y vivir para contarlo.
"Hay que conocer sus límites", dijo a InSight Crime, cuando se le preguntó cuál era su secreto. En lo que respecta a la seguridad, el gobierno municipal ha fallado. Para los residentes, en el mejor de los casos ésta se ha paralizado; o es un apéndice de los Zetas, en el peor. La falta de policía acentúa esto, y es otra manifestación de los débiles intentos del gobierno para frenar la propagación de los Zetas.
Un tribunal federal de Texas, por ejemplo, ha acusado el exgobernador de Tamaulipas, Tomás Yarrington(1999 - 2004), quien también se postuló a la presidencia en 2005, de aceptar sobornos de millones de dólares del Cartel del Golfo y luego lavar esos millones en propiedades de Texas, entre otros lugares. El caso en contra de Yarrington se ha movido lentamente. Una orden de arresto internacional fue emitida para Yarrington en diciembre de 2012, aunque informes de prensa sugieren que podría haberse marchado como testigo protegido a Estados Unidos antes de dicho anuncio. Mientras tanto, desde su página deFacebook, el exgobernador mantiene una postura desafiante.
Al final, el caos reinante en la ciudad es un gran reto para el reinado de Z42, al igual que lo son sus rivales. Pocas organizaciones criminales pueden operar sin la bendición de las empresas locales y las élites políticas. El temor que Z40 generaba pudo haberlas mantenido alineadas por un tiempo, pero su ausencia puede darles el espacio para buscar otros acuerdos con el mundo criminal. Si un rival puede imponer un orden relativo e incluso atraer la actividad comercial y turística a Nuevo Laredo, los días de los Zetas en la ciudad estarán contados.