El exgobernador Fausto Vallejo y su hijo Rodrigo Vallejo Mora, El Gerber, representan la expresión más clara de la simbiosis que el crimen organizado y el gobierno priista de Michoacán alcanzaron desde 2012, formando un solo cuerpo que actuaba de manera impune en las estructuras del poder y dando paso a un narco-gobierno y un narco-estado.
Hace un mes se publicó en la revista Proceso documentación de seguridad pública e inteligencia militar que daba cuenta que El Gerber había trabajado para distintos grupos criminales de Michoacán desde muy joven, sobre todo desde que su padre ganó la gubernatura en 2011 como candidato del PRI.
El informe señalaba que Rodrigo Vallejo Mora era el jefe de plaza de Los Caballeros Templarios en Morelia y era utilizado para realizar distintas actividades, tanto en el tráfico de influencias como en los acercamientos con la clase política del gobierno, encabezado por su padre.
Sus funciones principales eran el lavado de dinero, cobro de piso y protección de bares y discotecas de Morelia, además de traficar con influencias para facilitar “los trámites correspondientes para pagos”, otorgar nuevos permisos y modificar adeudos al municipio, y realizar la “verificación y control de bares y restaurantes para el lavado de dinero”.
Los reportes mencionan que el hijo de Fausto Vallejo fue contactado por Héctor Gerardo Guzmán Múzquiz, a quien señalan como “operador” de cobros de piso y extorsiones en la capital michoacana, y para el lavado de dinero.
El Gerber vivía en la Casa de Gobierno y, según declaraciones de algunos de los guardias, le gustaba hacer grandes fiestas a las que acudían los hijos de los jefes de Los Caballeros Templarios, sin que nadie los molestara.
Nada de esto le era ajeno a su padre, el gobernador retirado Fausto Vallejo, quien siempre defendió a su retoño de las acusaciones en su contra desde que fue presidente municipal de Morelia.
En el último informe de gobierno de Fausto Vallejo, en febrero pasado, su hijo Rodrigo se paseó por el patio del Palacio de Gobierno, se tomó fotos con sus acompañantes y hasta recibió saludos de la clase política michoacana. Ese día su padre dijo que no renunciaría, pero mintió porque lo hizo cuatro meses más tarde.
Vallejo renunció en medio de señalamientos y acusaciones de vínculos con Los Caballeros Templarios. Las primeras revelaciones de esos lazos los ofreció el propio grupo criminal, cuando a finales de 2011 colocó varias mantas con un largo mensaje donde le pidió recordar que para su campaña invirtió mucho dinero –300 millones de dólares– y que esperaban cumpliera su palabra de caballero.
Luego vino ese informe confidencial en el que se revelaron las reuniones de su jefe de campaña, Jesús Reyna, en 2011, con Servando Gómez La Tuta, para recibir apoyos financieros destinados a gastos de campaña.
En el último año ha habido varias pruebas de los vínculos de los Vallejo con el crimen organizado. Todas ellas están en manos del gobierno de Enrique Peña Nieto, sólo se espera que tome la decisión para que se gire una orden de aprehensión en contra del exgobernador y su hijo El Gerber, quienes forman parte de las redes de poder de Los Caballeros Templarios.