“Uno de los dos jóvenes al verme que lo observaba me apuntó con el arma a la cabeza y de repente sentí que la bala me paso rozando, por eso me tire al piso y luego se escucharon los balazos que quebraron vidrios y espejos del lugar donde trabajo”.
La frase anterior forma parte de la declaración de una de las empleadas del Bar Rococó en el que murió uno persona el sábado 19 de octubre.
Por esta y otras testimoniales aportadas por el Ministerio Público (MP) un juez de Garantía vinculó a proceso a Iván Manjarrez Seáñez y Nolberto Abraham Rivera Rivera por el delito de homicidio calificado.
Durante la audiencia, en la que el juez encontró los elementos suficientes para iniciarles un proceso legal por el delito de homicidio, los imputados declararon ante el MP cómo se dieron los hechos.
El primero en hablar fue Ender Iván Manjarrez Seáñez, quien dijo que el viernes por la mañana se fue junto con Nolberto para buscar a "El Canicas" quien les preguntó si no querían hacer “una feria fácil”.
Ambos respondieron que sí y los subió a un vehículo en donde les mostró una sábana y al dirigirse al establecimiento denominado Bar Rococo, sacó de la cobija tres armas, dos de ellas cortas y una larga.
Explicó que a ellos les entregó las dos pistolas, mientras que "El Canicas" se quedó con el arma larga.
Al llegar al lugar les dijo que tenían que llegar a disparar al interior del lugar.
Tras haber realizado varios disparos se dieron a la fuga y se fueron a la casa de "El Canicas" donde permanecieron por varias horas.
Al día siguiente refiere que los llevaron de nueva cuenta al mismo lugar y les llevaron en un vehículo Montecarlo, color negro.
Nolberto Abraham Rivera dijo en su turno que llegaron los tres y comenzaron a disparar, pero a Ender se le encasquilló la pistola y ya no realizó disparos.
Dijo que él no pudo disparar, que le dio miedo, por lo que le quitó "El Canicas" el arma.
Una de las empleadas dijo que ella es encargada de la barra y se dio cuenta cuando los hoy imputados ingresaron con armas y empezaron a disparar a todo el local.
Del miedo que le dio, se tiró al piso y una de sus hijas se la llevó a encerrarse en el baño mientras ocurría la balacera.
Cuando dejaron de escuchar los disparos salieron y cerraron el lugar.
Al día siguiente, dijo que las mismas personas regresaron y de nueva cuenta comenzaron a disparar, pero esta vez sí le dieron a un cliente, quien quedó sin vida en el piso.
De acuerdo con el agente del Ministerio Público, en el lugar localizaron casquillos percutidos de armas 9 milímetros, así como de calibre .223.